Actualmente es extraño que alguien se presente en un espacio público a dialogar con la gente para convencerla sobre algo. La persuasión requiere diálogo, y tal parece que éste se ha perdido. Generalmente, se opta por manipular (la contraparte de la persuasión) y si esto no funciona, se obliga y/o se reprime. La manipulación sigue únicamente los fines de quien la realiza, y estos fines pueden ir contra el bienestar social.
Vivimos en una época de gran desconfianza, provocada por las herramientas que muchos líderes utilizan para manipular, es decir, sujetos que obligan a algunas personas a actuar de acuerdo únicamente a sus intereses, alterando la información que los medios presentan, amenazando o castigando, con el fin de engañar y lograr sus objetivos.
He mencionado a los líderes. Entiendo por liderazgo la capacidad de ciertas personas para hablar sobre un tema en específico, y con base en eso hacer que los demás actúen gracias a la habilidades de quien lidera o dirige. Por eso, en este artículo la manipulación y la persuasión se consideran dos formas de liderar.
Ante la actual desconfianza, parece que no hay forma de escapar. No se ve cómo el diálogo pueda retomarse, en un ambiente que cada vez parece más determinado por los que tienen el poder de manipular. Y en el cual las opiniones de los otros resultan insignificantes, pues uno no puede cambiar nada, así que no tiene caso mostrar lo que se piensa.
En contraparte de la manipulación, la persuasión es esencialmente dialogar. Para dialogar con alguien se necesita un esfuerzo intelectual. Lo que se pretende en este tipo de diálogo, es llegar a un acuerdo o conclusión. Esto se logra mostrando puntos de vista y prestando atención a lo que el otro dice. En la persuasión se respeta a la otra persona, así como a sus ideas. Hay interés por lo que el otro piensa.
Por ejemplo, un líder religioso quiere convencer a su público de que el aborto está mal. Para convencerlos requiere mostrar los aspectos más importantes de su religión, y con base en eso construir argumentos que puedan persuadir a los oyentes a no cometer o permitir el aborto. Requiere que tanto él como su audiencia razonen este tema, muy discutido actualmente.
El líder que usa la persuasión requiere de hacer uso de su inteligencia y habilidad de argumentación para convencer a los otros. Esto en el ámbito práctico pretende ser usado para solucionar problemas, pues varias cabezas piensan mejor que una. Él que persuade trata de incitar a la acción mediante un ejercicio racional, y no a través de amenazas, represiones o con alterar la información, como lo hace el manipulador. Éste, aunque sea una persona capaz de hablar y de hacer actuar, se le puede acusar de ser alguien viciado por el poder de dirigir.
Manipular y persuadir son dos formas de liderazgo. La primera se caracteriza por ser poco ético pero funcional, y la segunda por tener un profundo interés en el conocimiento y en el diálogo, pero con poca fortuna o suerte. ¿Qué tipo de líder queremos y debemos ser?
Debería imperar el diálogo y la persuasión, pero de hecho no es así. Creo que la situación podría cambiar si empezamos a tener mayor interés en lo que sucede a nuestro alrededor, y al buscar estar más informados, las posibilidades de ser manipulados se reducen. Lo importante es forjar un buen criterio para tener una vida exitosa, y en gran medida el diálogo permite forjarlo, pues existe un intercambio de ideas, que enriquece el conocimiento.
¿Qué tipo de líderes queremos para nuestro entorno? Quizá en nosotros esté la posibilidad de cambiar nuestro entorno, trayendo o formando nuevos líderes. Para lograrlo debemos tener una actitud abierta a dialogar e investigar para conocer más, y a partir de ahí generar el liderazgo que se requiere. Así habrá una sociedad mucho más capaz de participar en la toma de decisiones adecuadas.
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