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Escrito por Universidad Panamericana en línea
en noviembre 25, 2025

Es un lugar común creer que la Edad Media fue un periodo árido para la cultura como para el pensamiento. Parte del problema proviene de que nos referimos a una época que abarca más o menos un milenio y, desde un punto de vista relativo, no se tienen tantas referencias como las de otras etapas históricas más cortas.

Sin embargo, aunque la mayor parte de los pensadores medievales abordaron cuestiones teológicas, sus teorías incidieron de forma considerable en el desarrollo de la metafísica y de la lógica.

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No solo esto, además, tanto el mundo islámico como el judío contribuyeron a nutrir la cultura presente a través de las ideas de grandes pensadores como lo fueron Maimónides, Avicena y Averroes.

Este artículo se propone a mostrar la riqueza cultural en el medioevo a partir de la exposición del pensamiento de los 10 filósofos más representativos de la Edad Media.

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Habitación de estudio  filosófico en recinto medieval

 

La filosofía en la Edad Media

Antes de comenzar con ellos, vale la pena que nos preguntemos: ¿qué podemos decir que define a la filosofía en la Edad Media?

Aquí la respuesta:

En esencia, su interés por la metafísica examinada desde una perspectiva monista - que sostiene que la realidad está constituida por una sola sustancia- y su proximidad a la teología a través de una tradición exegética (o de interpretación) basada en comentarios de textos como la Biblia y escritos de autores griegos y latinos.

No obstante, también se construyeron múltiples teorías con profundidad metafísica y argumentos con gran solidez lógica que sirvieron como fundamento para el planteamiento de ideas posteriores.

En gran medida, esta modalidad de estudios fue muy significativa en cuanto dio origen a las primeras universidades, que tenían la intención de transmitir las ideas surgidas y de expandir su influencia por el mundo conocido.

A pesar de su acceso a una visión reducida del mundo, que aún no había sido impactada por el influjo de la ciencia moderna o avances tecnológicos considerables, los filósofos medievales presentan una gama amplísima de formas de concebir la realidad y de acercarse a las preguntas trascendentales

En cierto modo, funcionaron como la base del florecimiento renacentista y también fueron un punto de partida necesario para la exploración intelectual de la corriente racionalista. 

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Los 10 filósofos esenciales de la Edad Media

Como muchas otras tareas que tratan de una elección, escoger a los diez filósofos más representativos de este periodo puede someterse a discusión interminable.

Pero para el propósito de resumir el bagaje del pensamiento medieval, enumeramos 10 personajes de inmensa importancia que lo dibujan tanto de manera amplia como precisa.

Compartimos un esbozo ilustrativo de su vida e ideas principales.

 

  1. San Agustín de Hipona

Nació en Tagaste, provincia romana en el Norte de África, en el año 354. Junto con Santo Tomás de Aquino, es la figura más importante de la filosofía de la Edad Media. Él del primer periodo, el otro del más tardío (escolástica).

El tema central de sus preocupaciones es la relación entre la fe y la razón. Según Agustín, la razón anclada en la necesidad de encontrar la verdad conduce a la fe, y la fe alimenta a la razón para adquirir una comprensión completa del mundo y de Dios. Esto se refleja en sus Confesiones, su obra más trascendente y profundamente humana.

Nutrido por las teorías de Platón a través de Plotino, el exponente clave del neoplatonismo, es que pudo cimentar la base racional de Dios como creador y fundamento del mundo, el único principio del que emanan todas las demás cosas de forma sucesiva.

Establece que la esencia de Dios es simple, su ser y atributos no difieren de ella. Como es la fuente de todo cuanto existe y solo Él es capaz de subsistir por sí mismo, su naturaleza es el Bien supremo. El Mal es, por consiguiente, una privación del Bien y no una contraparte.

El ser humano, que también constituye una pieza determinante de su visión filosófica, posee una sustancia dual conformada por una parte material, el cuerpo, y otra espiritual, el alma. Dado que es alma el elemento que le da la vida y la racionalidad, su felicidad estriba en que se guíe por ella para alcanzar el Bien mayor (que es Dios).

 

  1. Boecio

Teólogo y filósofo latino nacido en Roma en 480 d. C, Boecio provino de una familia ilustrada y fue educado en Atenas, donde se convirtió en gran conocedor de las obras de Platón, Aristóteles y Plotino. 

Además de ser el primer pensador en idear una definición mínima y coherente de lo que es una persona, “sustancia individual de naturaleza racional”, realizó el más grande aporte al desarrollo de la lógica medieval al introducir el problema de los universales a través de una traducción de la obra Isagoge del filósofo Porfirio.

El problema de los universales trata de discernir si las ideas universales tienen existencia real -fuera de la mente- o si son meras ideas creadas por el hombre para entender cosas más concretas. Boecio apostó por una postura media, en la que estas sí tienen una existencia independiente pero solo en tanto pueden apreciarse por medio de objetos tangibles.

En su Consolación de la filosofía, escrita en prisión y pocos años antes de su muerte, realza el poder del pensamiento filosófico para llegar a la verdadera felicidad, que está en el Bien imperecedero y no en cualquier otro tipo de bien material.

