Queridas y queridos estudiantes, alumnos, futuros colegas:
Hoy me dirijo a ustedes como profesor, pero también como alguien que ha caminado por los mismos pasillos y ha ocupado los mismos espacios que ustedes. Ser profesor en la universidad que me brindó las bases de mi trayectoria profesional es un honor y un compromiso profundo.
La Universidad Panamericana no sólo me proporcionó conocimientos académicos, sino además me enseñó los valores esenciales que han sido el cimiento de mi carrera. Aquí aprendí, sí, sobre asignaturas, que son fascinantes, pero también sobre la importancia de la integridad y la empatía.
Ser padrino de generación es mucho más que transmitir información; significa devolver lo que esta comunidad me ha brindado a lo largo de los años. Para mí representa un acto de gratitud y un compromiso para guiarles hacia la excelencia.
El lazo especial que tengo con mi Alma mater crea un vínculo único con cada una y uno de ustedes. Así, pues, con el corazón lleno de gratitud y humildad les comparto que estoy muy entusiasmado por ser parte de su viaje hacia la noble profesión del derecho.
Juntos, escribiremos múltiples historias de éxito como las que ya caracterizan a nuestra escuela. La vocación y el compromiso que asumimos no son sólo responsabilidades académicas, sino un llamado a contribuir positivamente a la sociedad. En este camino encontremos respuestas en los valores humanos, guiados por códigos morales y éticos que reflejan la luz en nuestras acciones.
En momentos en los que el futuro puede parecer incierto, permitan que la integridad y el honor sean sus brújulas, guiándolos incluso en los desafíos más difíciles. En un mundo en constante cambio, la solidez de nuestros principios será el fundamento que nos brinde estabilidad. Al abrazar estos valores, no solo se convierten en profesionales competentes, sino en agentes de cambio capaces de construir un sistema legal más justo y equitativo.
Las condiciones privilegiadas que nos rodean nos comprometen aún más con la sociedad y la reflexión en torno a ella. Como futuros defensores de la justicia y la verdad, recordemos que nuestra fuerza como abogados radica en el respeto profundo hacia las diferencias, construyendo puentes de comprensión y diálogo en lugar de erigir barreras que nos polaricen. Ese es uno de los más grandes retos que tienen frente a ustedes.
En estos tiempos donde el futuro causa más incertidumbre que certeza, habrá que apostarle siempre a nuestra humanidad, a la voz sensata que llevamos dentro y que representa un principio cardinal para recordar siempre, en cada momento, la trascendencia que tenemos, pero especialmente tienen ustedes, en la construcción del futuro.
Durante este camino, al que todavía le falta la mitad, han superado desafíos, aprendido valiosas lecciones y han demostrado una dedicación excepcional. Su perseverancia es su mayor testimonio de fortaleza y dedicación. Como estudiantes, son la salvia que nutrirá las raíces de nuestra sociedad. El conocimiento que adquieran no es únicamente el medio para obtener un título, sino la herramienta más poderosa para influir en el destino de nuestro país.
Cada esfuerzo, cada examen superado, contribuye a la construcción de un México más fuerte, más justo y más próspero. Ustedes son el tejido vivo de nuestra nación.
En medio de exigencias académicas, mantengan viva la pasión por aprender y, de la misma forma, por contribuir al bienestar colectivo. Sean conscientes del impacto que tendrán como profesionales y lideres en sus respectivos campos, sosteniendo siempre una mirada humanista.
Jamás subestimen el poder de sus ideas, su capacidad de innovación y de hacer la diferencia, pues no existe diferencia pequeña: todas son enormes. Abracen con valentía el compromiso con su carrera que, me atrevo a decir por experiencia propia, es mucho más satisfactorio de lo que ahora pueden imaginar.
Al mirar hacia adelante, vean más allá de las aulas y visualicen todas sus posibilidades. Con determinación, responsabilidad y ética, estoy seguro de que serán parte de la sociedad que anhelamos. Recuerden que son la esperanza y el futuro, pero, además, son lo que alimenta el presente.
Que Dios guíe su viaje hacia la verdad y la justicia.
Tengo la certeza de que contamos con ustedes para dejar una huella significativa. Por mi parte, estaré a su lado en este trayecto, con el honor que corresponde apadrinarles, para atestiguar y, de ser posible, guiarles en este maravilloso camino.
Muchas gracias por permitirme ser parte de su formación y confiar en mí como su guía en esta recorrido educativo.
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