La tarea de las carreras empresariales es la enseñanza de temas de negocios. ¿Cómo debe entonces enseñarse la materia principal?
Es preciso aclarar el propósito y la misión de la academia especializada en ciencias empresariales y su rol dentro de la enseñanza. Así como ahondar en las experiencias de los estudiantes, la facultad a que se contrata y el papel de los programas en el mundo empresarial.
¿Un solo aspecto o múltiples?
En 1970, Milton Friedman argumentó que el único propósito de los negocios es que los accionistas puedan maximizar sus ganancias. Friedman insistió en que las empresas deberían centrarse en ese solo aspecto.
No obstante, resultará favorable considerar una imagen más matizada. Hay beneficios complejos que deben tenerse en cuenta. A veces, dicho aspecto se compone de varias partes y las organizaciones deben acometerlas en conjunto.
Por ejemplo, ¿qué tal si una empresa persigue sólo un objetivo, pero éste es multifacético? ¿O si los accionistas quieren que una empresa maximice sus ganancias, pero únicamente incorporando responsabilidad corporativa?
Tal empresa debería asumir responsabilidad corporativa si al hacerlo obtuviera una mejor compensación a raíz del equilibrio entre ganancias y bienestar social que aquella que los accionistas pudieran lograr por cuenta propia. La responsabilidad corporativa se habría convertido entonces en un modo de desentrañar valor oculto.
Para alcanzar el objetivo en cuestión, las escuelas tendrían que, además de liderar, apoyar a los investigadores para que generaran ideas y conocimiento, y agrupar las actividades de investigación, enseñanza y aprendizaje basado en experiencia. Esta combinación libera el potencial oculto de la educación empresarial.
En otras palabras, al examinar el verdadero propósito de las escuelas de negocios, la pregunta central no es: "¿Qué es lo que éstas hacen mejor?", como implica Friedman. La pregunta es: "¿Cómo pueden generar mayor valor para estudiantes y empleadores?"
Así, para generarlo, la academia deberá abordar más de una actividad: la investigación, la enseñanza de teoría y la exposición de los estudiantes a la práctica. Esta conjunción aumenta el valor de la educación empresarial.
Podrá entonces aportarlo al propiciar conexiones más estrechas entre la teoría educativa y la resolución práctica de problemas. Sin embargo, la ejecución de esta estrategia es más desafiante de lo que muchos académicos creen.
El argumento a favor de la agrupación propuesta
Para resolver si la agrupación propuesta es la estrategia más eficaz para la academia, deben considerarse dos puntos. Primero, ¿dónde radica el mayor valor de las escuelas de negocios? Y, en segundo lugar, ¿podrían los programas combinar teoría y práctica a un ritmo más efectivo que el de un enfoque separado?
El valor de la educación empresarial radica en la contribución de ideas relevantes a los negocios y en la aplicación de dichas ideas a problemas sustanciales.
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Estudiantes y profesores se beneficiarán de un entorno académico que nutra la investigación y en el que puedan compartir los problemas que están tratando de resolver.
Gracias a la aplicación práctica, las ciencias empresariales han prosperado en las universidades. Lo cual ha sucedido a pesar de que algunas de las herramientas de investigación empleadas pertenezcan a áreas como la economía, la psicología y la sociología.
Los estudiantes deben aprender a innovar (a pensar como emprendedores), a conectar (a discernir causas y efectos en los problemas) y a liderar (a desarrollarse como líderes). Dentro de esta estrategia, la docencia y la práctica se vinculan con los recursos universitarios y con las problemáticas empresariales.
Al vincularlas, la academia contribuye tanto a que estudiantes como profesores adquieran conocimientos valiosos. La ausencia de dichos vínculos puede tener consecuencias desastrosas. Al fortalecer las conexiones entre la enseñanza, la investigación y el mundo empresarial, podremos prevenirlas.
El futuro de la propuesta
Al final, la amenaza más abrumadora que enfrentan muchas universidades consiste en separar la enseñanza y la investigación. Después de todo, no sólo es menos costoso y más eficiente, sino que refuerza la competencia directa con aquellas que ofrecen certificaciones más breves.
Pero, en el mejor de los casos, esta separación sólo dará frutos a corto plazo. Para que las escuelas de negocios se vuelvan perdurables, deben agregar valor a las partes interesadas. Y para hacerlo, será necesario conectar a la educación con la investigación y con la comunidad de negocios.
Las empresas también se preguntan: ¿Qué papel jugamos en la comunidad? ¿Cómo gestionamos nuestro impacto dentro de la sociedad? ¿Nos hemos adaptado al cambio tecnológico? ¿Brindamos la capacitación y las oportunidades que los empleados requieren para prosperar en un mundo cada vez más automatizado?
Estas son preguntas que toda la academia especializada en negocios debería hacerse. Entre el bullicio de nuevas aplicaciones, recaudación de fondos, marketing y clasificaciones, es fácil olvidar lo crucial que es reservar esfuerzos a cuestiones elementales de propósito.
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