¿No te pasa que entre la escuela, el trabajo y las amistades, sientes que te queda poco tiempo para ti mismo? Esto no debería ser así, pues siempre necesitamos regresar a nuestro interior.
En un mundo donde todo es una carrera y gana el que llega más rápido, el detenerse parecería contradictorio: te vuelves improductivo, pierdes el tiempo, dejas de hacer dinero... pero no es así.
En esta pandemia he aprovechado el tiempo para introducirme en la meditación y resulta que con ella, el cuerpo y la mente toman el descanso necesario para poder recuperarse y continuar funcionando, incluso de mejor forma.
Cuando experimentas los beneficios que te da esta práctica, compruebas que aumenta tu concentración, tu capacidad de resolver problemas, empieza a cambiar tu estado de ánimo y mejora tu actitud con el entorno. Entonces el beneficio se refleja en tu persona, tu familia, el trabajo y la escuela. Por si fuera poco, disminuye el estrés, ayuda a disminuir la probabilidad de sufrir depresión y aumenta el autocontrol y autoconocimiento.
Cabe mencionar, que la meditación puede o no estar ligada a ciertas prácticas religiosas. Siendo católico, es de gran utilidad como ejercicio previo a la oración, pues ayuda a tomar un momento para desconectarse del mundo e interiorizar para después buscar a Dios. Aún cuando la meditación es una actividad presente en otras religiones, no se debe estigmatizar como una práctica religiosa sino como una herramienta poderosa para mejorar tu persona desde el ámbito espiritual.
Te invito a poner en modo avión tu celular, buscar un espacio tranquilo, dejar atrás los pretextos y empezar a ocuparte de ti, que el mundo no va a detenerse, pero tú tienes la posibilidad de hacerlo. ¡Aprovecha y disfrútalo al máximo!
Fernando Uribe Cantú
9° semestre de Ingeniería Industrial
Universidad Panamericana
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