“La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás”.
Esta frase, de Winston Churchill, refleja la paradoja del sistema democrático: imperfecto, frágil y lleno de contradicciones, pero, aun así, es el modelo que mejor garantiza la legitimidad del poder, la participación ciudadana y la protección de los derechos.
A pesar de sus beneficios, en México y en el mundo, la democracia actual se encuentra en un momento de inflexión:
- La ciudadanía desconfía de las instituciones.
- La desinformación distorsiona el debate público.
- Hay un aumento de las posiciones políticas extremistas.
- La violencia contra defensores y periodistas limita el pluralismo.
Todos estos puntos forman parte de una problemática que pone en duda las capacidades de la democracia para salir avante ante la incertidumbre política, tanto a nivel global como local.
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En este artículo examinaremos de forma breve los principales retos de la democracia en el siglo XXI y plantearemos reflexiones sobre cómo se podría responder a ellos.
Instituciones, Estado de derecho y concentración de poder
El funcionamiento democrático depende de que exista un Estado de derecho sólido y de instituciones capaces de actuar con autonomía. Cuando estas carecen de independencia o recursos, se pone en entredicho la imparcialidad de procesos tan delicados como las elecciones o la impartición de justicia.
La concentración de poder en un solo actor político limita los contrapesos y genera la percepción de que se está en un terreno desigual. Este escenario afecta la confianza común en las reglas y abre la discusión sobre la viabilidad de los equilibrios democráticos.
La crisis de la democracia y la credibilidad ciudadana
En distintos países se observa una caída sostenida en los índices de confianza hacia los partidos, parlamentos y gobiernos.
La percepción de que la política carece de eficacia debilita la legitimidad del sistema y reduce la capacidad de los gobiernos para tomar decisiones con el respaldo de la sociedad.
Este desgaste no es exclusivo de una nación, sino un patrón global que se traduce en una menor estabilidad política y en mayor espacio para los liderazgos personalistas.
Participación ciudadana y cultura democrática
El abstencionismo, la apatía hacia los procesos electorales y la falta de interés en mecanismos de deliberación pública hacen entrever que amplios sectores sienten que sus acciones tienen poco impacto.
Revertir esa tendencia requiere de la voluntad de mantener diversas estrategias que sean efectivas, tales como:
- Fortalecer la educación cívica
- Abrir espacios de diálogo entre instituciones y sociedad
- Establecer mecanismos visibles de rendición de cuentas.
Para hablar de una democracia real es indispensable que el pueblo participe y pueda mantener una comunicación directa y horizontal con su gobierno.
Democracia en el siglo XXI: tecnología, información y desinformación
Las nuevas tecnologías posibilitan que la información viaje instantáneamente, así como que cualquier persona o grupo pueda convertirse en un medio de noticias y opinar respecto a la vida pública.
El problema es que esto también abre la puerta a la difusión de noticias falsas, a narrativas polarizantes en búsqueda de atención y al exceso de información que abruma al público, del cual un gran porcentaje termina por ignorar lo que ocurre en política o por sesgarse ante aquellos datos que sólo respaldan sus ideas.
Esta dinámica afecta la calidad del debate y dificulta la construcción de consensos. La democracia del siglo XXI enfrenta así un reto doble: garantizar libertad de expresión y, al mismo tiempo, promover una cultura de verificación y responsabilidad informativa.
Derechos humanos, seguridad y pluralismo
El respeto a los derechos humanos constituye la base de cualquier democracia actual. Sin embargo, la violencia contra defensores, periodistas y activistas refleja que el pluralismo aún enfrenta obstáculos significativos.
El pensamiento crítico que no se queda en la superficialidad es vital para la existencia de sociedades democráticas. Dado que todo gobierno es criticable, el que las personas que cuestionan las decisiones públicas se sientan en peligro parece una contradicción a los principios de pluralidad y de derechos humanos.
Además, integrar estos derechos en la agenda es imprescindible para que la igualdad sea parte sustancial del sistema, y no un principio meramente formal.
Amenazas internas y externas a la gobernabilidad
Los desafíos internos se ven amplificados por factores externos. Tensiones geopolíticas, flujos migratorios y crisis internacionales repercuten directamente en la estabilidad de los sistemas políticos.
Al mismo tiempo, la proliferación de discursos meramente populistas o autoritarios en diversas regiones influye en el clima democrático más allá de las fronteras nacionales.
En este contexto, la gobernabilidad requiere que las demandas locales puedan ser atendidas y la adaptación a un entorno internacional cada vez más interdependiente y complejo.
Un desafío sistémico para la democracia presente y futura
La fragilidad institucional reduce la confianza; la desconfianza alimenta la apatía; la apatía combinada con la desinformación potencia la polarización; la violencia contra defensores y periodistas limita la pluralidad; y todo ello ocurre en un escenario internacional marcado por tensiones y riesgos compartidos.
La democracia enfrenta, por tanto, un desafío sistémico, en el que cada problema se conecta con los demás y configura una coyuntura crítica para su futuro.
Para responder salvaguardando los principios democráticos se requieren dos apuestas de largo plazo: una educación cívica capaz de formar ciudadanos críticos y participativos, y la preparación ética, técnica y especializada de quienes ejercen la política.
Solo así será posible sostener este sistema, que, pese a sus imperfecciones, continúa siendo el más legítimo y representativo.
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Referencias:
- Dahl, R. A. (1999). La democracia: una guía para los ciudadanos. Taurus.
- Levitsky, S., & Ziblatt, D. (2018). Cómo mueren las democracias. Ariel.
- Woldenberg, J. (2013). México: la difícil democracia. Taurus.
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