Profesores del siglo XX, alumnos del siglo XXI
Lic. Abel Alfredo Reyes Estrada
A lo largo de los temas abordados en las ocho sesiones que comprendió el conversatorio reflexioné sobre el contexto actual en el que los estudiantes han tenido que desarrollarse. Una de los efectos más visibles son los rescoldos de la pandemia que repercutieron en el desenvolvimiento de los estudiantes. Alrededor de los dos años que duró el confinamiento (marzo de 2020 a aproximadamente agosto de 2022) cambió la manera de la relación entre suspares, ante la imposibilidad de reunirse personalmente en los espacios de socialización, como lo es la escuela, los dispositivos tecnológicos se convirtieron en la única manera de relación interpersonal, incluida la asistencia a las clases, lo que contribuyó a la conformación de un mundo virtual extrapersonal que fue reforzado por las redes sociales, los videojuegos y las plataformas de streaming.
Dos años después, ese mundo digital aparentemente transitorio se volvió parte importante de la relación entre los estudiantes, quienes han podido estar en un mismo espacio conectados a un mismo juego sin la necesidad de interactuar de manera personal. Ello se ha convertido en una competencia entre el profesor y el dispositivo electrónico por la atención del alumno, quien ya no puede separarse de ese mundo virtual que condiciona su atención a unos cuantos segundos, tiempo que tarda un tik tok en reproducirse.
Sánchez et al destacan algunas de las desventajas que produce el uso continuo de los dispositivos electrónicos de los adolescentes como lo son:
“el riesgo de aislamiento social, la pérdida de intimidad, el abandono de otras actividades necesarias para el desarrollo de los menores (lectura, deporte, etc.), la reducción de ciertas aptitudes intelectuales como la capacidad de abstracción, el negativo impacto que en el desarrollo emocional de los adolescentes puede provocar el acceso a ciertos contenidos (violencia, pornografía, etc.) o el riesgo de adicción” (2015, p. 4).
Aludir los efectos negativos de los dispositivos electrónicos no es una queja ocasionada por la brecha generacional, sino que forman parte de los desafíos que los profesores tenemos que afrontar en los salones de clase todos los días. El acceso ilimitado a múltiples entornos digitales ha generado que los estudiantes pierdan la atención en el desarrollo de la clase y ha afectado la retención de la información que se aborda. Un tiempo prolongado frente a las pantallas ha repercutido en la salud de los adolescentes, en su desarrollo cognitivo, menores logros educativos y malos resultados del sueño (Neza y Russell, 2019, p. 1).
Los dispositivos electrónicos y el mundo virtual definitivamente llegaron para quedarse. Los estudiantes han utilizado tales dispositivos desde su infancia y lo seguirán haciendo el resto de su vida, que en buena medida moldearán su comportamiento, pensamiento, actitud, valores, intereses, etc. Que los estudiantes usen la tecnología para comunicarse mediante las redes sociales y las plataformas digitales no significa que sepan emplear sus ventajas como recursos de aprendizaje.
Aunado a las deficiencias que causan los dispositivos electrónicos en el desarrollo de la cognición, habrá que agregar la creciente utilización de la inteligencia artificial para la elaboración de tareas, proyectos, trabajos y ensayos, lo que reduce aún más el progreso de las habilidades lectoras y de redacción de los estudiantes. Aunque es un fenómeno bastante reciente, es indispensable establecer los parámetros que marquen el empleo de la inteligencia artificial dentro de las actividades escolares.
Sin embargo, no pretendo satanizar los dispositivos electrónicos puesto que se han convertido en potentes herramientas, entonces ¿qué debemos hacer los profesores ante este panorama? Considero que los profesores tenemos que asumir la responsabilidad de conocer ese mundo virtual, del que ya formamos parte, que configurará nuevas dinámicas sociales. En primer lugar, como profesores, debemos de sensibilizar y guiar a los alumnos a explorar el mundo digital con fines académicos, tal es el caso de los repositorios, bibliotecas digitales, los canales educativos de Youtube y las cuentas de tik tok de divulgación científica.
En segundo lugar, los profesores tenemos que adaptar nuestra práctica docente a los nuevos procesos de enseñanza-aprendizaje que consideren la utilización de recursos digitales, ya no hablo solo de dispositivos electrónicos, sino todo lo que conlleva el mundo digital con el objetivo de instrumentalizarlos en beneficio de la labor pedagógica. Los organismos internacionales como la Unesco han planteado incorporar las tecnologías de la información y la comunicación, y la inteligencia artificial en la educación, cuyo fin es construir una sociedad del conocimiento y más inclusiva.
Por último, hay que resaltar la importancia de mantenernos actualizados en los procesos de enseñanza-aprendizaje, independientemente si incorporamos los recursos digitales y tecnológicos a nuestra labor docente, puesto que constantemente surgen nuevas propuestas pedagógicas que pueden beneficiar nuestra metodología de enseñanza para lograr aprendizajes significativos en los estudiantes.
Bibliografía
Del Puerto, D. A., & Esteban, P. G. (2022). La Inteligencia Artificial como recurso educativo durante la formación inicial del profesorado. Revista Iberoamericana de Educación A Distancia, 25(2). https:// doi.org/10.5944/ried.25.2.32332.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura,. (2019). Beijing Consensus on Artificial Intelligence and Education. Unesdoc. Recuperado 13 de mayo de 2024, de https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000368303.
Sánchez Pardo, L., Crespo Herrador, G., Aguilar Moya, R., Bueno Cañigral, F.-J., Benavent, R. A., & Valderrama Zurián, J. C. (2015). Los adolescentes y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Ayuntamiento de Valencia, Universidad de Valencia.
Stiglic, N., & Viner, R. M. (2019). Effects of screentime on the health and well-being of children and adolescents: a systematic review of reviews. BMJ Open, 9(1), e023191. https://doi.org/10.1136/ bmjopen-2018-023191.