El diseño es un momento esencial dentro de la práctica de la arquitectura que, con el tiempo, ha ganado protagonismo por su carácter creativo y estético.
Los diseñadores arquitectónicos son profesionales que se han especializado en esta fase con la plena intención de elevar la concepción del espacio a un nivel artístico en el que la narrativa, la estética y la experiencia del habitante se colocan en primer plano.
Un ejemplo inspirador de esta visión es el reciente Premio Pritzker 2025 (considerado el Nobel de la arquitectura y el diseño) otorgado a Liu Jiakun, arquitecto y novelista. En sus palabras:
“Escribir novelas y practicar la arquitectura son formas de arte distintas. Sin embargo, debido a mi doble formación, existe una conexión inherente entre ellas en mi obra, como la calidad narrativa y la búsqueda de la poesía en mis diseños.”
Lo que queremos mostrar aquí es que, mientras la arquitectura en general se centra en responder a necesidades técnicas (seguridad estructural, normativa), el diseño arquitectónico coloca en el mismo plano la ciencia de la construcción y la estética al volver cada proyecto un ejercicio poético y humano.
El profesional en diseño arquitectónico
Este profesional colabora estrechamente con arquitectos e ingenieros, ya que, aunque no firma planos estructurales (en muchos países requiere licencia de arquitecto), aporta ideas innovadoras al proyecto y su perspectiva es inmensamente valiosa.
Su perfil exige más capacitación en dibujo, creatividad y tecnologías de visualización que en cálculo estructural. No obstante, es importante dominar fundamentos de matemática y geometría para verificar proporciones y cargas mínimas.
Proceso y herramientas del diseño arquitectónico
El diseño arquitectónico se desarrolla por etapas que van desde las primeras ideas hasta la entrega del proyecto construido.
Para progresar con seguridad, el diseñador recurre tanto al dibujo manual como a plataformas digitales. Una de las principales es BIM, que integra planos, materiales, costos y tiempos en un solo modelo. Veamos a detalle el procedimiento:
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Definición del concepto
Salvo que sea un proyecto de corte libre, lo primero es partir de la idea del cliente, sus expectativas y presupuesto. Aquí se utilizan recursos simples: bocetos a mano, diagramas y moodboards que brindan ideas para el estilo del proyecto.
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Análisis del sitio
Se estudia el terreno o edificio in situ: la orientación solar define la iluminación (también podría ser el consumo energético), mientras que los accesos y circulaciones determinan el movimiento al interior y en la periferia del proyecto por parte de los usuarios.
También se revisa el entorno urbano (ruido, densidad, equipamiento cercano) y el marco normativo (alturas máximas, uso de suelo y restricciones locales, entre otras).
Todo debe quedar documentado y, para ello, se recurre a drones que brindan imágenes aéreas, escáneres láser que producen nubes de puntos con alta precisión y plataformas como Google Earth o QGIS que integran datos cartográficos.
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Diseño esquemático
Con la información obtenida, las ideas se plasman en primeras plantas, secciones y volúmenes. El objetivo es resolver cómo se conectan las distintas áreas: dónde ubicar la entrada principal, cómo separar zonas privadas de las públicas o qué trayectorias seguirán las personas al interior del complejo.
Para ello, programas como AutoCAD permiten generar planos en dos dimensiones, mientras que SketchUp y Rhino ofrecen modelos tridimensionales sencillos para visualizar proporciones.
Cuando se busca experimentar con formas más complejas, se recurre a Grasshopper, un complemento de Rhino que genera geometrías a partir de parámetros definidos (por ejemplo, curvas que se repiten siguiendo una regla matemática).
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Desarrollo del proyecto
El diseño esquemático toma detalle de materiales, acabados, mobiliario y compatibilización con instalaciones.
El programa de modelado BIM (Building Information Modeling), a diferencia del CAD tradicional (que dibuja líneas y superficies), genera un modelo digital que contiene información completa: dimensiones, materiales, costos e incluso tiempos de construcción. Por eso es la herramienta predilecta en esta etapa.
