Con el paso del tiempo hemos ido escuchando que salen nuevos objetos a los que llaman dispositivos “Smart”; podemos encontrar desde teléfonos inteligentes, televisores inteligentes, focos inteligentes, casas inteligentes, tabletas, relojes, etc., etc., etc.
Pero ese no es el caso con los seres humanos, según Michel Desmurget, un neurocientífico y director del Instituto Nacional de la Salud en Francia nos cuenta a través de su libro “La fábrica de cretinos digitales”, el cómo estos dispositivos inteligentes pueden dañar el cerebro y el desarrollo de niños y adolescentes. Y cómo el coeficiente intelectual (IQ) ha ido disminuyendo desde hace ya algunas décadas.
Cuenta el autor, que a mayor exposición a las pantallas más afectados quedan algunos de los procesos mentales como el lenguaje, la memoria, la concentración, etc.
Esto si lo analizamos a mayor profundidad, por el mismo hecho de pasar más tiempo en las pantallas se dejan de lado otras cosas que son de suma importancia para el desarrollo de las personas. Éstas son tiempo de interacción social, actividades que favorecen el conocimiento de elementos culturales, actividades en donde se interactúa con diferentes texturas, sonidos, olores para lograr el desarrollo de nuevas habilidades.
Ahora más que nunca, los padres de familia, escuelas, centros de recreación y todos los entes que están implicados en la educación de una persona deben centrarse en ser asertivos sobre las tecnologías que quieren utilizar para lograr el aprendizaje. Esto se vuelve un poco complicado ya que hasta en los salones de clases encontramos los pizarrones digitales, tablets, chromebooks y una infinidad de cosas.
Enseñemos a las personas a usar de manera consciente y responsable todos estos dispositivos, a hacer buen uso de ellos y a saber elegir las aplicaciones, fuentes y tic´s que abonarán a nuestro desarrollo. La tecnología educativa ya está en nuestro día a día, en las aulas y casas, hagamos buen uso de ellas.
Ana Fernanda Navarro