 

  1. Avicena

Fue un reputado polímata y filósofo de origen persa, que nació en Afshana (hoy en Uzbekistán), en la región de Jorasán, en el año de 980. Perteneciente a la dinastía samaní, docta en filosofía árabe, recibió una educación enciclopédica desde muy pequeño.

Llegó a ser muy versado en el pensamiento de Aristóteles y se convirtió en uno de los primeros personajes musulmanes en estudiarlo cuidadosamente. Lo integró en su filosofía junto con el neoplatonismo y también facilito su interpretación para los escolásticos que vendrían después.

Dos de sus aportaciones cruciales son el concepto de emanación y el argumento del “hombre flotante”, reminiscente del cogito ergo sum de Descartes. En la primera, postula que de Dios (o sustancia primera) emanan varias inteligencias en diferentes grados. El intelecto humano se conecta con la inteligencia activa, la más alta, para poder descubrir verdades universales.

Por otro lado, el “hombre flotante” es un experimento filosófico en el cual plantea la existencia de una persona suspendida en el aire, sin acceso a ningún sentido ni contacto con el mundo material. Concluye que, a pesar de esto, la persona podría tener conciencia de sí misma, aunque de nada más, como conocimiento seguro.

 

  1. Anselmo de Canterbury

También conocido como San Anselmo, nació en Aosta (ciudad en los alpes italianos) en el año 1033 y más tarde llegaría a ser y concluir su vida como arzobispo de la ciudad de Canterbury.

Anselmo es el fundador de la tradición escolástica, que se basa en la filosofía grecolatina para la comprensión del dogma cristiano a la luz de la razón. También él daba suma importancia al vínculo inseparable entre fe y razón; en que la fe tiene primacía para acercarse a la verdad, pero es nuestra capacidad racional la que puede develárnosla con mayor claridad

Su contribución más relevante a la filosofía es, sin duda, el argumento ontológico, que aún hoy es uno de los que tiene mayor peso en la demostración lógica (no empírica) de la existencia de Dios.

A grandes rasgos, el llamado argumento ontológico consiste en que lo más grande que puede pensarse es necesariamente real, puesto que la realidad es más perfecta que el pensamiento. 

Y sigue: Dios es el ser más grande que puede ser pensado, por eso debe ser real. Si solo existiera en la mente, entonces un ser más grande debiera existir tanto en la realidad como en la mente -subordinada a aquella-, lo cual resulta imposible.

 

  1. Pedro Abelardo

Pedro Abelardo es reconocido como el filósofo más eminente del siglo XII. Nacido en 1079 en Le Pallet al oeste de Francia, fue muy estudioso desde joven. Abandonó la vocación militar para dedicarse a la enseñanza y más tarde se convirtió en clérigo.

Encara de lleno también el problema de los universales, en el que se sitúa en una posición intermedia (como Boecio) pero más próxima al nominalismo, o la postura de que las ideas universales no existen en la realidad, solo los nombres, como afirmará posteriormente Guillermo de Occam.

Su posición es la del conceptualismo, que afirma que los universales sí tienen una existencia en la mente como categorías lógicas, mas no fuera de ella.  Son, entonces, más que palabras, ya que radican en la mente como conceptos.

Asimismo, comparte una visión ética que rompe con moldes anteriores y propone una moral menos preceptiva. Sugiere que la bondad o maldad de un acto está en la intencionalidad del mismo y es calificada por la conciencia racional. Elimina, así, la posibilidad de hacer el mal desde la ignorancia.

 

  1. Averroes

Proveniente de una familia de juristas, Averroes nació en Córdoba (hoy en España), en ese entonces parte del Imperio almorávide, en el año de 1126. Estudió leyes y medicina y ejerció como médico.

A Averroes se le conoce por ser uno de los comentadores más prolijos de la obra de Aristóteles, cuyas traducciones y comentarios fueron luego analizados por los pensadores escolásticos. En suma, su trabajo fue decisivo para que la obra del maestro griego se reintrodujera en Occidente.

Este filósofo, al igual que otros predecesores y contemporáneos, se interesó por la conciliación entre razón y fe. Su postura recurre a la complementariedad, ambas arriban a una misma verdad; la fe desde la revelación, la razón desde la lógica.

Rechazó el que puedan existir simultáneamente dos verdades distintas, cualquiera de los dos caminos descritos desembocaría en una sola y misma verdad.

En muchos otros aspectos de su filosofía se apegó a la aproximación de Aristóteles, sin reinterpretarlo.

 

  1. Maimónides

Maimónides, al igual que Averroes, nació en Córdoba (pero en 1135) y vivió durante el mismo tiempo que él. De linaje judío sefardí, su padre también descendía de una familia de jueces. Otra coincidencia más es que ejerció la medicina como profesión.

El filósofo judío concilió las enseñanzas de la Torah con el pensamiento de Aristóteles en su libro más famoso, La guía de los perplejos, que a su vez influyó significativamente en Santo Tomás de Aquino.

