¿Por qué existe una brecha entre lo que podría lograrse con la investigación de las escuelas de negocios y lo que de hecho se logra?
Los actores relevantes, sus prioridades y las interrelaciones entre ellos conforman el ecosistema de investigación.
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Estos actores incluyen: investigadores; revistas, editores y juntas editoriales; comités de evaluación y profesores; decanos, rectores y presidentes; agencias de financiamiento o fundaciones privadas; rankings de escuelas o universidades; y asociaciones de escuelas de negocios.
Dentro de este sistema, el artículo de revista es la unidad monetaria esencial. Los miembros de una facultad son evaluados en función de sus publicaciones en un conjunto de revistas de élite, determinado por "factor de impacto" o por su aparición en listas acordadas.
Las escuelas mismas son en parte evaluadas por su historial de publicaciones en estas revistas. Los futuros miembros de una facultad, a su vez, sopesan las oportunidades laborales de acuerdo con la reputación de las escuelas, basándose parcialmente en los registros de publicaciones.
Por lo tanto, quienes buscan la validación de su trabajo lo orientan hacia los estándares percibidos por editores y revisores. Dichos estándares, además, reflejan los valores de los consejos editoriales, que tienden a estar integrados por académicos consumados con éxito en el sistema actual de publicaciones.
Se ha logrado un equilibrio en el que un conjunto de acciones apoya a otro conjunto de acciones en mutuo refuerzo. Sin embargo, tal equilibrio evidencia el aislamiento local de los académicos y una clara desconexión de la sociedad que conforma el ecosistema de investigación.
El cambio sistémico en este equilibrio es complicado, pues cualquier modificación requiere acciones coordinadas por parte de actores clave en todos los puestos de decisión. Ninguno de ellos puede hacerlo solo.
Supongamos que un decano decidiera fomentar un tipo de trabajo diferente y más “responsable”, no recompensado por revistas de élite. Los profesores podrían entonces dirigir sus publicaciones a revistas especializadas o locales, pero esto dañaría la reputación de la escuela y perjudicaría su acreditación y financiamiento.
De forma alternativa, supongamos que el editor de una revista de élite decidiera romper con el grupo y publicar investigaciones sobre problemas sociales importantes, sin una teoría sólida o métodos avanzados. Probablemente ni los editores asociados ni el consejo editorial se inclinarían a abandonar los estándares.
Incluso aunque un editor tuviera éxito en reemplazar a su equipo con académicos accesibles, es casi seguro que como resultado habría una disminución en el impacto y la reputación de la revista, lo que la llevaría a ser retirada de la lista en cuestión.
O imaginemos que un organismo de acreditación quisiera cambiar radicalmente sus estándares sin la participación de profesores, decanos y editores. Ocurriría un problema muy similar, y un nuevo acreedor pronto sobrevendría para ocupar su lugar.
El cambio sistémico debe provenir de una acción coordinada. Sin ella, los intentos de las partes interesadas no podrían tener una repercusión significativa.
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