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Las empresas que sobreviven no son las mejores, sino las que hacen las cosas de manera diferente. - Michael Porter
“Imagine que su empresa es un barco, ¿qué rol tendría usted?” plantea Peter Senge, profesor del MIT y experto en management. La respuesta más común es “el capitán”, otros dicen “el navegante que fija el rumbo” y pocos que contestan el “diseñador del barco”.[2]
Nadie tiene más influencia que “el diseñador”. ¿De qué le sirve al capitán del barco ordenar girar treinta grados a estribor si el diseñador de la nave construyó un timón que sólo gira a babor, o sólo a veinte grados a estribor? Lo que Senge quiere explicar es que de nada sirve ser líder en una organización que está mal diseñada.
¿Cómo aplica este planteamiento a la Contaduría?
Desde sus orígenes, las empresas requieren estar informadas para tomar decisiones que las posicionen delante de su competencia y les ayude a mejorar su situación financiera, comercial y estratégica.
Hace 40 años no se podía concebir una entidad mercantil sin que elaborara un producto. Hoy queda claro que la acción de producir debe decidirla el empresario. Para ello, las organizaciones necesitan información confiable y oportuna que les dé esa visión de síntesis para comprender con precisión cómo se gestan los resultados de la empresa, qué acciones le garantizan un resultado exitoso – para mantenerlas y potenciarlas – y cuáles no son acertadas – para corregirlas y redireccionarlas-. Este proceso es verdaderamente constitutivo de todo negocio, cuya razón de ser es generar valor. La contabilidad, como juez inapelable, indica si la empresa cumple con ese objetivo.
Los contadores son pieza clave en el proceso de dirección para la toma de decisiones y expertos en el manejo de información financiera y administrativa.
La empresa tiene “muchas caras” y la numérica es una de ellas. Los números son imprescindibles para comprender mejor a la organización y quizá, el primer acercamiento del empresario para mejorar su destino. Los contadores son los responsables de incrementar el patrimonio de la empresa desde los puntos de vista estático y dinámico, para determinar sus ganancias, contribuir a controlar su operación y preparar el terreno para una toma de decisiones adecuada y atinada. También vigilan sus bienes y recursos, así como el cuidado de las obligaciones que contrajo la entidad.
La visión de negocio que ofrece esta profesión ayuda a estructurar con orden y responsabilidad, el crecimiento, productividad, competitividad y rentabilidad de las organizaciones. Es necesaria la formación de una nueva generación de líderes que propongan nuevas alternativas de desarrollo sostenibles e incluyentes. Se acabó el empleo de por vida, la única fuente a toda prueba de seguridad en el trabajo es el propio talento y lo que hagamos para enriquecerlo.
Es necesario reinventarse continuamente y ahí el contador vuelve a intervenir. Su labor es ayudar a que los demás comprendan a la organización; diseña procesos de aprendizaje para que otros aborden situaciones críticas y desarrollen su dominio. Esto constituye una tarea distinta para la profesión, pues se trata de llegar a la cima de la empresa no por la aptitud de tomar decisiones, sino por instruir a otros a entender mejor cómo cada una de las funciones contribuye a la creación del valor.
La misión del contador es ayudar a rediseñar el barco y que todos dentro de la empresa se sientan en la misma nave; ya que sus responsabilidades se relacionan directamente con los resultados. La profesión debe convertirse en un imán para el talento que incremente el valor económico de la compañía y el del equipo de trabajo, así como transmitir confianza a sus integrantes.
Recordemos que la meta de una empresa es “ganar dinero hoy y en el futuro”. La visión de un experimento en los procesos de la empresa debe ser sistémica, para ello debemos maximizar el rendimiento de los inversionistas, pero también procurar colaboradores seguros y satisfechos con lo que hacen, clientes contentos con el producto o servicio que ofrecemos.
El contador debe también saber cuantificar el valor del conocimiento, ser capaz de medir el desarrollo de su gente, el “capital social”[3]. Aquel contador que sea capaz de calibrar, estimar, valorar y apreciar ese capital se erguirá como un buen director de empresa.
[1] Artículo extraído de la Revista Visión Empresarial de la otrora ESCUELA DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES, ahora Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana, año 7, no. 39, del 2011.
Año 7 – No. 39 – 2011.
[2] Peter Senge, La quinta disciplina, Ed. Granica.
[3] Llano, Carlos. “La vigencia de la Contaduría” en istmo 266, p.24.
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