Gran parte de las personas nunca logran descifrar la fórmula o las causas que originan el éxito en cualquier área de la vida, pues siguen creyendo que este depende completamente de causas externas cuando en realidad no es así.
Es cierto que para que una persona tenga un resultado exitoso y realmente extraordinario, necesitan existir factores externos que originen las circunstancias, pero la parte verdaderamente importante, el factor complementario, es cada persona en sí misma, es decir, las acciones y valor agregado que todos y cada uno de nosotros podamos aportar a la circunstancia.
Es muy común que a lo largo de la persecución de una meta la gente se desmotive y abandone la tarea, provocando evidentemente el fracaso. Toda la vida nos han dicho que seamos perseverantes y que nuestra voluntad de seguir adelante tiene que ser más grande que el deseo de abandonar, ¿pero realmente con pura perseverancia se pueden alcanzar los sueños? Yo creo que no.
Y no soy el único, Napoleon Hill, autor reconocido de varios libros de crecimiento personal nos plantea un concepto bastante interesante sobre el éxito y su detonante clave. Nos dice que el ser humano, al tener instinto de supervivencia, es capaz de adaptarse drásticamente a las condiciones y sacar una tarea delante de manera extraordinaria si la situación lo demanda, o bien, cuando un momento es tan adverso que hay dos opciones: o nos quebramos nosotros o logramos salir adelante.
Esto no es nuevo, de hecho, desde Darwin y la Teoría de la Evolución lo vemos, así como con muchos filósofos que se rigen por la ley de la naturaleza. Todos ellos nos dicen los mismo, aunque sea en ámbitos distintos. Darwin nos hablaba de una supervivencia biológica, o mejor dicho, una lucha entre la vida y la muerte y, por el otro lado, Napoleon nos habla de una lucha entre el fracaso o el tocar fondo y el éxito y recuperación. Puede que estén encaminados a lados distintos pero al final es el mismo concepto.
Napoleon concretamente nos dice que cuando las circunstancias son de verdad adversas y requieren urgentemente cierto superpoder, por así llamarlo, o una acción extraordinaria de una persona para vencer la contracorriente, nuestro cerebro activa de manera automática una faceta conocida como el “otro yo”.
Este otro yo no es más que una fuerza intangible que nos permite superar cualquier tipo de adversidad e incrementa radicalmente nuestra capacidad de adaptabilidad y resiliencia durante determinado tiempo. Aunque Napoleon lo describe como una fuerza, yo más bien lo interpretaría como un mindset, ya que no es hasta cuando llegamos a nuestros límites que conocemos y entendemos de lo que realmente estamos hechos.
Pero mucho ojo, este otro yo del que te hablo solamente se activa siempre y cuando la meta que nos hayamos propuesto sea tan poderosa como un deseo o una necesidad, pues de lo contrario aunque nosotros creamos que es importante, nuestro cerebro sabrá que no sucedería nada si no la completáramos.
El secreto para poder alcanzar un sueño es convertirlo en una necesidad. Una necesidad tan poderosa que tarde o temprano, si la adversidad lo demanda, nosotros activaremos el otro yo para alcanzarla con éxito.
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