A menudo se piensa que la filosofía y las ciencias se encuentran en universos distintos o contrapuestos. Por un lado, la palabra “filosofía” nos hace pensar en una disciplina especulativa, teórica, casi poética. Por otro lado, el trabajo científico lo vinculamos inmediatamente con matemáticas, experimentación y manipulación de materiales y cosas concretas. Sin embargo, es habitual que personas con la inquietud de estudiar la licenciatura en Filosofía se sientan atraídos hacia alguna de las ciencias particulares o viceversa.
Esto no debe extrañarnos, pues, en realidad, no son tan distantes una de otra. La filosofía y las ciencias comparten muchas cualidades que las vinculan al grado que, en algunos puntos, es difícil distinguirlas. Y esto se remonta a los mismos orígenes de la ciencia: un poco de historia nos ayudará a entender los lazos entre estas dos disciplinas.
El origen común
Desde la antigua Grecia existía una cierta división entre la filosofía y la ciencia: el saber dividía, de manera general, en disciplinas filosóficas y matemáticas. Por ejemplo, la astronomía y la mecánica se consideraban parte de las matemáticas; y la física y la biología, parte de la filosofía.
Sin embargo, esa separación nunca fue muy clara, principalmente porque era la misma gente la que solía hacer tanto el trabajo científico como el filosófico. Desde Aristóteles y los pensadores árabes medievales, encontramos una gran cantidad de filósofos que colaboraron al avance de las ciencias.
Fue precisamente en el siglo XVII, cuando se dio la famosa Revolución científica, que los métodos de la ciencia y la filosofía comenzaron a distinguirse. No obstante, incluso cuando se empezaban a diferenciar con más claridad estas disciplinas, seguía habiendo grandes hombres que las cultivaban por igual: Descartes, Leibniz, Newton son sólo algunos ejemplos de estos filósofos-científicos. No es casualidad que una de las obras más grandes de la historia de la ciencia lleva precisamente por nombre Principios matemáticos de filosofía natural (Isaac Newton).
Semejanzas y diferencias
Sin duda, el método que siguen estas dos disciplinas es bastante diferente.
Las ciencias:
- se ocupan de resolver preguntas concretas y muy específicas en diferentes áreas del saber,
- se apoyan mucho en el conocimiento cuantitativo y matemático,
- demuestran sus hipótesis a través de experimentos físicos.
La filosofía:
- suele atender a problemas universales o abstractos,
- se apoya en la lógica, en la historia e incluso en otras ciencias particulares,
- demuestra sus hipótesis a través de métodos más variados como la fenomenología, el análisis cualitativo, la lógica simbólica o la hermenéutica.
Sin embargo, la filosofía y la ciencia comparten muchas cualidades por las que una persona puede sentirse atraída por igual a ambas disciplinas:
- buscan desentrañar los misterios del Universo.
- siguen métodos rigurosos y lógicos para demostrar sus conclusiones (en esto se distinguen de las pseudociencias o las creencias populares).
- comparten temas y objetos de estudio: la materia, el espacio, el tiempo, el origen del Universo.
Te puede interesar: 10 diferencias entre filosofía y literatura
En resumen, la filosofía y la ciencia tratan de comprender el funcionamiento del Universo a través de métodos rigurosos y bien fundados. Pero la ciencia lo hace desde una perspectiva concreta y resuelve problemas específicos y acotados: “¿A qué velocidad caen los cuerpos?”, “¿Cómo se comporta una esfera en un fluído?”. La filosofía, en cambio, intenta dar respuesta a preguntas más universales: “¿Qué es la materia?”, “¿Qué es el tiempo?”, “¿Existe finalidad en el Universo?”.
Ciencia y filosofía se complementan y se auxilian. Por eso es normal que exista gente que guste de tener un pie en una y el otro pie en la otra.
Te puede interesar: 4 razones para estudiar Filosofía en la UP
Si quieres saber más sobre la Licenciatura en Filosofía, el proceso de admisión o la Universidad Panamericana, ¡no dudes en contactarnos por WhatsApp!
Déjanos saber lo que pensaste acerca de este post
Pon tu comentario abajo.