Atravesamos la mitad del semestre online y en lo que a mi cátedra respecta -enseñanza artística del canto-, la experiencia en el entorno del aula virtual es variopinta, retadora y enriquecedora; corresponde a la forma de absorber conocimientos de parte del dicente por igual que a la forma de exponerlos por parte del docente, en un arte que implica búsquedas, vigilancias y controles mayormente no visibles.
Los maestros de esta área pasamos de exponer y guiar el contenido de clase presencial a hacer partícipes de la creación al alumno reflexivo, traslapando el espacio para la compañía de procesos sutiles; esta acción había sido generalmente dilatada en el camino del canto para ponerla en práctica con conocimiento de causa en momentos posteriores dentro del crecimiento del artista. Me refiero a que usualmente en dicho camino el discípulo se dejaba llevar en la etapa temprana por el docente, probando en tiempo real y de manera presencial estructuras de creación de sonido, reconocimiento de resonancias y exploración de apoyo diafragmático-abdominal, mismas que por el momento no podemos acompañar mas que a distancia.
Parte del trabajo es repetición de patrones sonoros o exposición de éstos con variantes que prueban la absorción del contenido o que examinan transformaciones para la comprensión del estudiante. En mi proceder, paralelamente a esta guía técnico-vocal, se ha necesitado acompañar la formación de la auto observación de manera más estructurada; en primer lugar, de procesos físicos, algunos sutiles y otros más evidentes de arreglo postural, y al mismo tiempo, facilitar herramientas más extensas de técnica, conciencias escénicas e incluso de regulación emocional.
Lo anterior me ha implicado un nivel más alto de empatía con relación a sus emociones ante las circunstancias y el cómo reacciona su voz ante sus emociones, ante esas circunstancias. A ello me permito añadir el concepto de empatía vocal, el cual propondría definir como el reconocimiento a distancia y la identificación de los procesos intrínsecos al aprendizaje del canto que tienen que ver con la propiocepción del alumno de canto a nivel profesional; reto éste para el educador. Si atendemos a la raíz de dicho término, propiocepción[1], implicamos un entrenamiento en el autoconocimiento del alumno, desarrollo de destrezas motoras finas, una relación de tonicidad-relajación justa para el instrumento vocal y adecuación acústica de espacios internos de resonancia. Nuestra tarea ha sido, en parte, aumentar esa sensibilidad con cada uno, en un trabajo que se ajusta al proceso cognitivo artístico intelectual o perceptual personal.
Mi reflexión con esto es que nosotros que atendemos con el crecimiento del instrumento de la voz, en esta etapa a distancia, estamos siendo testigos de una importante apertura en exploraciones individuales que no se trabajaban usualmente de esta forma en nuestra área. Procuro favorecer una programación lingüística que los lleve adelante y descartar el no puedo, que he escuchado más veces en estos meses que nunca antes en mi quehacer docente.
Como resultado, quiero pensar gustosamente que estamos fomentando artistas conscientes, sanamente empoderados, libres. Si mi reflexión es cierta, concluyo satisfecha que cuando las circunstancias sean propicias para hacer arte en el aula frente a frente, tendremos alumnos llenos de nuevos procesos y adquisiciones, y complacidos de sí mismos.
[1] Adapt. del ingl. propioception, y este del lat. proprius ‘propio’ y la t. del inlg. perception ‘percepción’. 1. F. Psicol. Percepción inconsciente de los movimientos y de la posición del cuerpo, independiente de la visión. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.3 en línea]. <https://dle.rae.es> [9 de octubre de 2020].
Maria Callas
Irasema Terrazas, soprano mexicana con importante trayectoria internacional, es profesora de canto en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Panamericana.
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