De acuerdo a un análisis de México Evalúa, la Cuidad de México tiene capacidades superiores que en otros estados, tanto humanas como materiales para enfrentar la emergencia sanitaria.
En la Cuidad de México hay 51 hospitales de Tercer Nivel que se encargan de atender los casos de Covid-19. Se sabe que el Estado de México es la segunda entidad con más hospitales de Tercer Nivel, con 16.
Seguido por Jalisco con 14. Sin embargo, los casos no solo se atienden en hospitales de Tercer Nivel, estos son los que cuentan con la mejor infraestructura para atender casos graves y su ubicación en determinada entidad impactan en la cantidad de especialistas que hay en cada una de ellas.
Al inicio de la contingencia los hospitales y su personal debían de comenzar a actuar. Una enfermera comenta: “no será porque alguien nos haya capacitado o nos haya venido a decir cuál era el protocolo de atención, sino porque actuamos bajo nuestra lógica”. El personal está preparado con sus conocimientos para actuar de forma correcta en estas circunstancias.
Las medidas han cambiado a lo largo de este confinamiento, de forma que en un mismo día podemos tener dos modificaciones. Puesto a que es una enfermedad que va avanzando rápidamente y de la cual no tenemos demasiada información. Mientras más vamos descubriendo vamos adaptando nuestras medidas.
Al principio era el mismo: aislar al paciente tan pronto llega y proteger a los demás pacientes que no se consideran sintomáticos y que podrían contraer la enfermedad.
La principal función que tiene la enfermera es la de educación al paciente y ésta no es la excepción. Educación al paciente en tiempos de coronavirus:
Historia 1:
El paciente llega al hospital y se sospecha de Covid-19, se toman las medidas del triage para mantener al paciente en aislamiento y con el equipo de protección la enfermera hace el examen. Terminando este proceso se toma el tiempo de hablar con el paciente a través de un vidrio (esto afecta la comunicación) y la enfermera puede notar en los ojos de los pacientes que ellos están asustados, que para ellos y para nosotros era una situación desconocida que genera ansiedad porque ver a la enfermera vestida como una especie de astronauta no es tranquilizante para la persona, lo hace sentir como si estuviera en un riesgo importante, y lo es, pero pues es un enemigo invisible, y se hace la lucha para evitar contagios. Eran pacientes que cursaban síntomas gripales leves o moderados, y de pronto sentían que las medidas eran excesivas, pero cuando veían cómo se instalaba el proceso, empezaban a preguntarse si estaban más enfermos de lo que creían. El paciente se preguntaba si se están tomando todas estas medidas es porque creen que voy a morir, creen que soy un peligro para mi familia, entonces uno veía cómo la gente llegaba tranquila, pero a medida que iban pasando las horas se sentían más ansiosos y siempre con su angustia, de si iban a tener los resultados, cuánto tiempo se van a demorar, cómo puedo estar seguro de no transmitírselo a mi familia mientras espero los resultados, etc. Es aquí donde juega el papel de la enfermera sobre la educación hacia el paciente y a la población en general.
Hacer entender a alguien que las visitas en el hospital están restringidas (salvo ciertas excepciones), que hay que lavarse las manos cuando entra y cuando sale, etc. Usar unos guantes y un tapabocas en la comunidad no necesariamente protege a una persona de una infección o de un contagio.
Era complicado realizar la educación al paciente en estas circunstancias, pero se hacía lo que se podía y el paciente salía satisfecho, sin embargo, las cosas siguen cambiando, como el equipo de protección.
Historia 2:
Una joven de entre 25 y 30 años llega al hospital sólo pidiendo un tapabocas. Nosotros teníamos la regla de no dar ninguno, pues había escases y los que quedaban los estábamos guardando para nosotros. En ese momento los aeropuertos no estaban cerrados todavía y la joven iba a tomar un vuelo a Francia y decía sentirse bien pero que 6 personas allegadas han muerto por este virus y en las farmacias ya no hay, a la vez, se le hincharon los ojos y dice “yo solo quiero un tapabocas porque tengo miedo de morir”. En ese momento yo sentí un frío que me bajó del pecho al estómago y me volvió a subir, y no pude respetar la consigna del hospital de no dar tapabocas, porque yo sentía que era lo mínimo que yo podía hacer por ella. Seguramente si ella ya había atrapado el virus o lo fuese a atrapar allá, un tapabocas no hubiera sido suficiente, pero yo como enfermera, como persona, lo único que me sentí en la posibilidad de hacer para demostrar un gesto de solidaridad y de empatía con ella fue darle los tapabocas que necesitaba.
Afortunadamente después de la tormenta viene la calma. Después de los días oscuros que se tuvieron que pasar, la ayuda para el personal de salud ha llegado. El gobierno aceptó las peticiones que le hizo el sindicato. Nos van a dar uniformes, van a dar una prima para las enfermeras y el personal que trabaja en los servicios donde hay casos confirmados de coronavirus, entre otras cosas.
Las cosas se ven un poco grises ahora, puesto que es una situación desconocida a la que todos nos estamos enfrentando. Pero es importante guardar la calma, hacer caso a las precauciones y en la medida de lo posible mostrarnos solidarios con los demás. Esto es sólo una etapa y unidos saldremos adelante.
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