Uno de los mayores desafíos a que se enfrenta la investigación sobre problemas empresariales ha consistido en producir conocimiento académicamente riguroso y aplicable en sentido práctico.
Este desafío parte de dos problemáticas. La primera alude al hecho de que casi ningún empresario recurre a revistas académicas para obtener consejos sobre cómo mejorar sus habilidades o prácticas.
La mayoría de empresarios desconoce los conocimientos respaldados por la investigación que se publican en revistas académicas, los cuales normalmente no se incluyen en revistas orientadas a profesionales. Asimismo, tienden a aferrarse a medidas que a menudo la investigación ya ha disipado.
La segunda hace referencia a la tendencia de los investigadores a diseñar estudios sin la participación de empresarios o empleados, grupos a los que los resultados de sus estudios deberían estar destinados a ayudar.
Es momento de que las escuelas de negocios adopten una perspectiva más amplia al evaluar la investigación que pudiera tener un impacto académico. Aquí se proponen tres cambios principales.
Primero, las escuelas de negocios no sólo deberían medir el impacto dentro de la academia, sino también fuera de ella.
Por ejemplo, en lugar de contar la cantidad de veces que los artículos de un profesor han sido citados por otros académicos, también deberían observar la frecuencia con la que estudiantes, empresarios, y demás interesados los utilizan y promocionan. Esto se llama "enfoque pluralista sobre el impacto académico".
En segundo lugar, los académicos deben centrarse en realizar investigaciones que tengan un impacto positivo en las empresas y la sociedad, o lo que un equipo multidisciplinario global de académicos llama "investigación responsable".
La investigación responsable se ha descrito como una que equilibra los intereses de accionistas con la incidencia social y económica de las empresas. Utiliza métodos rigurosos para comprender los fenómenos locales y busca la verdad por encima de todo sin desatender la dimensión ética.
Las métricas que capturaran la efectividad con la que la investigación alcanza estos objetivos podrían constituir formas adicionales de evaluar el impacto académico.
En tercer lugar, dado que cualquier estudio de investigación es parte de un ecosistema, corresponde a todas las partes interesadas trabajar cooperativamente para recompensar la investigación responsable e ir más allá de los enfoques conocidos con objeto de difundir resultados de utilidad.
¿Cómo podría darse esto en la práctica? Las escuelas de negocios podrían observar las siguientes métricas: participación en eventos de alta difusión; publicaciones para profesionales; cobertura en medios apreciados por audiencias amplias; financiamiento de agencias reconocidas; asociaciones con partes externas.
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Cada una de estas métricas sería un reflejo de que la investigación sobre problemas empresariales ha tenido trascendencia en comunidades más allá de la academia.
Las escuelas de negocios también podrían confiar en las nuevas tecnologías para medir el impacto de los profesores.
Podrían considerar lo siguiente: inclusión del trabajo en bibliotecas digitales; número de descargas de artículos; participación en línea, tanto en redes sociales como con otros investigadores en sitios especializados; menciones en Wikipedia; debates en medios de comunicación, como periódicos, blogs y sitios web.
Las escuelas de negocios podrían emplear herramientas virtuales, conocidas como "altmetrics", para reunir datos sobre la frecuencia con la que se menciona la investigación en tales medios.
Evaluar a académicos con este tipo de indicadores daría lugar a un progreso en torno al segundo cambio que hemos referido: una investigación más relevante y útil. En particular, obtendríamos las siguientes ventajas:
(1) una población estudiantil más comprometida;
(2) un conjunto más amplio de individuos que utilizarían el trabajo académico, incluidos empresarios, empleados, consumidores y funcionarios, además de académicos;
(3) más probabilidad de que los temas de investigación y el diseño de la investigación incorporaran aportes de estos grupos;
(4) mayor diversidad en las metodologías de investigación utilizadas, incluidos los estudios a largo plazo;
(5) prácticas de investigación más éticas.
Habiendo sugerido lo anterior, la mayor parte de la comunidad académica debe participar simultáneamente en ampliar la forma en que se evalúa el impacto de la investigación.
A pesar del empuje cuesta arriba, es importante que las escuelas tomen la iniciativa para que las ciencias empresariales sobrevivan y puedan prosperar como un área relevante y rigurosa.
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