La pedagogía tradicional moderna, que aún persiste en muchos colegios, privilegia medir el conocimiento con pruebas estandarizadas sin atender las emociones de los estudiantes. Es común que se asigne un rol pasivo a los estudiantes en el que solo deben escuchar, quedarse quietos y concentrarse en los contenidos teóricos.
Muchos niños en las escuelas tienen miedo de equivocarse, ya que eso supone un regaño o un castigo, y muchos docentes asumen que el malestar de los niños es una excusa para no aprender o simplemente estiman a los alumnos como “pequeños adultos rebeldes”. ¿Cómo podrían los infantes disfrutar de su educación así?
Desde hace décadas, América Latina vive una crisis de vínculo entre afecto y educación, un fenómeno que llevó a las teóricas de la educación Lidia Turner Martí y Balbina Pita Céspedes a preguntarse si el aprendizaje podía ser realmente humano sin la ternura.
En sus obras sobre Pedagogía de la ternura, las autoras narran algunas escenas cotidianas que observaron: los niños preguntan, imaginan y hasta opinan, pero la escuela muchas veces ignora sus preocupaciones y visiones.
Esto las llevó a cuestionarse: ¿Qué pasa con toda esa dimensión emocional entre los niños y el colegio? De esta interrogante nace una teoría y práctica pedagógica que pone en el centro algo que había sido ignorado: la sensibilidad del alumno y la empatía del maestro.
¿Qué es la pedagogía de la ternura?
La pedagogía de la ternura es un enfoque educativo integral que reconoce que el ser humano aprende con la razón, la emoción, la autonomía y la imaginación.
El modelo retoma el principio de que el amor es el lazo de los seres humanos, el modo de enseñar y el centro del mundo, y lleva este precepto a la práctica en el aula.
En este sentido y de modo ilustrativo, el maestro debe ver en cada niño una “semilla escondida que puede dar valiosos frutos”. Educar con ternura significa confiar en esa semilla y cuidarla para que crezca.
El concepto de ternura aquí se refiere a una relación de afectividad. El mundo de los sentimientos, que no son buenos ni malos en sí mismos, alude a la reacción que se produce en un vínculo respetuoso, empático, abierto y sensible entre seres humanos, en este caso, en el proceso educativo.
La ternura apela a la sensibilidad como su lenguaje fundamental. Está en el otro extremo de toda táctica de conquista, de sometimiento y de dominación en las relaciones sociales y personales.
Por otro lado, esta corriente se relaciona directamente con la pedagogía humanista, que considera al alumno como sujeto activo de su propio aprendizaje. En su raíz se encuentra el principio ético de que para que haya una enseñanza verdadera debe reconocerse la dignidad humana.
El contexto social que la inspira
El experto en educación Alejandro Cussiánovich habla de una pedagogía que nace de “la opción por la vida, la libertad y la dignidad de los niños y niñas que fueron negados por la historia”.
En su ensayo Aprender la condición humana: Ensayo sobre la pedagogía de la ternura, plantea que educar desde este afecto es reconocer en cada niño un sujeto de derecho, inteligente y emocional que debe ser formado para una vida digna.
En América Latina, donde millones de menores enfrentan pobreza, violencia o abandono, su visión toma un cariz urgente. Cussiánovich sostiene que la ternura es una fuerza ética de quien se niega a reproducir la injusticia.
Desde esta mirada, la educación humanista debe responder tanto a la mente, como al corazón y al contexto. La ternura se convierte en un acto político: una forma de resistir la despersonalización del sistema educativo y de apostar por una formación con valores.

La ternura como método educativo
La ternura bajo este marco implica la escucha atenta, la compañía y la comprensión. Para ello, la escuela y la familia tienen que buscar y encontrar alternativas de trabajo que den respuesta a la formación afectiva, intelectual y volitiva de los niños.
En el colegio, esta pedagogía se manifiesta con acciones concretas, tales como:
- Fomentar la educación socioemocional, a través de ejercicios prácticos.
- Integrar la gestión emocional al aprendizaje cognitivo.
- Transformar el error en oportunidad y evitar el castigo cruel.
- Enseñar desde el ejemplo, con paciencia y cercanía.
- Desarrollar una disciplina que nace del respeto más que del temor.
La ternura en la educación no es sentimentalismo, como algunos de sus opositores señalan, sino un método que vincula el pensamiento crítico con la empatía y el logos (palabra razonada) con el eros (amor).
Pedagogía del amor: enseñar desde la cercanía
La pedagogía del amor, que Martí definió como “obra de infinito amor”, sostiene que la enseñanza solo florece cuando se sustenta en el cariño y la confianza. Cussiánovich retoma esta idea al afirmar que el amor pedagógico es un compromiso con el crecimiento del otro.
Este autor cita El arte de amar de Erich Fromm con el siguiente pasaje para explicar su concepto del amor:
“El amor es una acción, la práctica de un poder humano, que solo puede realizarse en la libertad y jamás como resultado de una compulsión. [...] Amar es fundamentalmente dar, no recibir”
Educar con amor significa aquí acompañar al estudiante en su proceso considerando plenamente su voz.

La formación docente en México y el desafío de la ternura
Implementar este enfoque requiere una formación docente en México que contemple las dimensiones emocional, simbólica y ética del aprendizaje. Sin embargo, en muchas escuelas normales y programas de licenciatura en pedagogía, aún predominan modelos centrados en la instrucción técnica y la competencia.
La carrera de pedagogía es un espacio propicio para recuperar el sentido humano de la enseñanza al integrar talleres de autoconocimiento, reflexión sobre la práctica, la cooperación y el acompañamiento emocional.
Ningún algoritmo puede sustituir una mirada compasiva o una palabra de aliento. Formar docentes sensibles, empáticos y reflexivos es hoy una necesidad tanto como enseñar matemáticas o ciencias.
Relacionado: Decálogo de un pedagogo para la excelencia educativa
Como modelo pedagógico, asume que uno de los objetivos primordiales es devolverle su sentido más profundo a la educación: formar seres humanos capaces de pensar, sentir y actuar con conciencia y, en esa recuperación, se juega el futuro de la escuela y de la humanidad.
¿Qué te ofrece la carrera de Pedagogía en la UP?
Si te interesa conocer más enfoques educativos, su análisis e incidir en la práctica formativa, te invitamos a conocer la Licenciatura en Pedagogía de la Universidad Panamericana, un programa completo e integral que brinda las herramientas necesarias para intervenir en la educación con teoría profunda y ética práctica.
Su programa impartido por docentes expertos ha sido galardonado como el número 1 en México, de acuerdo con CENEVAL, por 10 años consecutivos y abarca las 5 áreas de profesionalización: innovación e investigación; política; orientación y psicopedagogía; dirección de instituciones; recursos humanos y currículo.
¿Dónde es mejor estudiar Pedagogía en CDMX?
Descarga el plan de estudios en el siguiente enlace y descubre por qué es la opción idónea para abrazar tu vocación y participar en el cambio positivo de la educación y la cultura en México y en el mundo.
Más de la Licenciatura en Pedagogía:
Referencias:
- Cussiánovich, A. (2010). Aprender la condición humana: Ensayo sobre pedagogía de la ternura. Universidad Nacional Mayor de San Marcos / Instituto de Pedagogía Popular.
- Turner Martí, L., & Pita Céspedes, B. (2001). Pedagogía de la ternura. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación.









Déjanos saber lo que pensaste acerca de este post
Pon tu comentario abajo.