La pedagogía hospitalaria es una rama de la pedagogía que procura el derecho a la educación de niños, niñas y adolescentes en situación de enfermedad u hospitalización, en estado de vulnerabilidad, con padecimientos crónicos e impedidos en sus oportunidades para continuar su escolaridad.
Parte de que cada alumno, sin importar su estado de salud, debe tener acceso a la formación académica y al acompañamiento emocional necesarios para continuar su desarrollo integral.
Desafortunadamente, es un área de la pedagogía que requiere de más atención, ya que enfrenta desafíos importantes en su implementación. A continuación, veremos cómo surge la pedagogía hospitalaria, cómo se lleva a cabo y los retos actuales de este campo.
Origen de la pedagogía hospitalaria
El origen de esta práctica se ubica en Europa con la publicación de la Carta Europea sobre los Derechos de los Niños Hospitalizados por el Parlamento Europeo en 1986 (cuyo origen se remonta a 1984).
Esta carta inspiró un movimiento internacional. América Latina adoptó sus principios al redactar la Ley Marco sobre el derecho a la educación de los niños, niñas y jóvenes hospitalizados o en situación de enfermedad, aprobada en el Parlamento Latinoamericano (Parlatino) en 2015.
En España, país considerado pionero en el desarrollo teórico del campo, se identifican los primeros estudios especializados hacia 1986, cuando Quintana-Cabanillas la menciona como una “especialidad profesional-pedagógica en pedagogía social”.
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Posteriormente, González-Simancas y Polaino-Lorente publican el que se considera el primer libro dedicado a la Pedagogía Hospitalaria, donde se pone de manifiesto este concepto desde la actividad educativa en ambientes clínicos.
Con ello, la pedagogía hospitalaria se estructura en torno a dos ámbitos:
- La asistencia y labor pedagógica dirigida al niño hospitalizado.
- La normativa y profesionalización del docente que realiza esa tarea dentro de los hospitales.
A pesar de que en México se ha contado con diversas iniciativas encaminadas a brindar educación escolar a la población pediátrica hospitalizada desde el siglo pasado, los programas de mayor alcance dieron inicio de manera oficial en el 2005 en cinco hospitales del entonces Distrito Federal.
El Primer Diplomado en Pedagogía Hospitalaria se diseñó para capacitar a los docentes que trabajarían en hospitales públicos de la Ciudad de México, con el fin de fortalecer el desempeño profesional en el hospital y favorecer la permanencia y el egreso de la educación básica de alumnos en estas condiciones de vulnerabilidad.
De esta manera, la pedagogía hospitalaria se institucionalizó como un programa de inclusión educativa, orientado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), que extendió el servicio educativo a hospitales pediátricos de la capital y posteriormente a otras entidades federativas.
México se incorporó así a la red latinoamericana de países comprometidos con el derecho a la educación de los niños hospitalizados impulsada por la UNESCO y la Organización de Estados Iberoamericanos.
En el país, la pedagogía hospitalaria se encuentra respaldada por el derecho constitucional a la educación (artículo 3º constitucional) y por iniciativas internacionales como la Carta Europea sobre los Derechos del Niño Hospitalizado y la Ley Marco del Parlatino.
Funciones del pedagogo en el campo hospitalario y adaptación curricular
Los pedagogos que se dedican a esta área estudian e intervienen en la realidad educativa de este contexto. Sus funciones esenciales son las siguientes:
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Diseño e implementación de estrategias personalizadas de aprendizaje:
El pedagogo adapta el currículo según el diagnóstico médico, el tiempo de hospitalización y las capacidades del alumno.
La enseñanza puede desarrollarse de manera individual o en pequeños grupos, con actividades breves y significativas. Es importante destacar que la intervención educativa en el hospital debe reconocer la diversidad de condiciones y experiencias.
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Acompañamiento emocional y desarrollo socioafectivo:
En entornos donde la enfermedad genera ansiedad o aislamiento, la labor de los pedagogos también incluye fomentar la resiliencia y la expresión emocional.
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Coordinación entre hospital y escuela de origen:
El pedagogo informa periódicamente los avances y coordina la reintegración escolar del alumno una vez dado de alta, en caso de que así suceda. En muchos casos, también acompaña el proceso de reinserción.
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Vinculación con la familia:
La familia participa activamente en el proceso educativo al recibir orientación y materiales de apoyo. En muchos casos, el pedagogo hospitalario actúa como mediador y enlace comunicativo entre el equipo médico, el alumno y los padres.
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Promoción de la inclusión educativa:
Su papel es también político y social al promover que ningún niño quede fuera del sistema educativo por razones de salud.

