Poco sabemos de la especie del sabio maestro verde, Yoda y del tierno alumno del mismo color, Grogu, al que conocemos como Baby Yoda. Esto pese a que las más recientes publicaciones, películas o series del Universo de Star Wars se han centrado en estos personajes en muchos casos, incluso, como protagonistas de estas producciones. Sin embargo, sí podemos decir mucho sobre su relación con la pedagogía y el proceso educativo pues todos, en algún momento de nuestra vida nos ha tocado ser maestros o alumnos, no de películas, pero sí como protagonistas de nuestra vida.
Ahora bien, cuando pensamos en la relación de maestros y alumnos, inmediatamente nuestra imaginación vuela a ejemplos que están al alcance de todos en libros o películas con las que hemos crecido muchas generaciones. Por ejemplo Harry Potter y Dumbledore; Aragorn y Gandalf; Daniel Larusso y el Señor Miyagi, o ya en el mundo de la Guerra de las Galaxias, los padawans y sus maestros jedi. Derribando así la creencia de que solo se aprende en un salón, pues la pedagogía enseña para la vida misma.
Así entonces, merece la pena señalar que, para la mitología creada por George Lucas, existe una trama centrada en el proceso educativo, en otras palabras más allá de estar enfocada en el eterno conflicto moral del bien contra el mal, se hace mucho énfasis en la relación que existe entre el maestro y el aprendiz, dejando entrever que es una película altamente pedagógica. Por lo que al analizar la relación entre Yoda, Baby Yoda y la pedagogía podemos obtener muchas ideas que pueden servirnos a los que no vivimos en una galaxia muy muy lejana.
Yoda, el Gran Maestro Jedi, ha sido un maestro que no solamente ha acumulado conocimientos y desarrollado habilidades extraordinarias, si no también ha logrado vencerse a sí mismo, como cuando se enfrenta a su versión oscura en la famosa serie The Clone Wars. La vida ficticia de este personaje de más de 800 años nos deja grandes lecciones para nuestra vida y contexto real dignas de un análisis pedagógico, por ejemplo, que un maestro nunca debe dejar de aprender y que la arrogancia puede llegarnos incluso si somos muy capaces o de una avanzada edad. Bajo esta misma idea, tampoco podemos desestimar que Yoda nos cautiva por su manera de enseñar, por su tacto, paciencia, fortaleza, sensibilidad y congruencia de vida, valores a los que como personas estamos llamados a vivir y que la sociedad en la que estamos también nos exige.
Por su parte, Grogu, Baby Yoda para todos, es un personaje fascinante, de la misma especie que Yoda, pero mucho más joven, con apenas 50 años y digo apenas, porque tomemos en cuenta que esa especie puede vivir hasta 900. Este tierno personaje de “The Mandalorian” nos recuerda la odisea que todo buen aprendiz debe pasar para crecer, superarse y vencerse a sí mismo. Es en esta serie en la que se hace mucho énfasis en la relación entre Mando, que más que un maestro se vuelve un padre para Grogu, y es quien debe entregarlo a otro Jedi para completar su entrenamiento. Así entonces, Baby Yoda, también nos muestra que no importa que tan pequeños seamos de tamaño o de edad, siempre podremos aprender, superarnos, descubrir nuestros talentos e incluso enseñar y cambiar para bien a las personas que nos rodean, como lo hizo con el inflexible Din Djarin (Mando).
Otro aspecto importante es la empatía que en Yoda se manifiesta al saber estar en el momento y lugar adecuado, aconsejar y sentir lo que sus alumnos sienten. Las emociones no pasan para nada desapercibidas y muchas veces son el elemento clave para formar a sus discípulos. Grogu, por su parte, también muy empático cuando está dispuesto a padecer junto con “Mando” la hilera de dificultades que atraviesan para no ser capturado, lo que sin duda, como alumno, ayuda a que este pequeñito amigo verde sea cada vez más perceptivo, más fuerte.
La apertura al cambio, por su parte no puede pasarse por alto para ser un buen pedagogo, en el fondo toda mejora es un cambio y esa es la aspiración que Yoda transmite a sus padawans como vigilante del entorno y reconociendo las capacidades de cada uno de sus alumnos. Educar es cambiar destinos, tal y como pasó con Grogu quien desde que era aún más pequeño fue entrenado quizás por el mismo Yoda, sobrevivió a la guerra y está en busca de quién pueda desarrollarlo.
Nuestros pequeños amigos verdes desde sus roles de maestros y aprendices tienen la posibilidad de ser reflexivos. Podría esperarse más de Yoda porque el objetivo es que sus padawans aprendan “el mejor maestro el fracaso es” decía en el episodio VIII y es cierto, no hay que subestimar el potencial educativo que encontramos en nuestros tropiezos en el aula, en la vida y en todo lugar. Baby Yoda también reflexiona, eso se hace evidente cuando por medio de la fuerza se comunica con Ahsoka Tano, aprendiz de Anakin Skywalker (Darth Vader), a quien le cuenta su historia y le dice que él es un jedi dejando entrever la necesidad de continuar su entrenamiento, que se traduce en un “quiero seguir aprendiendo”.
Para muchos la vida de un jedi podría parecer restrictiva o muy limitativa, pero no necesariamente es así. Ellos procuran ofrecer su vida y su tiempo para defender la paz en la galaxia, ¿cuántos de nosotros no tenemos un ideal que perseguir? No son las prohibiciones las que nos deben mover, sino las afirmaciones de hacer de mi persona, mi familia, mi escuela, mi ciudad, mi país, mi mundo algo mejor. Yoda educa con responsabilidad para la vida, para cada decisión porque un jedi es “quien enfrenta la verdad y elige ser luz u oscuridad”. Grogu no tiene los años que Yoda, pero tiene la decisión firme de libremente perseguir el ideal que reconoce como valioso.
La vida del que aprende y del que enseña se entrelaza de tal forma que a lo largo de nuestra vida podemos intercambiar estos roles y por tal motivo es siempre importante reconocer nuestros talentos, sueños y sentimientos para aspirar a la mejora continua y es tarea del pedagogo, proponer y encabezar el cambio educativo en todas las esferas ya mencionadas empezando por uno mismo. Yoda, sabemos que incluso después de la muerte siguió enseñando y si bien es cierto, esto es una ficción, la educación es un ejercicio de inmortalidad pues ahora lo que uno ha compartido vive en alguien más y si es verdadero y bueno, no tendrá caducidad.
A manera de conclusión, pienso que todos podemos imaginar quién ha sido nuestro Yoda en la vida, quizás nosotros hemos sido ese maestro para algunos, pero seguramente hemos sido Baby Yoda, lo que nos lleva a identificar que la pedagogía está muy cerca, quizás más de lo que pensamos y que propiamente esta tarea de acompañamiento refleja no solo la importancia que tiene cada persona en su vida para aspirar a ser mejor, sino en la responsabilidad que implica formar a otros, y sobre todo formar a quienes forman. Esa esa la tarea propiamente pedagógica, formar a los formadores y que en ejemplos tan ficticios como reales, valga la expresión para atender a las grandes problemáticas sociales que tanto se describen y que desde la educación hacen falta propuestas que atiendan a esta realidad. Finalmente podemos concluir que el o la pedagoga que promueve el cambio se abraza la excelencia, porque entre muchas otras cosas, un pedagogo está llamado a ser un apasionado de la enseñanza, pero sobre todo un enamorado del aprendizaje.
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