La aparición del Big Data ha pasado de ser un término ambiguo a convertirse en una herramienta clave en la comunicación política.
¿Qué es el Big Data?
Cuando se habla de Big Data o datos masivos, se hace referencia a un cúmulo de rastros que dejamos a diario en la red: nuestros gustos, con quiénes nos relacionamos, dónde compramos, entre otros. Es decir, datos que revelan un poco de quiénes somos, pero más que suficientes para generar perfiles de conducta precisos.
Esto es lo que ha transformado la comunicación de empresas, gobiernos y partidos políticos en una herramienta eficiente para diseñar mensajes específicos y de mayor impacto.
Algunos de los beneficios de Big Data en la comunicación política son:
- Predice el comportamiento electoral de la audiencia.
- Extrae los gustos e intereses de nuestra audiencia, para realizar programas políticos que satisfagan las necesidades de los potenciales electores.
- Mide las opiniones sobre problemas que importan.
- Permite la personalización de las campañas electorales.
- Provocan una mayor interacción entre los partidos políticos y la población votante.
Desde hace varios años han comenzado a quedar atrás las clásicas campañas de televisión o radio, donde todos recibían el mismo mensaje, siendo relevante sólo para una mínima porción.
En 2015, el número de líneas móviles igualó el de los habitantes del planeta, y aunque no están distribuidas de forma equitativa, se trata de una importante cantidad de personas con acceso a varias plataformas de comunicación a toda hora, lo que representa una oportunidad para comunicarse con ellos.
El uso de Big Data en la comunicación política
El uso electoral de los datos masivos tiene un importante precedente en Estados Unidos, durante la campaña presidencial de 2012, cuando Barack Obama utilizó la recopilación y análisis de datos que le proporcionó Narwhal, un programa que integró y cruzó la información que se obtenía mediante plataformas digitales, redes sociales y todo tipo de fuente de información, así como las identidades y perfiles que ofrecían voluntariamente los simpatizantes que participaban en las campañas y las encuestas.
Tras el impacto que se produjo, muchos políticos no sólo de EEUU sino de todo el mundo, han intentado replicar esta táctica, pero no todos han tenido el mismo éxito; y es que el manejo de información es muy importante, pero no es una condición necesaria para ganar elecciones, gobernar bien, ni garantiza una comunicación eficaz.
Retos de la comunicación política
Aunque el caso de EEUU puede no ser representativo de lo que ocurre en América Latina o México, todo indica que nos encaminamos a ser una sociedad “hiperdigitalizada”. Ante este panorama, los gobiernos tienen el desafío de aprovechar el Big Data, no sólo para mejorar la comunicación electoral y gubernamental, sino también para diseñar mejores políticas públicas.
Asimismo, el uso de esta tecnología ha abierto un debate a nivel internacional, ya que estamos caminando por una delgada línea entre la privacidad de las personas, la manipulación y las buenas intenciones de ofrecer información de valor. Lograr el equilibrio justo entre la privacidad y las buenas prácticas de Big Data, es responsabilidad de aquellos que utilizan estas herramientas.
Bajo este panorama se deben actualizar y preparar los actuales y futuros responsables de la comunicación política. Un posgrado en comunicación política es la mejor opción para adquirir nuevos conocimientos, así como profesionalizar y desarrollar habilidades comunicativas, sin embargo, no todos los programas cuentan con estos temas u ofrecen un balance entre la teoría y la práctica.
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