La resiliencia es nuestra capacidad de hacer frente a la adversidad y de seguir adelante, es una actitud de perseverancia: importante en la adolescencia para el estudio, los deportes, las relaciones y, de hecho, cualquier aspecto de la vida. Aprender de los fracasos, las críticas y los reveses nos sirve para desarrollarla.
Aquí hay algunas maneras sencillas en las que puedes llegar a ser más resiliente durante la preparatoria:
Convive con personas que te inspiren
Aunque se suele pensar que las personas con intereses similares y rasgos de personalidad parecidos tienden a juntarse, ¿qué tal si tus amigos no te hacen ningún bien?
Si te rodeas de personas negativas, seguramente también comenzarás a cultivar puntos de vista parecidos. Sin que te des cuenta, esta perspectiva afectará todas las áreas de tu vida.
Haz un esfuerzo por encontrar personas que le aporten valor a tu vida y que te enseñen a ser fuerte ante la adversidad, procura convivir con ellas. Lo más probable es que aprenderás de ellos, lo cual te ayudará a convertirte en una persona más positiva.
Adapta tu mentalidad
¿Has oído hablar de tener una mentalidad de crecimiento? Ésta implica estar convencido de que uno puede aprender y cambiar. Algunas personas creen que son de cierto modo y no hay nada que hacer al respecto para cambiar. Por ejemplo, pueden tener mal genio y pensar que así son.
Otros creen que hay una manera de ser mejores y trabajan consigo mismos para mejorar. Tú puedes ser de estos últimos si te esfuerzas por conducirte de una manera diferente y por exigirte más de la cuenta.
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Al sólo admitir que puedes y que necesitas cambiar, te harás más resiliente. Esto se debe a que prestarás atención a las críticas, los fracasos, los éxitos, los elogios y harás lo posible por convertirte en una mejor persona.
Estos obstáculos en el camino te servirán para que aprendas a ser valiente, pues tu mente aceptará los altibajos de la vida y te llevará a pujar hacia adelante frente a situaciones de fracaso o de triunfo. Si tu mentalidad es bastante fija y crees que es imposible cambiar, te rendirás con mayor facilidad.
Después de todo, si uno no puede cambiar, ¿por qué habría de molestarse?
Replantea el fracaso
No es malo que nos sintamos decepcionados ante el fracaso. De hecho, tratar de negar y ocultar nuestras emociones no es saludable. No te sientas culpable por creer que las “personas valientes” no se enojan. Intenta aprender activamente del fracaso. Distingue que salió mal y busca enmendarlo la próxima vez.
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Sin embargo, no te obsesiones con el tema. Recuerda que el fracaso es un evento y no una sombra que nos sigue para siempre. Si permites que permanezca en tu mente, asediará tu fuerza de voluntad y deteriorará tu capacidad para ser resiliente
Practica
Es más fácil hablar de resiliencia que ponerla en práctica. Seguir adelante puede ser un reto cuando estamos cansados o no queremos esforzarnos más: hacerlo requiere práctica. Concéntrate en tener presente que tu mente puede fortalecerse y que está aprendiendo más a medida que maduras.
Recuerda los éxitos pasados e imagina el sentimiento de logro. Cuando necesites recurrir a estas herramientas en una carrera, en un examen o en cualquier otra situación desafiante, podrás utilizarlas puesto que ya habrás recurrido a ellas anteriormente.
Nadie adquiere resiliencia de un momento a otro sólo por conocer la psicología detrás de la misma. Ello sería como pretender levantar el doble de nuestro peso corporal solo por haber estudiado biología. Uno tiene que entrenar.
La resiliencia es crucial en muchos aspectos de la vida, desde en los estudios hasta en los deportes; y la adolescencia es el momento ideal para empezar a practicarla. Piensa que al igual que con los músculos, puedes ejercitarla y hacerla más fuerte.
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