Al hablar de filosofía solemos pensar en sus inicios: hombres en toga paseándose por la antigua Grecia. Pocos de nosotros imaginamos qué hace un filósofo hoy en el mundo profesional; sin embargo, la realidad es que los filósofos lo han invadido: las empresas, los medios de comunicación y la política, además de la academia, les deben muchos de sus avances más innovadores a filósofas y filósofos.
Por eso, la pregunta ¿A qué se dedica un filósofo? tiene todo tipo de respuestas. El estudiante de filosofía aprende a pensar en problemas complejos cuya solución nunca es evidente, pues se encuentra debajo de las apariencias. Su capacidad de análisis le permite descomponer fenómenos en sus componentes últimos; mientras que su pensamiento sintético le permite articular elementos diversos en un todo armónico.
Los principales ámbitos de desarrollo de un egresado en filosofía son los siguientes:
Investigación y docencia
El filósofo es un apasionado del conocimiento. Por esto, la universidad es uno de los entornos que más le atraen. Su visión integradora del saber lo capacita para el trabajo interdisciplinario. Los recursos institucionales le ayudan a crear y difundir conocimiento acerca de las preguntas que dan sentido a nuestra vida, como: ¿qué es el ser humano?, ¿cuál es su lugar en el universo?
Como docente, puede sembrar inquietudes en sus alumnos que los impulsen a cuestionar el statu quo, imaginar nuevos mundos posibles y analizar su realidad con rigor lógico.
Filosofía y empresa
La visión de conjunto propia del filósofo lo capacita para pensar a la empresa como a un organismo. Esto le permite asumir puestos directivos, de análisis de riesgo y consultoría estratégica en áreas de administración. Casos muy sonados son el cofundador de Paypal, Peter Thiel; el cofundador de Wikipedia, Larry Sanger, y hasta el fundador de la UP y el IPADE, Carlos Llano Cifuentes.
También, su formación humanista le permite abordar la ética de los negocios y el cumplimiento normativo. Ante las acuciantes desigualdades raciales y de género que encontramos en el mundo laboral, la visión integral del filósofo permite crear condiciones laborales más humanas donde todos puedan desarrollar su potencial. Esto lo vuelve un componente esencial en el área de recursos humanos.
Filosofía y medios de comunicación
El lugar de la cultura contemporánea está, en buena medida, en los medios de comunicación: series, películas, música, podcasts y literatura son buena parte de nuestro legado cultural para la posteridad. Estos medios necesitan contenidos con fondo que vayan más allá de repetir lugares comunes y fórmulas trilladas.
El filósofo, con su profundo conocimiento histórico y su capacidad de análisis de la realidad contemporánea, es capaz de innovar en un campo que necesita voces frescas y, a la vez, significativas. Por esto, no es sorprendente que personajes tan diversos como T. S. Eliot, Matt Groening y Lana del Rey sean todos filósofos.
Filosofía y política
Existe un antiguo debate entre la importancia de interpretar el mundo y la necesidad de transformarlo. Este debate se pone en relieve cuando la filosofía se encuentra con la esfera pública contemporánea: llena de ruido y fuerzas fácticas, pero carente de discursos, de una narrativa común, de conciencia histórica.
La filosofía le recuerda al ser humano su condición de animal social, inserto en un contexto que forma parte de su identidad. Más allá de figuras públicas como el presidente de Francia Emmanuel Macron, quien se tituló de filosofía con una tesis sobre Hegel, la agudeza del filósofo lo convierte en un excelente asesor político, capaz de diagnosticar la realidad social de su tiempo. Su intervención ayuda a diseñar políticas públicas que atiendan las causas, y no sólo los efectos.
Estas son las áreas principales en las que se desarrollan los filósofos; pero las posibilidades son tantas como las personas que eligen estudiar esto como carrera. Quien cursa una licenciatura en filosofía decide aprender a ver el mundo con ojos capaces de transformarlo.
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