En democracia, la viabilidad política y el consenso se obtienen a través de un buen manejo del poder. Ese poder, nos cuentan los romanos, se puede asumir desde dos perspectivas. La primera de ellas como potestas y la segunda como auctoritas.
Potestas
La potestas es aquel poder otorgado de manera oficial o legal. Por ejemplo, un alcalde o una senadora que al ganar unas elecciones se le llama a asumir el mandato que la mayoría de los electores le han conferido. En este sentido, toda persona con poder legalmente constituido tiene potestas.
Auctoritas
Mucho más difícil de obtener, la auctoritas es aquel referido a la autoridad moral. Hoy en día, podemos reconocerlo como aquello que llamamos legitimidad. Tiene un peso mayor a la hora de conseguir que una decisión de gobierno o propuesta desde la oposición, tenga finalmente viabilidad y, en consecuencia, logre consenso.
¿Se puede tener poder sin ser gobierno?
Sin duda alguna. Por ejemplo, un candidato o exmandatario podría tener la capacidad de generar un movimiento de masas, o bien, realizar acciones que “obliguen”, hasta cierto punto, a aquel que tiene potestas a asumir una decisión que más allá que comparta o no, debe hacerla por cierta necesidad; ya sea por presión social o bien porque es la mejor opción para procurar mayor gobernabilidad en el tiempo.
La legitimidad podría tener la capacidad incluso que aquellas decisiones de gobierno impopulares sean asumidas con mayor consenso. En este sentido, un mandatario con niveles de aceptación altos entre los ciudadanos y distintos de factores de poder, tendrá mayor capacidad de gestionar aquello que en primera instancia no resulta popular. Sin embargo, vestido con el traje de la legitimidad tendrá mayor fuerza y oportunidad de convencer. Fuera del gobierno, por ejemplo, esto podría comprobarse a través de un candidato que propone solucionar un problema complejo a través de formas políticamente incorrectas.
¿Cuál sería una clave para tener viabilidad, generar consenso con o sin potestas?
Una fundamental es la comunicación. A través de la comunicación política es posible gestionar eficaz y exitosamente el poder, se esté o no en el gobierno; se encuentre uno en una campaña electoral o no. Un buen manejo comunicacional desde el liderazgo ofrece la posibilidad de mover los propios intereses políticos en la dirección correcta.
Desde una comprensión correcta y manejo eficaz de los medios de comunicación, pasando por una estrategia óptima en redes sociales y hasta una gestión inteligente dentro de un proceso de negociación, lo cierto es que todos los procesos de la comunicación política se diseñan, en la mayoría de los casos, con el propósito de conquistar mayores espacios de poder y gestionarlo con legitimidad, mayor viabilidad y finalmente mayor consenso. Sin comunicación, y dentro del marco democrático, lo anterior resulta imposible.
Son estos contextos y estrategias los que se analizan de manera teórica y práctica en la Maestría de Comunicación Política y Pública de la Universidad Panamericana.
Si buscas un posgrado que te brinde herramientas para el quehacer de la comunicación política, ya sea desde medios, comunicación social, o de una campaña electoral, este posgrado es una de las mejores opciones en México. Conoce más del programa de Maestría de Comunicación Política y Pública y compruébalo.
Déjanos saber lo que pensaste acerca de este post
Pon tu comentario abajo.