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Visualización y presentación
Herramientas de software como V-Ray, Enscape, Lumion o Twinmotion crean imágenes fotorrealistas con iluminación, texturas y mobiliario. Con ellos, el diseñador produce renders, recorridos virtuales y maquetas digitales que permiten al cliente “entrar” en su futuro espacio.
Con esta experiencia visual, los clientes tienen una idea más clara del proyecto con la cual tomar decisiones antes de hacer la mayor inversión en construcción.
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Documentación técnica y costos
A partir del modelo BIM o de planos CAD, se generan detalles de acabados, secciones constructivas y tablas de materiales. Con estas herramientas también se calculan cantidades de obra y presupuestos.
Excel, CostX o los módulos de presupuesto de BIM cumplen con la función de estimar costos y programar fases de ejecución.
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Ejecución y acompañamiento en obra
El diseñador acompaña la construcción de la obra mientras verifica avances y resuelve discordancias entre planos y realidad. BIM 360 o PlanGrid respaldan esta labor gracias a que permiten registrar observaciones y compartir actualizaciones en tiempo real con todo el equipo.
El uso de escáneres láser durante la obra también ayuda a comparar lo construido con el modelo digital y ajustar las posibles desviaciones.
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Entrega y cierre
Se recopila y ordena todo lo trabajado: planos finales, memoria descriptiva, manuales de acabados y, en caso de haberse acompañado la obra, ajustes que reflejen cómo se arribó al producto final. Esta documentación sirve tanto para el cliente como para quienes darán mantenimiento al edificio.
Finalmente, la entrega es también un momento simbólico, ya que el diseñador concluye su labor al ver cómo una idea se transformó en un espacio tangible, habitable y lleno de significado.
¿Qué habilidades y estudios se necesitan para ser diseñador arquitectónico?
En esta última parte del artículo, te compartimos los requisitos mínimos para dedicarte a esta apasionante carrera.
Después de revisar el proceso de diseño completo, podemos inferir que el profesional encargado de dicha labor necesita moverse entre la creatividad y la técnica con la misma soltura.
De esa dualidad se desprenden dos conjuntos de habilidades: las técnicas, ligadas a la precisión y el uso de herramientas, y las blandas, relacionadas con la forma de comunicar y liderar proyectos.
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Habilidades técnicas
- Dominio de software avanzado (mínimamente el señalado en la sección anterior).
- Saber definir plantas, cortes, perspectivas y modelos tridimensionales.
- Conocimientos de geometría, proporciones, materiales y sistemas constructivos.
- Gestión de información como extraer costos, cantidades y tiempos a partir de modelos digitales para tomar decisiones con base en datos.
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Habilidades blandas
- Dominio de la comunicación para transmitir conceptos a clientes y a equipos técnicos sin perder de vista la intención original del diseño.
- Saber trabajar en equipo y coordinarse con arquitectos, ingenieros y contratistas.
- Creatividad aplicada al proponer soluciones estéticas que respondan a necesidades reales, no solo a la apariencia visual.
- Adaptabilidad y criterio; es decir, saber ajustar el proyecto frente a imprevistos de obra, cambios de presupuesto o retroalimentación del cliente.
En México, la licenciatura en diseño arquitectónico todavía es poco frecuente, y la mayoría de los especialistas provienen de carreras afines como arquitectura, diseño de interiores o ingeniería civil.
Bajo este marco, la opción más indicada es la especialización, la cual provee un estudio riguroso de los fundamentos teóricos del diseño, la práctica constante en talleres avanzados y la actualización en metodologías y herramientas tecnológicas como BIM o la visualización digital.
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La Maestría en Diseño Arquitectónico es uno de los pocos programas en México diseñados para llevar el ejercicio del diseño a un nivel más profundo. Aquí se cruzan teoría, crítica e historia con talleres prácticos de proyectos avanzados, lo que abre un espacio singular a la innovación, el arte y la técnica.
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