Gran parte de los problemas familiares, empresariales y sociales, son ocasionados por la miopía de la escucha, es decir, por no saber escuchar al prójimo cuando este nos está comentando algo que le es importante. Y es que aunque parezca algo sencillo, déjame decirte que la cotidianidad de este acto es lo que lo hace tan complejo de llevar a cabo de manera correcta.
Muchas veces nos ponemos a pensar que la raíz de nuestros problemas, ya sean en la oficina, en nuestras casas, con nuestros amigos, parejas, hijos, etc., está escondida y probablemente sea necesario acudir al psicólogo o a un experto que nos abra la menta para poder detectarla y erradicarla. Pero lo cierto es que muchas veces, incluyendo esta como una de ellas, el problema es más sencillo y común de lo que parece. Tan común que pasa desapercibido, como es el caso de la escucha.
Stephen Covey, autor de 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva, nos plantea un esquema en el que deja mostrar cuatro nivel de la escucha de la persona humana, argumentando que entre más alto esté el nivel, mejor y mayor calidad tendrán esas relaciones personales. Estos van de muy básico hasta el avanzado, procurando evidentemente que siempre podamos colocarnos en el nivel superior.
El primero de ellos Stephen lo llama imitar el contenido. Este básico nivel, no consiste más que en dejar entrar la información que te proporcionan sin ningún sondeo ni interpretación. Sí se presta atención, pero por lo general nuestra mente en este nivel se encuentra en otro lugar. No se logra comprender realmente lo que a uno le dicen.
El segundo nivel, llamado parafraseo de contenido, consiste en la escucha empática del prójimo con un poco más de atención, pero sin realmente comprender lo que se intentan expresarnos. La respuesta más común en este nivel es, como lo dice el nombre, un parafraseo de lo que te acaban de decir, por lo que te imaginarás que si alguien llega a contarte un problema y tú responde de esa manera, no habrás sido de mucho ayuda.
Posteriormente, el tercer nivel lo llama el refleja sentimientos, pues la concentración y la atención se centrará en las emociones que transmite la otra persona más que en el contenido de su charla. Ojo, este nivel en específico puede ser o muy ventajoso, porque la otra persona recibirá una respuesta en sintonía con sus sentimientos o, por el otro lado, muy perjudicial pues los sentimientos no son objetivos y no se podrán tomar decisiones con base en ellos.
Finalmente el último nivel, más que tener un nombre, es la combinación del segundo y el tercero, dicho de otra manera, toma la atención en el contenido de lo que la persona dice de manera limitada y la híper concentración en los sentimientos con los que lo dice, logrando así entablar una conversación, dar una respuesta o simplemente comprender excelentemente lo que la otra persona quiere decir y, sobre todo, poder ayudarla con lo que necesite.
Te aseguro que si empiezas a procurar tener un cuarto nivel de escucha frente a los que te rodean, tanto tu ambiente como el de ellos cambiará radicalmente.
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