La planeación estratégica se ha vuelto un elemento indispensable en toda empresa. En el sector salud, donde se involucra el bienestar y la vida de las personas, es aún más determinante.
Aunque los orígenes de este proceso se encuentran en el ámbito económico del siglo XX, su influencia se ha extendido a múltiples sectores, en los que se incluye el sanitario, donde su papel es vital para garantizar un buen servicio, el uso adecuado de recursos y una preparación que tenga en cuenta entornos cambiantes.
En este artículo, abordaremos por qué la planificación estratégica es decisiva en la administración hospitalaria a través de un breve análisis de sus implicaciones y beneficios.
Un proceso dinámico y flexible
Una de sus características más importantes es su naturaleza dinámica, flexible y continua. Dicho sector enfrenta constantes desafíos, como el surgimiento de nuevas enfermedades, el envejecimiento de la población y los avances tecnológicos, que demandan una capacidad de adaptación veloz y eficaz.
Debido a esto, la planeación no puede ser estática y está diseñada para ajustarse a la variabilidad circunstancial.
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La flexibilidad es clave, ya que permite responder de forma adecuada a situaciones de crisis o cambios inesperados.
Un ejemplo reciente de una fue la pandemia de COVID-19, que puso a prueba la facultad de los sistemas sanitarios en todo el mundo para atender expeditamente una emergencia global.
Los sistemas que cumplían con dichos criterios lograron reorientar sus recursos, gestionar crisis de suministros y coordinar sus acciones de manera favorable.
Con ello se demuestra que, además de mantener un enfoque en la optimización de los procesos en tiempos de normalidad, también debe contemplarse escenarios de crisis y contingencia.
En este sentido, prever y prepararse para eventos inesperados es una ventaja competitiva crítica en la administración hospitalaria y de salud pública.
Coordinación y alcance
La planeación estratégica responde en múltiples dimensiones que interactúan entre sí. Así se desenvuelve en ellas:
- A nivel global, en que debe estar alineada con los objetivos internacionales, como los establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
- A nivel nacional, panorama que le exige ajustarse a las políticas del país, los marcos regulatorios y las metas de desarrollo económico y social.
- A nivel sectorial y regional, la planeación permite ajustar los programas y políticas a las características demográficas, epidemiológicas y económicas locales.
Adicionalmente, optimiza la coordinación interna, mientras fortalece la cooperación con otras entidades, desde el gobierno hasta ONGs y actores del sector privado.
Lo anterior es especialmente importante en la administración hospitalaria, donde la colaboración con proveedores de tecnología, farmacéuticas y otros organismos sanitarios es crucial para aumentar el acceso a tratamientos, favorecer la disponibilidad de insumos y asegurar la calidad general de los servicios.
La gestión ante la incertidumbre
La escasez de insumos es un fenómeno frecuente en los sistemas sanitarios de todo el mundo, y la planificación estratégica es el medio más indicado para solventarlo.
En muchos países, dichos organismos deben hacer frente a restricciones financieras que dificultan la prestación de servicios con los estándares debidos.
La administración basada en la estrategia se centra en cómo asignar los recursos disponibles de la forma más eficiente posible, así como en identificar y movilizar nuevos elementos con el fin de perfeccionar las operaciones y propiciar la sostenibilidad financiera.
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En este aspecto también se incluyen el talento humano, la infraestructura, la tecnología y las alianzas estratégicas que puedan mejorar la operatividad de la empresa.
Esto podría significar la racionalización de la contratación de personal, la optimización de los suministros médicos y la adopción de nuevas tecnologías.
Una herramienta para enfrentar el cambio
Históricamente, la planificación ha estado estrechamente relacionada con la gestión del cambio.
En el sector que nos atañe esto es particularmente relevante, dado que los sistemas de salud se modifican todo el tiempo, impulsados por factores externos como la demografía, las transiciones epidemiológicas y las innovaciones tecnológicas. Debido a ello, es también un mecanismo para anticipar y dirigir los cambios.
Una planeación bien ejecutada ayuda a las instituciones a responder a las coyunturas emergentes y a convertirse en agentes proactivos de transformación. Algunos ejemplos son:
- La introducción de nuevas tecnologías, como la telemedicina o los registros médicos electrónicos sin interrumpir los servicios existentes.
- Las reformas políticas o regulatorias pueden cambiar las dinámicas operativas y financieras, y la planificación estratégica ofrece el marco necesario para navegar estas transiciones con éxito.
- Desarrollo de programas comunitarios, que atienden a las características demográficas específicas y promueven la prevención de enfermedades en la población al acomodar los servicios a las realidades locales sin comprometer la calidad del servicio.
- Integrar sistemas digitales que facilitan la comunicación y el acceso a la información para pacientes y proveedores.
Con todo lo anterior, podemos inferir que se trata de un componente esencial para el éxito en la administración médica, ya que es una herramienta para organizar y asignar recursos que permite a los centros de salud adaptarse a un entorno cambiante y enfrentar los desafíos de manera proactiva.
Para los licenciados en áreas relacionadas, comprender y aplicar la planeación estratégica es clave para garantizar que los sistemas de salud sean resilientes, equitativos y eficaces, tanto en tiempos de normalidad como en situaciones de crisis.
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