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Las presiones y expectativas en el proceso de orientación vocacional

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30-ene-2025 12:12:33

Las presiones y expectativas en el proceso de orientación vocacional

Prof. Víctor Robledo Gómez

Captura de Pantalla 2025-01-30 a la(s) 11.58.31Quizá uno de los procesos más importantes y complejos que suceden durante la etapa preuniversitaria en el bachillerato es determinar un camino hacia la vida profesional. Y claro, ese camino hacia el futuro comienza siempre con una decisión que puede, con justa razón, tener en vilo a cualquier alumno que se encamina a la universidad. La decisión de una carrera profesional representa un paso fundamental en la conformación de uno mismo y, por ello, es una situación angustiante, pero a la vez plenamente satisfactoria cuando ya se han dado los primeros pasos en la dirección definida.

 

Por todo esto, este acontecimiento debería darse siempre en un contexto de amplia libertad, comprensión y empatía para la persona que decide un camino profesional. Sin embargo, con demasiada frecuencia, la definición de una carrera dista de ser libre y, en ocasiones, termina siendo una imposición (explícita o implícita) por presiones familiares, el entorno sociocultural o las condiciones socioeconómicas. Al final, las consecuencias de una imposición en dicha etapa suelen ser desfavorables y en lugar de orientar, desvían el camino en el que el alumno se encuentra a uno mismo a partir de estudiar lo que le trae una genuina satisfacción.

 

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De esta manera, en este breve artículo propongo sensibilizarnos ante las presiones que puede estar sufriendo un adolescente que está por determinar su futuro profesional y hacer algunas recomendaciones para que su decisión sea lo más libre posible. Deberíamos de buscar permanentemente que los jóvenes puedan llegar a su propia realización con la menor cantidad de fricciones y desencuentros. Con este objetivo, primero desarrollaré más acerca de las diferentes presiones que pudiera estar padeciendo un joven en el proceso de orientación vocacional. Y, hacia el final, daré algunas recomendaciones puntuales que pudieran generar un ambiente de apertura para que él pueda tomar las mejores decisiones sobre su futuro.

 

Dicho lo anterior, en primer lugar es necesario reconocer que en la abrumadora mayoría de los casos, las presiones por parte de la familia o el entorno social del adolescente que va a decidir sobre su futuro son bien intencionadas. Salvo contadas excepciones, en las familias se busca que los hijos salgan adelante, que cumplan sus sueños, que triunfen en la vida, pero, a la vez, que no falte la estabilidad económica y social para que puedan lograr lo que se propongan. Uno no puede objetar nada ante esta legítima intención, pero el problema radica en las implicaciones que los buenos deseos pueden tener. En ocasiones no nos damos cuenta de que aquello que deseamos puede tener consecuencias inesperadas, o bien que esos deseos contienen expectativas implícitas sobre las demás personas.

 

Así, una de las más claras presiones que podemos poner sobre un joven que está definiendo su futuro profesional es la misma estabilidad socioeconómica. Suele suceder que, preocupados por la estabilidad de la vida de los hijos, los padres de familia pongan demasiado énfasis en que aquello que decidan estudiar les reditúe adecuadamente para que puedan disfrutar de una holgada situación económica. No obstante, esta legítima preocupación puede provocar que el adolescente ceda los intereses y habilidades que cultivó durante el bachillerato y otras etapas previas para satisfacer el criterio de la estabilidad económica que su familia le plantea. Hemos escuchado frases que van por la línea de que debemos omitir disciplinas cercanas a las humanidades o a las ciencias puras en la elección profesional porque las oportunidades son limitadas o porque el mercado laboral es complejo para dichas carreras. El deseo de estabilidad es la vida de cualquier persona es loable, el único problema con ello es que, al presionar a los hijos con dichas preocupaciones, pudiéramos estar sesgando su elección y reduciendo su libertad para decidir. A veces unas cuantas palabras

bastan para eliminar por completo ciertas posibilidades de estudio y cerrar posibles oportunidades   36

de desarrollo profesional.

Por otra parte, otra de las presiones que pude existir sobre cualquier joven es la tradición y el contexto familiar. En este caso, vemos cómo es que pueden llegar a ser determinantes las condiciones que cada uno de nosotros vivimos sobre la elección de una carrera profesional. Y en algunos casos, aunque no sea explícitamente, existen expectativas de los padres hacia los hijos para que continúen una tradición familiar o para que se hagan cargo de un negocio, consultorio o despacho familiar.

