Todo gobierno que se enfoque en mejorar la vida de sus ciudadanos y en definir por qué persisten ciertos problemas sociales debe asegurar que sus políticas e intervenciones se basen en una comprensión profunda del comportamiento humano.
De la colaboración interdisciplinaria entre psicólogos y expertos en política pueden desarrollarse informes y propuestas, responderse a consultas o planificarse eventos con legisladores en los que se comparta evidencia útil.
Influir en las políticas públicas no conlleva un proceso sencillo ni aislado. Para que éste sea más eficaz, la atención debe centrarse en un pequeño número de prioridades y las tácticas deben multiplicarse.
Enfoque a largo plazo
Es indispensable que la voz de los psicólogos, y la evidencia que pueden aportar, empiece a ser escuchada por quienes detentan el poder y hacen las leyes, lo cual, en última instancia, generará cambios favorables para, personas, comunidades y la sociedad en general.
No obstante, la proposición de políticas públicas es un proceso notablemente lento; las recomendaciones pueden tardar años en ser atendidas por los gobiernos. Por lo tanto, retrasar cada una hasta el límite no funcionará. En cambio, debemos pensar a largo plazo: permanecer atentos e identificar las más viables de ser aplicadas.
A partir de los cuatro campos del ejercicio de la psicología: trabajo y medio ambiente, individuo, formación y organizaciones, pueden identificarse temas sobre los cuales influir, que incluyan condiciones neurodiversas, desarrollo profesional o atención al bienestar.
Esto no significa que no deban aprovecharse oportunidades fuera de las cuestiones generales. Es fundamental también estar en condiciones de reaccionar ante situaciones particulares.
La política también es personal
Parte del papel de las políticas públicas consiste en reforzar el contrato social que existe entre las personas, los funcionarios electos y las instituciones gubernamentales. Deben, entonces, implicar medidas de responsabilidad que garanticen el cumplimiento de tal obligación.
Son los individuos de quienes dependen (o deberían depender) las políticas a desarrollar, las legislaciones promovidas y las voces que deben ser consideradas. Por lo tanto, resulta esencial comprender a estas personas, cómo trabajan y las presiones bajo las cuales trabajan.
Dada la amplitud de cuestiones políticas y sociales en torno a la formulación de políticas, quienes son responsables de implementarlas a menudo se ven abrumados por grandes flujos de información. Como resultado, perspectivas valiosas suelen ser ignoradas porque no hay tiempo suficiente para prestarles atención.
Aunado al hecho de que normalmente se hacen a un lado aquellos problemas y causas cuyas soluciones no parecen inmediatas. Por lo que, de existir soluciones basadas en evidencia y expertos capaces de explicarlas, los cambios deseados podrían suceder con mayor prontitud.
La psicología es una disciplina omniabarcante y busca comprender el "por qué" (de problemas individuales y sociales) en lugar de simplemente el "cómo". Por ello, los psicólogos se encuentran en una posición única para influir en las políticas públicas y contribuir con excelentes ideas.
En resumen, la política es personal. Pero ¿qué podría ser más personal que nuestra salud, nuestro sentido de identidad y nuestras relaciones con el resto de la sociedad?
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