Si no se guarda récord de lo que hacemos y de cómo solucionamos los problemas, entonces no hay manera de repetir lo positivo o corregir lo necesario.
Es como hacer el símil a que nuestra sociedad es un núcleo que contrajo COVID y se está recuperando, lo está haciendo bien y pretende hacer como que nada pasó, que puede volver a sus viejos hábitos y que no hay cambios que deban permanecer, porque “ya se siente bien”.
Veo con tristeza que, en vez de aprovechar la experiencia para evolucionar, crecer y aprender, estamos olvidando lo que nos hizo sobrevivir, lo que nos permitió superar las situaciones por las que atravesamos, y la verdad es que no quiero que seamos los mismos, no quiero que nos conformemos con lo que éramos.
En la empresa y en la vida, si no hay memoria, no hay cambio. Si no se guarda récord de lo que hacemos y de cómo solucionamos los problemas, entonces no hay manera de repetir lo positivo o corregir lo necesario. Sobre todo, pensando en todo lo que hemos aprendido para resolver “la nueva realidad “desde hace más de año y medio.
Las crisis nos mueven los cimientos, cuestionan nuestras habilidades y conocimientos y nos sacan del confort de lo conocido, pero justo por eso nos retan y hacen crecer.
Una pregunta que me gusta hacerles a mis alumnos universitarios es ¿para qué crees que se le paga a un director? Las respuestas pueden ser muchas, pero la que puede resumirlo todo de una manera simple es: para estar listo a resolver problemas.
Requiere de habilidades técnicas relacionadas a cómo hacer algo, habilidades conceptuales para relacionar unas cosas con otras, pero sobre todo, requiere de habilidades humanas, que son cómo hacer qué otros hagan.
Saber trabajar por medio o a través de otros, es el mayor reto para resolver problemas, para lograr el resultado y para ser un director exitoso. Hemos escuchado que el ejemplo arrastra, así como un padre no puede exigir constancia y puntualidad cuando no la da, de la misma manera un director no puede pedir colaboración y logro si no lo representa en sí mismo.
Ser director en estos tiempos nos ha retado a ser empáticos en la virtualidad, lo cual significa ser cercano a la realidad de cada colaborador por medio del cual logramos la solución a los problemas. Parte del crecimiento personal también será saber involucrarse para que cada proceso nuevo o conocido pueda plasmarse en papel digital y quede a mano para la siguiente pandemia o crisis que se presente.
Cuando el problema pasa, lo que se hace normalmente es festejarlo, reconocernos victoriosos y disfrutar los frutos de la solución, lo cual es una inyección de confianza y fortaleza para nuestra personalidad, y la de la empresa que tanto lo necesita hoy, pero sobre para el colaborador y su autoestima. Sin embargo, hay algo para lo que debemos darnos espacio antes de festejar: Guardar memorias.
Sentarnos con el equipo a escribir ¿Qué fue lo que hicimos bien? ¿Qué debemos evitar para que no vuelva a pasar? ¿Cómo reaccionaremos la próxima vez que preveamos que algo puede presentarse? ¿Quiénes intervinieron y deben continuar haciéndolo? ¿Fue la mejor solución, podría haber otra? ¿Cómo prevenir que no se repita? Y después de hacerlo, festejemos.
Es como hacerle una carta al futuro. Querido futuro: puedes echar mano de este manual para buscar posibles soluciones a tus problemas, hay ejemplos claros y anécdotas pertinentes que te permitirán hacer analogías entre lo que pasó y lo que estás viviendo. Los procesos, históricos y experiencias actuales, no dejarán todas las respuestas, pero son un marco de referencia importante para encontrarlas.
Un gran jefe que tuve me dijo: “Hoy nos toca a nosotros estar en este puesto, pero no será por mucho tiempo, y no podemos permitirnos dejar a quien venga sin lo necesario para saber cómo resolvimos los problemas que se nos presentaron y las decisiones que tomamos, es dar lo que nos gustaría recibir al llegar a una nueva posición”.
Soy mamá y quisiera evitarle a mi hijo cualquier problema, resolverle todo yo que ya pasé por eso, pero si lo hago no habrá aprendizaje, reflexión ni podrá decidir solo. Debo confiar, permitirle equivocarse y darle las herramientas suficientes para hacerlo.
En la empresa pasa igual, debes darles a tus colaboradores el espacio para empoderarse y decidir solos, ellos deben encontrar las formas de resolver los problemas que se les presentan y si tu papel debe ser observar, hacerlo desde lejos. Pero entregarles las memorias que puedan ser guía para su andar sin ti.
La Dra. Fernanda Llergo Bay, Rector UP-IPADE, dice en su más reciente artículo “Pienso que sí es posible, que sí podemos cambiar y ser activos practicantes de un mundo mejor. Hoy y ahora intentémoslo: ¡no seamos los mismos! Hoy y ahora, insisto. Hagamos de la reinante inmediatez nuestra aliada para vivir en este instante y ser capaces de responsabilizarnos de que a nuestro alrededor haya paz.”
Hagámoslo en casa y en la empresa, no olvidemos y dejemos pasar. Cambiemos y dejemos registro de lo vivido, porque siempre habrá alguien para quien esas memorias serán la fuente de solución a nuevos problemas que, sin duda, llegarán.
Consulta el artículo original aquí, publicado en Alto Nivel el 17 de septiembre de 2021.
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