“No es eros (Ἔρως), es philia (φιλία)”.
Así friendzonea un guerrero griego, dueña del agora, portador de laureles, amante de la verdad.
No es que el amor no sea lo tuyo, el diagnóstico griego sería que ese tipo de amor no corresponde a aquella persona específica.
Sí, los griegos hablaban de distintos tipos de amor.
Dentro de los tipos de amor que señalan diversos autores en la Antigua Grecia, dos son los que se relacionan particularmente con la próxima festividad: eros y philia.
Eros se refiere a todo el vaivén que implica estar enamorado. Mientras que el enamoramiento hoy se entiende cómo un estado físico donde actuamos motivados por un cóctel hormonal cuasi incontrolable los griegos -como todo en la vida- lo explican a través de un mito.
Eros o, tras la adopción latina, Cupido es propiamente el dios de la pasión y el amor. Entre sus hobbies destacados se encuentra flechar a personas para enamorarse sin remedio. Cuentan los mitos que muchas veces, por mera diversión, lanzaba flechas con los ojos vendados provocando algo de caos. Esto explicaría cómo te enamoraste de tu ex.
Por otro lado, tenemos el concepto de philia, el cual resulta adecuado para indicar sentimientos amistosos, de agrado o estima hacia amigos y/o familiares. Este tipo de amor brinda la capacidad de querer el bien de alguien por su propio bien, no por algo más, (Eros no podría decir que persigue lo mismo). Asimismo, Philia es aquello que Sócrates siente por la filosofía. Sofía (Σοφία) es sabiduría y philia, el tipo de amor con tintes de amistad. Sócrates se veía a sí mismo no como un sabio, sino como un amante de la sabiduría.
A pesar de no ser muy consolador, el amor se dice de muchas maneras y no únicamente a través del estilo paradigmático con orígenes mitológicos, y del cual diversas industrias lucran excesivamente cada 14 de febrero. Vale la pena mencionar un sentido más de amor propuesto por los griegos, agape (ἀγάπη). Este sentido del amor representa su manifestación más alta, o bien, noble. Refiere a un amor incondicional que va más allá de las emociones y dota de valor al amado. La pandemia y el distanciamiento social han contribuido al redescubimiento el valor de la philia y ágape: no poder salir a conocer personas por doquier nos ha permitido tanto revisitar amistades que se desvanecen, así como conectar de modo más profundo con personas cercanas. Celebremos la posibilidad de amar a aquellos con quienes compartimos ideas de amistad, fraternidad, propósito y finalidad de la vida.
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