Son muchas las maneras en que es posible considerar a la administración empresarial. Las visiones de que esta es un arte, por un lado, y una disciplina técnica, por el otro, están bastante extendidas. Pero, en definitiva, la administración también es una ciencia.
En primer lugar, es preciso definir lo que es la ciencia para poder entender este punto de vista. Más allá de cualquier complicación especulativa particular, si acudimos a una de sus definiciones más elementales, que no por ello carece de objetividad, la ciencia (según la primera acepción de la RAE) es un “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales”.
Esta definición es muy precisa en cuanto no contradice una porción significativa de otras sobre el mismo concepto. Pues bien, la administración cumple con todos los requisitos incluidos dentro de aquella para ser entendida como disciplina científica y emprender su propia misión de conocimiento como tal.
El carácter práctico de la administración como ciencia
A pesar del predominio en la orientación y el origen teórico de las ciencias, algunas de ellas se rigen por una pauta práctica en cuanto su estudio únicamente puede ser abordado una vez que existen como actividades humanas, tal es el caso de las ciencias políticas, la economía e incluso la pedagogía. La administración entra dentro de esta categoría.
El interés primordial al tratarla así consiste en perfeccionar el funcionamiento y la eficiencia de distintos aspectos de los negocios u organizaciones. Primero rige su carácter aplicable y la solución material de los problemas habiendo sido observada su naturaleza, y de forma muy secundaria las reflexiones y deducciones capaces de motivar el emprendimiento tangible del alcance de estos.
De cualquier modo, dada la uniformidad y la verificabilidad en los procesos para mejorar áreas como la estrategia empresarial y la inteligencia de negocios -por más diversificación que presenten-, la posible sistematización de sus conocimientos y la capacidad para inducir principios ejecutables, se reafirma en la administración su calidad de ciencia.
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La administración en la participación interdisciplinaria
Aunado a lo anterior, sería insoslayable aludir a la creciente interdisciplinariedad en todas las áreas del conocimiento y dentro de los baluartes académicos. Dicha tendencia intersectorial es en gran parte facilitada por el enfoque científico de diferentes disciplinas, lo que permite una mayor objetividad al encarar la expansión de saberes fidedignos y una aplicación concreta y directa de las soluciones propuestas.
Así, Bernardo Klikberg, economista argentino experto en liderazgo empresarial, por ejemplo, enfatiza que una de las condiciones clave para que la administración pueda ser una ciencia es llevar a cabo un esfuerzo programado y sistémico de índole interdisciplinaria que incorpore todos los encuadres de la investigación en una unidad bien delimitada.
A su vez, conviene empapar la cultura administrativa de otras y enriquecidas perspectivas capaces de ampliar sus horizontes marcadamente, así como de alentar a los futuros líderes de negocios a familiarizarse con técnicas de investigación y fundamentos más profundos para aumentar su competitividad en el entorno tan impredecible de nuestra actualidad.
El futuro acelerado de la administración
Día a día se incrementan las tendencias a las que necesitan adaptarse las empresas con la finalidad de sobrevivir en el entorno cambiante que avanza sin tregua en el que deben competir con proyectos equiparables y satisfacer nuevas demandas, algunas de las cuales son la innovación tecnológica, la incursión en los medios digitales y la evolución de las estructuras organizacionales.
Pareciera ser que la mejor alternativa para que logren tal adaptación está en el poder de la investigación como herramienta fundamental de la ciencia. Principalmente a través del rigor que encarna tendrán el acceso a las ventajas sobre la competencia en un panorama que ha dejado atrás métodos más tradicionales de crecimiento.
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Si bien los adelantos de la tecnología empresarial, la ciencia de datos y la inteligencia de negocios pueden funcionar sin su ayuda, lo más probable es que aquellos líderes que comprendan la importancia de aproximarse a la administración como disciplina científica en un contexto donde tales aspectos serán indispensables, tendrán una mayor oportunidad para mantenerse a la vanguardia de esta evolución incesable.
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