Cuando pensamos en la imagen de un filósofo puede venir a nosotros el estereotipo de un hombre mayor con aires de sabiduría que dice frases profundas o preguntas en apariencia muy abstractas. Pero, en realidad ¿qué es un filósofo?
Nos parece que, para intentar dar una solución a la interrogante, primero debemos entender en qué consiste la filosofía.
¿Qué es la filosofía?
Se dice que, cuando en la antigua Grecia se le preguntó al pensador Pitágoras de Samos cuál era su oficio, este contestó que él era un “amante de la sabiduría” (que es lo que significa en griego la palabra filósofo). Según algunas fuentes, fue el primero en autodenominarse de dicha manera.
Para Platón, los filósofos se diferencian de los sofistas, quienes tenían poder de oratoria y aparente gran sabiduría, por lo que recibían pagos por su asesoría y enseñanza. Pero el filósofo, más que ostentar la posesión definitiva del conocimiento, es alguien que vive para buscarlo, y en dicho quehacer pone en práctica la duda y el razonamiento.
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Bajo esta perspectiva, la filosofía es una actitud de curiosidad activa cuyo fin es el conocimiento. ¿Conocimiento de qué? Bueno, en un principio, podría decirse que de todas las cosas. De aquí que muchas personas propongan que la filosofía es la “madre de todas las ciencias”.
Sin embargo, con el paso del tiempo su quehacer se ha inclinado por objetos de estudio tales como las causas primeras de la realidad, el lenguaje, la mejor forma de vivir individualmente y en comunidad, el pensamiento, la sensibilidad y el arte o, incluso, el conocimiento mismo o la mente.
Como dato curioso, el preguntarnos filosóficamente sobre qué es la filosofía o cuál es la esencia del filósofo es parte del estudio de una vertiente conocida como metafilosofía.
Características que definen a un filósofo
Ahora que tenemos una idea sobre lo que es la filosofía, podemos inferir que los filósofos y filósofas muestran un conjunto particular de habilidades, actitudes y saberes que los distinguen en su forma de estudiar el mundo y de interactuar con él.
A continuación, se presentan algunas de las características más comunes en aquellas personas que se dedican al pensamiento filosófico:
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Críticos:
Cuestionan tanto sus creencias como las de los demás.
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Analíticos y sintéticos:
Utilizan métodos de conocimiento rigurosos que se basan en la formulación de preguntas, así como en la separación de las partes que componen el objeto de estudio (análisis).
Pero no sólo separan las partes, también son capaces de entender los fenómenos en su complejidad (síntesis).
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Reflexivos:
Examinan con cuidado y profundidad los grandes problemas existenciales, así como los pequeños detalles de la vida cotidiana.
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Lógicos:
Son expertos en el arte de razonar y construir argumentos con el fin de sustentar sus ideas, así como identificar engaños en los razonamientos propios o de los demás.
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Apertura:
Se enfrentan a una amplia gama de ideas, desde las más ortodoxas hasta las más radicales. En lugar de cerrarse a nuevas perspectivas, las consideran y las evalúan con criterio.
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Precisión en el uso del lenguaje:
Para ellos, la claridad y precisión en la escritura y en el habla son esenciales en cualquier discusión, ya que las ideas mal expresadas pueden generar confusión y malentendidos.
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Persistencia:
Abordar problemas filosóficos no es una tarea rápida o sencilla. La filosofía requiere tiempo y un alto grado de perseverancia para examinar temas complejos que pueden no tener respuestas definitivas.
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Construcción de conocimiento filosófico:
Al final, todos sus esfuerzos se traducen en mayor conocimiento, puesto que, aunque se reconoce la dificultad de llegar a verdades, se aspira a ello.
En este camino han contribuido a enriquecer el saber humano a lo largo de toda la historia, incluso en la actualidad.
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Comparten sus ideas:
Por último, los filósofos no suelen encerrarse solos con sus pensamientos. Estos tienden a escribir, dialogar con otros o enseñar a los demás, por lo que podría decirse que comparten sus saberes y contagian el amor por el conocimiento.
Cabe recordar que no hay una sola forma de ser filósofo o filósofa, pero estos rasgos son los que suelen encontrarse entre aquellos que se han identificado bajo este sustantivo. Claro que, si adoptamos una disposición filosófica, sería valioso poner todo esto en duda y llegar a las propias conclusiones.
La formación filosófica: un camino distinto
Si bien cualquiera puede intentar reflexionar sobre las grandes preguntas de la vida, estudiar filosofía como disciplina conlleva una estructura y profundidad que no es fácilmente accesible de manera autodidacta.
La formación en una carrera académica ofrece acceso a los grandes textos y teorías que han permeado el pensamiento occidental y no occidental a la par que enseña a formular preguntas con rigor y a responderlas con coherencia.
Además, instruye en su quehacer profesional en las instituciones académicas y de investigación para moldear las competencias que se requieren de este perfil.
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