Su idea más destacada es la que sostiene a la teología negativa, que se distingue por evitar el uso de atributos positivos para conocer a Dios, pues este trasciende cualquier descripción basada en cualidades cognoscibles. Para él, Dios no puede ser plural, pues esto comprometería su prioridad lógica y metafísica, que no es compuesta sino simple.

De igual modo, se opone al conocimiento antropomórfico de Dios como se presenta en la Torah y considera que este solo es necesario de forma pedagógica, pero debe superarse para conocerlo en esencia.

 

  1. Juan Duns Escoto

De origen escocés y de la localidad de Duns, que también era el apellido de su familia, es el máximo representante de la escolástica tardía, junto con Guillermo de Occam y Tomás de Aquino.

A Juan Duns Escoto suele considerársele opositor de las tesis aristotélicas de Aquino, pero fue más bien muy hábil para sintetizar el aristotelismo y el neoplatonismo de San Agustín, por lo que es un error estimarle como oponente del pensamiento tomista. Una de las diferencias principales es que él abrevó sus ideas de Avicena, mientras que el otro, de Averroes.

Quizá lo que mejor caracteriza su metafísica es el voluntarismo, en el que propone que Dios no crea por necesidad, de modo que la esencia de las cosas es contingente (o es por accidente) y existe porque Dios las ha creado con libertad absoluta -y no porque haya sido necesario-, al poder ello haber sucedido de otra manera.

También, su reflexión sobre que el “ser en cuanto ser” es la cualidad fundamental de la realidad y el primer objeto del conocimiento, lo separa de quienes piensan que lo es Dios o la esencia de las cosas sensibles. Duns Escoto plantea que este concepto de ser común es aplicable a todo cuanto existe.

 

  1. Guillermo de Occam

Guillermo de Occam fue un fraile franciscano inglés, oriundo del condado de Surrey, en el sureste del país. Es uno de los tres exponentes clave de la filosofía en la Baja Edad Media.

Occam, en su adultez temprana, se vio envuelto en una polémica que lo implicaba como autor de una herejía debido a la naturaleza de su pensamiento. Esto lo relegó a pasar arresto domiciliario por cuatro años bajo la orden del papa Juan XXII.

No obstante, las ideas de Occam son bastante importantes en cuanto se distancian de las de otros pensadores de su época. Critica duramente al aristotelismo y concibe una propuesta que puede tildarse de empirismo epistemológico, es decir, en que es posible conocer los objetos individuales a través de la intuición, sin que tenga que recurrirse a ninguna abstracción.

De igual modo, abraza el nominalismo. En el problema de los universales, el nominalismo es la postura más extrema inclinada hacia el realismo, con oposición directa al idealismo platónico. En este, las únicas cosas reales son los objetos en sí. No existen las ideas universales, solo los nombres para conocer objetos que agrupamos genéricamente.

También presentó una forma idónea de acceder metodológicamente al conocimiento, que más tarde se llamó la Navaja de Occam. Es un principio de economía del pensamiento que establece que el menor esfuerzo del intelecto, con el mayor resultado posible, es el que apunta a la verdad.

 

  1. Santo Tomás de Aquino

Tomas de Aquino es reputado por muchos como la figura más trascendente de la filosofía medieval. Nacido en Roccasecca en la región de Lacio (Italia) el año 1225, fue un fraile de la orden dominicana, que recién había sido fundada cuando él se unió.

Es el sistematizador y sintetizador por excelencia del aristotelismo y cristianismo, cuyo trabajo aún constituye la base filosófico-teológica de la Iglesia Católica.

Sus dos obras cumbre son la Suma teológica y la Suma contra gentiles. La primera es un tratado extenso que contiene todas las enseñanzas de las cuestiones centrales de la Iglesia, explicadas y defendidas con razonamientos de base aristotélica. La segunda es de intención apologética y busca refutar proposiciones que se oponen a la fe.

Aunque es difícil resumir sus contribuciones, algunas de las más críticas son: Dios como ser subsistente de todo cuanto es, no solo como primer motor o causa primera; el ser como existir (cuyo origen llega a ser por una causa distinta de sí); y el alma como forma individuante (del cuerpo) que capacita al hombre para razonar con libertad y autonomía.

En derecho, sus aportes constan de anteponer el bien como fin de la vida humana, al que se dirige la razón por encauzamiento natural; y la noción de que la ley natural se deriva de esta tendencia, mientras que la ley positiva ha de apegarse a la primera.

 

Escultura de Aristóteles enseñando a dos santos medievales

 

Debe esclarecerse que es imposible reducir la riqueza y versatilidad del pensamiento en la Edad Media a solo estos diez autores, que de hecho ayudan a ilustrarlo bastante bien.

Habría que tener en cuenta que hablamos de varios siglos y situaciones culturales e históricas que no pueden limitarse a una exposición rápida o a un grupo pequeño de personajes. Sabemos, por ejemplo, que el mundo judío y árabe tuvieron un auge digno de ser repasado y a menudo no se enfatiza suficientemente su influencia.

Para finalizar, creemos que no solo debiera ser tarea del experto, sino también del interesado, ahondar en la materia y profundizar en el descubrimiento de una materia tan cautivadora como esta. Aquí quizás están solamente los primeros pasos para guiarlo en una nueva misión.

 

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