Las adaptaciones curriculares son una de las más importantes funciones y vale la pena revisar con mayor detalle este aspecto. Se adapta el currículo porque evidentemente el espacio del hospital o del hogar no es el mismo que el escolar, ni se pretende simularlo.
Estas adaptaciones consideran factores como el tiempo disponible, la capacidad de atención, los efectos de los tratamientos médicos y el estado emocional. En este sentido, cada adecuación es personalizada al caso que se atiende.
Por ello, el pedagogo o pedagoga debe tener conocimientos profundos para poder detectar las necesidades específicas de los estudiantes de acuerdo con su condición y entorno y aplicar los ajustes u orientar a los profesores para hacerlo.
En los hospitales donde existen aulas hospitalarias, las actividades se organizan de forma flexible, con materiales didácticos adaptados y objetivos alcanzables a corto plazo.
La enseñanza se apoya en recursos como el juego, el arte y las tecnologías digitales, y sigue el principio de que la educación es un acompañamiento vital más que una transmisión de contenidos.
El concepto de pedagogía curativa recuerda que la educación en los hospitales tiene un valor terapéutico, pues constituye el conjunto de medios puestos en acción para llevar a cabo el proceso educativo en un contexto de salud.
Esta dimensión humanista convierte al pedagogo hospitalario en un agente de salud educativa, capaz de acompañar y motivar la experiencia de aprender incluso en medio de la enfermedad.
Evaluación formativa
La evaluación, en este caso, se concibe como un proceso formativo, flexible y profundamente humano. Su finalidad es reconocer los avances cognitivos, emocionales y sociales logrados en condiciones especiales.
El pedagogo no es propiamente el docente, aunque muchas veces ejerce este rol. De hacerlo, además de las funciones descritas anteriormente, también participa en la enseñanza y evaluación de los alumnos. Esta última se estructura en tres niveles:
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Valoración inicial o diagnóstico académico
Se recopila información sobre su grado escolar, su rendimiento previo y su estado de salud. Este diagnóstico permite diseñar una intervención educativa realista. Considera la duración de la hospitalización y la energía disponible del estudiante.
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Evaluación formativa
Durante la estancia, el avance se mide por la participación, el interés y la comprensión de los contenidos trabajados. Las metas educativas dentro del hospital no deben basarse en resultados cuantitativos, sino en el fortalecimiento de la autoestima, la resiliencia y la motivación.
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Evaluación final
Antes del alta médica, el pedagogo hospitalario elabora un informe de progreso que detalla los logros alcanzados y las áreas que requieren refuerzo. Este documento se entrega tanto a la familia como a la escuela de origen.
El responsable de la calificación oficial sigue siendo el maestro de la escuela de procedencia, no el docente o pedagogo hospitalario. Este último actúa como un mediador que complementa el proceso formativo y documenta el avance del alumno durante su tratamiento.
Estos informes, respaldados por el hospital y la autoridad educativa, se integran al expediente escolar del alumno, de modo que el periodo de hospitalización no afecte su historial académico ni su promoción de grado.
En algunos hospitales con aulas oficiales, las evaluaciones del pedagogo se cargan directamente al sistema de control escolar, siempre bajo supervisión de la autoridad educativa local.
Relación escuela-hospital
La relación entre el hospital y el campo educativo busca construir redes de cooperación entre las instituciones sanitarias, las escuelas y las familias, para sostener el proceso educativo del niño enfermo como una responsabilidad compartida. En la práctica mexicana, esta colaboración se concreta en tres niveles:
- Nivel institucional: los hospitales con aulas hospitalarias mantienen convenios con la SEP o con secretarías estatales de educación, lo que permite que los docentes sean oficialmente parte del sistema educativo.
- Nivel escolar: los directores y maestros de la escuela de origen reciben informes periódicos del hospital. De esta forma, el estudiante puede reincorporarse sin repetir grado ni perder continuidad curricular.
- Nivel familiar: los padres se convierten en aliados activos del proceso. El pedagogo hospitalario les orienta sobre cómo continuar el aprendizaje en casa y mantener hábitos escolares, aun en momentos de crisis o recuperación.
Esta triple coordinación transforma la enseñanza en una red de acompañamiento que integra educación, salud y familia.
Formación y profesionalización del pedagogo hospitalario
Se trata de un campo que demanda formación académica sólida, conocimiento interdisciplinario y sensibilidad ante la vulnerabilidad infantil.
El perfil más común es el de Licenciado en Pedagogía o en Educación, aunque también se incorporan profesionales en Psicopedagogía, Educación Especial o Ciencias de la Educación.
Estos estudios proporcionan la base teórica en desarrollo infantil, didáctica, planeación y evaluación educativa, indispensables para intervenir en entornos no convencionales como los hospitales.
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La formación del pedagogo hospitalario busca preparar profesionales que visualicen la educación como un acto de cuidado. Aunque es propio del ser humano evitar el dolor, cuando éste es inevitable es responsabilidad del pedagogo hospitalario transformarlo a través de la educación.
Por eso, más allá de la técnica o el plan de estudios, lo que define a este profesional es su capacidad de acompañar, crear sentido y mantener viva la posibilidad de aprender incluso en medio de la adversidad.

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Referencias:
- Calvo Álvarez, M. I. (2017). La pedagogía hospitalaria: clave en la atención al niño enfermo y hospitalizado y su derecho a la educación. AULA: Revista de Pedagogía de la Universidad de Salamanca, 23, 33–47. Disponible en: https://doi.org/10.14201/aula2017233347
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- Flórez Perdomo, L. E. (2015). Pedagogía hospitalaria y de la salud: hacia la concreción de la inclusión educativa. Red Educativa Mundial (REDEM). Disponible en: https://www.redem.org/wp-content/uploads/2020/05/978-612-46680-2-9.pdf
- Morán Montoya, N. (2023). Pedagogía hospitalaria: habilidades socioemocionales para la infancia y adolescencia resiliente [tesis de licenciatura, Universidad Nacional Autónoma de México]. FES Aragón, UNAM. Disponible en: https://ru.dgb.unam.mx/server/api/core/bitstreams/233ea6ee-b7f2-4ef7-892c-62f9fe9dc88f/content
- Violant Holz, V., González-González, C. S., & Muñoz-Violant, S. (2021). Pedagogía hospitalaria: un resumen de 35 años de historia. En V. Violant Holz (Ed.), Tendencias sobre investigación en pedagogía hospitalaria: problemas analítico-metodológicos (pp. 42–44). Universidad de Barcelona. Disponible en: https://pedagogiahospitalaria.org/wp-content/uploads/2022/12/CapII_PH_35a_historia.pdf









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