Debido a una creciente competitividad en el campo de la financiación, ahora más que nunca se espera que los investigadores logren un impacto en la ciencia, la industria y la sociedad.
Los organismos de financiación se interesan cada vez más en asociaciones público-privadas con objeto de reducir la brecha práctica entre los centros universitarios de investigación y el mercado.
Si bien un investigador podría creer que la industria tiene poco que ofrecerle (y viceversa), las asociaciones fructíferas con múltiples empresas pueden aportarle varias ventajas además de cumplir con los criterios de una próxima solicitud de proyecto.
¿En qué se beneficia la industria?
Empresas que forman parte de muchas industrias suelen enfrentar numerosos obstáculos en su camino hacia el éxito comercial, así como el desafío implícito a los largos tiempos de desarrollo, la expiración de las patentes y el aumento de la complejidad y el costo de la I + D.
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Estas empresas necesitan innovar de forma continua para asegurarse una cartera competitiva de productos. La colaboración con grupos de investigación académica les brinda acceso a talento altamente calificado, conocimientos especializados y equipos e instalaciones de última generación.
Mientras que la industria a menudo se enfoca en minimizar la exposición al riesgo, los investigadores académicos tienen la libertad de realizar investigación de vanguardia y ayudar a implementar los elementos disruptivos necesarios para una innovación transformadora.
Aprovechar estos recursos les permite a las empresas diversificar sus productos y su tecnología con poco riesgo y un alto retorno de la inversión. Además, las alianzas con investigadores aumentan la credibilidad para los inversores, al tiempo que se edifica una red de líderes de opinión capaces de respaldar futuros productos.
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¿En qué se beneficia la academia?
Los investigadores académicos se encuentran sometidos a una presión cada vez mayor para obtener la financiación de fuentes externas. Colaborar con la industria les ofrece varias alternativas interesantes con que pueden financiar su investigación: desde pago por servicio hasta proyectos de investigación compartidos.
Además, la industria puede ofrecerles la oportunidad de contribuir a desarrollar soluciones para problemas de la vida real y llevar sus conocimientos a ser aplicados.
Es muy gratificante apreciar el conocimiento traducido en herramientas que abordan necesidades insatisfechas y pueden beneficiar a otras personas: las relaciones productivas con socios comerciales pueden acelerar este proceso.
Además, las empresas les aportarían su propia experiencia específica, que va desde inteligencia de mercado hasta el uso de tecnologías de alto rendimiento, con los que podrían identificar nuevos problemas y acelerar sus esfuerzos de investigación.
Por último, una colaboración exitosa con la industria proporciona evidencia de la excelencia profesional que impulsa la innovación y tiene la capacidad de lograr cambios positivos en la sociedad, lo que aumenta la futura credibilidad.
¿Cómo puede funcionar este tipo de asociaciones?
Es mejor concentrarse en establecer pocas asociaciones productivas que puedan convertirse en verdaderas alianzas. Pueden encontrarse representantes del mundo empresarial con los que se comparta visión y continuar construyendo la relación. Primero, es preciso definir el alcance de la colaboración y gestionar expectativas.
Debe elaborarse un plan sólido en el que se acuerden objetivos, entregables y metas, para que pueda medirse el éxito de la colaboración. Deben discutirse también los lineamientos financieros y cómo se tomarán las decisiones.
Los investigadores deben asegurarse de que exista una estrategia de publicación, de modo que no se ponga en peligro la propiedad intelectual. Establecer relaciones con la industria no es muy distinto de manejar solicitudes de proyecto, en que siempre debe ser una prioridad definir con claridad tareas y responsabilidades.
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