El 19 de noviembre se celebró el día mundial de la Filosofía. Solamente unos días antes, la Asociación Filosófica Mexicana (AFM) externaba solidariamente su rechazo a la eliminación de la Ética como asignatura en la educación secundaria en España. Dice la AFM que las asignaturas filosóficas, en particular la ética, promueven la reflexión crítica sobre los nuevos retos que enfrenta el mundo contemporáneo, como la digitalización o los dilemas bioéticos. Sin una formación en filosofía o ética, los estudiantes saldrían al mundo sin poder habitarlo críticamente. En palabras de Ortega y Gasset, no estarían a la altura de los tiempos. Para Ortega, esta es la misión de la universidad: situar al hombre a la altura de los tiempos. Puede sonar a idealismo y abstracción, pero quizás nuestro panorama social y educativo sería distinto si muchas universidades consideraran esta tarea como parte esencial de su vocación. El argumento de Ortega se fundamenta en una valoración de las humanidades y de las artes liberales como las disciplinas centrales en la formación de la juventud, noción que al parecer no comparten quienes desterraron a la ética del currículo español de educación secundaria.
Pero, ¿qué significa estar a la altura de los tiempos? Solo en retrospectiva me atrevo a responder esa pregunta. En mi paso por la Facultad de Filosofía UP, me encontré con varias oportunidades muy concretas para desarrollar varias facetas de un espíritu crítico:
- Pensamiento independiente: La Facultad organiza periódicamente Coloquios de Estudiantes, en los que todos los miembros de la facultad pueden presentar algún ensayo o paper académico para discutir sus ideas con otros estudiantes y profesores. Fue la primera vez que presenté una investigación original frente a un público (muy buena práctica para la defensa de la tesis).
- Creación de redes de trabajo: Junto con otros miembros de la Facultad, fundamos Nous, una asociación estudiantil para la promoción de la Filosofía, la Ética y la Cultura en la Juventud. La asociación se consolidó como un grupo estudiantil de servicio social y se ha heredado de generación en generación. Sus proyectos e iniciativas son cada vez más interesantes y dinámicos: podcasts, concursos de debate, concursos de ensayo, tertulias, etc.
- Reflexión crítica: La Facultad lanzó el seminario Ámbitos de Ciudadanía, dedicado a la reflexión política sobre eventos actuales en México y el mundo. De esa iniciativa nació el blog online con el mismo nombre. Es coordinado y editado completamente por universitarios de diversas carreras, que publican entradas sobre ciudadanía periódicamente.
- Participación universitaria: el Consejo de Alumnos de Filosofía convoca anualmente elecciones para seleccionar a los representantes de la carrera frente a la Sociedad de Alumnos UP. Los elegidos representan los intereses de los estudiantes de filosofía en los varios proyectos de SAUP.
Mientras estaba involucrado en estas iniciativas, no tenía conciencia clara de sus beneficios. Actuaba impulsado por amigos, profesores y familiares, pero ahora puedo apreciar que solo eran posibles gracias a un ambiente único promovido por profesores y alumnos en conjunto. Estas oportunidades fueron clave en mi formación universitaria e intelectual, y me ayudaron en mi aplicación a un posgrado en King’s College, Londres. Por eso me gusta pensar que estudiar filosofía me situó a la altura de los tiempos. Además de Ortega y Gasset, nadie lo ha expresado mejor que John Henry Newman:
Una formación universitaria debe apuntar a elevar el tono intelectual de la sociedad, a cultivar la mente pública, a expandir las ideas y a facilitar el ejercicio del poder político y las relaciones de la vida privada. Es la educación que le da al hombre una visión clara y consciente de sus propias opiniones y juicios, una verdad en el desarrollo de estos, una elocuencia para expresarlos y una fuerza al recomendarlos. Le enseña a ver las cosas como son, ir directo al grano, desenredar una madeja de pensamiento y desechar lo irrelevante1
1 John Henry Newman. La idea de una universidad. (Paula Jullian, ed.) Pontificia Universidad Católica de Chile, 2015. pp. 66-67
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