Son muchos los beneficios potenciales de involucrar a los científicos sociales en el diseño de políticas públicas. Varios académicos pueden compartir ideas con la administración sobre cómo los resultados de la investigación en ciencias sociales son capaces de mejorar las políticas.
Tiene sentido que los científicos sociales se involucren más en las políticas, porque muchos de los problemas más desafiantes de la sociedad son, en esencia, de comportamiento.
Los hallazgos de los científicos sociales -orientados a planear intervenciones plausibles y probar su eficacia mediante ensayos controlados- podrían mejorar, y en ocasiones salvar, la vida de las personas, al tiempo que se reduciría la necesidad de emplear más gasto público para solucionar problemas en la posteridad.
Aquí hay tres ejemplos de temas de ciencias sociales que pueden atraer, y han atraído, la atención del gobierno:
La brecha de 30 millones de palabras
Uno de los problemas más espinosos de la sociedad es que los niños de familias pobres comienzan la escuela a la zaga de aquellos con una mayor posibilidad de prepararse bien.
A la edad de 3 años, los niños de familias acomodadas tienen un vocabulario que supera, más o menos, dos veces al de los niños de familias pobres, de acuerdo con una investigación publicada en 1995.
La investigación encontró que una de las razones por las que los niños pobres a menudo tienen dificultades para aprender a leer es que sufren en casa lo que podría llamarse una "deficiencia lingüística".
Sus padres o cuidadores simplemente no les hablan ni les leen con tanta frecuencia como los de familias más acomodadas. El estudio estimó que, a los 3 años, un niño pobre ha escuchado 30 millones de palabras menos que un niño de una familia con nivel socioeconómico más alto.
Hasta hace poco, esta brecha de palabras ha sido difícil de abordar. No obstante, los padres que deseen mejorar las habilidades lingüísticas de sus hijos podrían recibir capacitación para mejorar sus interacciones con ellos.
Nuevas tecnologías (usadas para este propósito en otros países), centradas en resolver la deficiencia lingüística de niños pequeños, podrían servir para combatir el problema y permitir que los padres reciban retroalimentación en torno a la frecuencia y la naturaleza de sus interacciones verbales con los hijos.
No existe una solución milagrosa para disminuir la brecha de palabras, pero al fomentar más ensayos, propiciar evaluaciones de expertos y distribuir resultados, puede aumentarse la posibilidad de que los niños pobres tengan éxito.
Violencia doméstica
La violencia doméstica constituye un problema para el que no existen soluciones rápidas. Pero un buen comienzo está en procurar que todo componente de los sistemas de apoyo a víctimas funcione lo mejor posible.
Es común que en los centros de apoyo las líneas se encuentren ocupadas y las personas que llaman se queden en espera. Muchas víctimas cuelgan antes de poder hablar con operadores.
Al evitar que quienes llamen no reciban pronta atención y al ser capaces de estimar los tiempos de espera el objetivo se facilitará. Lo mismo ocurre con la transmisión efectiva de los mensajes iniciales. Pues, bien, los científicos sociales podrían, en este sentido, brindarles ayuda invaluable a las agencias federales.
Cumplimiento de la salud
Una de las razones detrás de los altos costos de la atención médica es que los pacientes no se apegan a su régimen de tratamiento. Una buena forma de abordar dicho problema es a través de evaluaciones del comportamiento y la identificación de posibles obstáculos.
Uno de tales obstáculos es el copago, la parte del paciente en el costo del tratamiento. Para algunos tratamientos efectivos, no deberían existir copagos en absoluto. Ésta sería una buena manera de empezar a abordar el problema.
Una evaluación exhaustiva también podría arrojar luz sobre otros factores que reducen el seguimiento de las mejores prácticas médicas.
Si el problema consistiera, por ejemplo, en olvidar tomar los medicamentos, una variedad de intervenciones podría ser útil: desde cambiar el diseño de los medicamentos hasta tecnología que les recordara a los pacientes tomarlos a tiempo.
De modo similar, los recordatorios telefónicos, o por mensaje de texto, de citas médicas podría reducir las faltas y garantizar que las pruebas de laboratorio fueran realizadas oportunamente.
Todos estos ejemplos muestran que el papel de las ciencias sociales en las políticas públicas no implica que el gobierno deba obligar a la gente a pensar o actuar de cierto modo, sino en apoyarla para que pueda lograr sus propios objetivos.
Ayuda como ésta se asemejaría a la de los despertadores: pueden servirles a las personas para llegar puntualmente a sus citas, pero no están obligadas a usarlos.
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