Actualmente en la sociedad está muy de moda la idea de hacerse ricos de manera rápida y sencilla. De generar un patrimonio que les permita tener la vida con la que siempre han soñado y entrar en su retiro a edad temprana.
Las redes sociales nos muestran a diario cómo es que vive tal emprendedor europeo que construyó su empresa en un par de años y ahora vive de manera fascinante. Cómo ese influencer estadounidense gana millones por solamente publicar en redes sociales, etc, etc, etc.
La sociedad nos vende una idea bastante apagada y efímera de la riqueza. Una idea que al parecer, a gran parte de los jóvenes les atrae bastante. Bueno, seamos sinceros, ¿a quién no le gustaría hacerse rico en un par de años?
El verdadero problema no es la idea en sí misma, sino la manera en la que la gente la implementa. El deseo que muchas personas tienen de hacer negocios y construir empresas así porque así desencadena tres posibles escenarios: que la empresa quiebre y los deje endeudados hasta el cuello por falta de una sólida educación financiera; que tengan éxito y su empresa crezca de forma sana (que por cierto, rara vez sucede, para ser precisos, sólo el 5% de las veces); y, por último, que timen a la gente con productos y servicios completamente vacíos de valor y la gente los adquiera por medio de engaños.
Desgraciadamente, gran parte de las empresas que salen a flote o sobreviven al filtro del flujo de efectivo en los primeros cinco años, entran en el tercer escenario, generando situaciones desastrosas en el mercado, aumentando la desconfianza y, lo peor de todo, robando dinero de las personas. Pero ¿qué es lo que sucede exactamente?
La meta-ambición que muestran tener estas personas carecer de la fórmula fundamental para que una empresa o producto tenga éxito, la cual es: Calidad + Cantidad + Espíritu = Éxito. Como te podrás imaginar la cantidad seguro la tienen, pues estas personas juran que dar mucho en términos cuantitativos es sinónimo de valor, cuando no es así. Sin embargo, carecen completamente de la calidad y el espíritu.
Por un lado, tienen gran falta de calidad porque evidentemente, al hacer las cosas tan a prisa, rara vez suelen ser productos o servicios de calidad, con un trasfondo sólido que les dé validez en el mercado y, en lugar de solo generar ventas o dinero, también sea capaz de mejorar y aportar su granito de arena a la sociedad. Por otro lado, ven la riqueza como fin y no como medio.
El hecho de quererte hacer rico en el corto plazo no es malo, se vuelve malo cuando no implementas las acciones correctas y de la manera correcta para llegar a ese medio, un medio para perseguir un fin mayor. Persíguelo si con él quieres lograr algo mucho más grande.
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