 

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Este punto es delicado porque es fácil tener un apego emocional a un proyecto de vida que queremos compartir con los hijos y que ellos a su vez lo mantengan para las generaciones venideras. Sin embargo, esto representa una carga y una presión muy importante para la toma de decisiones del hijo que está analizando qué estudiar. El tener que participar de un proyecto familiar limita fuertemente las opciones de carrera y coarta la libertad de elección. Desde mi perspectiva, esta situación debe manejarse con mucha prudencia y permitir que el joven se explore con libertad otras opciones, siempre siendo conscientes de que existe el camino del negocio familiar, pero sin insistir que esa es la única opción posible. Quizá es en estos momentos cuando debemos de ser más conscientes de qué es lo que más satisfacción le provee a los hijos más allá del proyecto familiar. En cualquier caso, siempre existe la posibilidad de que el negocio o proyecto familiar sea compatible con la decisión de carrera profesional de los hijos hacia el futuro si eso es lo que desean.

 

Por último, también existe otro tipo de presión a la que podemos someter a un alumno y me refiero a cuando deseamos que los hijos estudien alguna carrera que tenga prestigio social o que ellos realicen algún trabajo que los padres consideran valioso. Aunque por momentos sea difícil de discernir, sucede a veces que los anhelos que tienen los padres para sus hijos, sea por su propia personalidad o por algún anhelo de la propia vida de los padres, son proyectados e influyen de manera profunda en la decisión de una carrera. Lo mismo pasa con la sociedad: en ocasiones los padres quieren que sus hijos estudien una carrera valorada o bien vista por la sociedad para que se aseguren mayor éxito en el futuro. El asunto con ambas expectativas es que, de nuevo, limitan la elección de carrera y sesgan la libre decisión del joven para que cumpla con los deseos familiares o sociales.

 

Ahora bien, ante estos tipos de presiones y expectativas que podemos poner sobre los hijos, la pregunta clave es: ¿qué podemos hacer al respecto? Algún lector podría pensar que la conclusión natural de todo esto es que no es posible decir nada al hijo que está decidiendo qué estudiar y que lo mejor sería guardar silencio. Y no, no se trata de callar ante un proceso tan complejo como este, sino de cambiar la dinámica existente con un nuevo enfoque centrado en la libertad de elección de todo hijo sobre su propia carrera universitaria. La clave de todo esto está en el diálogo abierto, comprensivo y empático en un espacio de confianza plena para conseguir que el joven decida con libertad qué es lo que quiere estudiar. Comprender la situación en la que se encuentran los hijos en esta etapa es fundamental para poder entablar un diálogo fructífero.

En este sentido, me parece que uno de los puntos más importantes que hay que resaltar es que es necesario tomar conciencia del rol y el poder que tienen los padres de familia sobre los hijos. Los padres de familia tienen una autoridad importante sobre los hijos, por lo que, a veces es difícil diferenciar entre una solicitud y una recomendación. Los padres ejercen esas dos funciones y puede ser sutil la diferencia entre ambas. Ante esto, la recomendación iría a que, ante la decisión de una carrera, el enfoque siempre debería estar puesto en recomendar o sugerir de manera abierta para orientar y guiar sin imposiciones ni presiones.

Otra posible recomendación es hablar con franqueza y, como padres, analizar cuáles son las expectativas y los deseos que tienen para sus hijos y ver qué tanto están influyendo en su toma de decisiones sobre su carrera. Quizá es útil pensar y preguntarse lo siguiente: ¿qué es lo que haría más feliz y pleno a mi hijo? ¿Lo que yo espero de él es lo que él realmente quiere? ¿Cómo puedo ayudar a que mi hijo tome las mejores decisiones sin que se sienta presionado por mí? ¿Qué actitud me hubiera gustado que mis propios padres hubieran tenido cuando yo estaba tomando esta decisión? El responder estas preguntas podría arrojar luz sobre el tema, sobre las propias expectativas y ayudar a que los hijos decidan con mayor libertad sobre su propio futuro.

 

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Por último, en este breve artículo hemos hecho analizado algunas de las presiones y expectativas más comunes a la hora de elegir una carrera profesional y que hemos dado algunas recomendaciones para permitir una decisión libre y generar un espacio de diálogo abierto y comprensivo. La conclusión a la que podemos llegar es que ante las ineludibles presiones que existen en el proceso de decisión de una carrera, debemos de intentar no imponer nuestras expectativas sobre los hijos para que su decisión sea libre y apegada a sus intereses y habilidades. Vale la pena construir un espacio de diálogo donde se hablen estas preocupaciones y donde se puedan sugerir, más no imponer, alternativas y caminos para el pleno desarrollo personal y profesional.


























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