De la competitividad empresarial depende en buena medida la capacidad de una organización para mantenerse a flote y sacar provecho de sus ventajas o quedarse a la zaga en el mercado que busca dominar.
Aunque no sea tan precisa ninguna definición sobre qué es, por competitividad empresarial puede entenderse la capacidad de las organizaciones para ofrecer productos de calidad a un precio razonable para su mercado objetivo con miras a impulsar su rentabilidad y hacer su oferta preferible ante la de la competencia.
Sin embargo, no existe un consenso universal para determinar cuáles son todos los factores que potencian este aspecto. Pero, aun así, existen algunos que suelen ser considerados esenciales dada su recurrencia dentro de numerosas estrategias empresariales.
En este artículo exponemos cuatro factores fundamentales de la competitividad empresarial:
Diferenciación del producto
El producto es la parte más visible o pública de las empresas. Representa, a fin de cuentas, la oferta con la que los clientes están familiarizados y por la que prefieren una marca a la otra.
La diferenciación de un producto se refiere a aquello que lo distingue entre los demás similares a él y le confiere un mayor atractivo para el consumidor que otros.
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Para diferenciarlo hay múltiples cualidades que pueden contemplarse con el objeto de cautivar al mercado objetivo e incluso expandirlo:
- Precio
- Calidad y durabilidad
- Disponibilidad
- Diseño
- Variedad
- Novedad
- Utilidad
- Identidad de marca
- Promoción
Esta diferenciación, además de aportar una opción única, puede llevar a una empresa a abarcar más nichos de mercado y hasta a cubrir necesidades no atendidas antes por ningún competidor.
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Efectividad del capital humano
Los empleados -es decir, el capital humano- constituyen un factor crucial en el nivel de competitividad de una organización e impactan directamente su productividad, sus servicios, su imagen, su poder de innovación y la implementación de sus estrategias, entre otras dimensiones.
Contratar talento de altura, capacitarlo adecuadamente y poder retenerlo es una fuente competitiva sin par. Los valores y la misión de la empresa son indispensables para que el capital humano pueda orientarse bien y aun proponer ideas valiosas, recurriéndose a la microgestión al mínimo.
La calidad y la diversidad de sus competencias, la integridad, la capacidad para resolver problemas y la eficacia al trabajar en equipo son algunas de las características clave en la efectividad de los empleados y su valor dentro de la organización.
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Capacidad de innovación
Por capacidad de innovación debe entenderse el potencial para evolucionar en varios frentes, pero, ante todo, en la adaptabilidad de los productos y servicios a la demanda actual o venidera, y en la transformación de procesos y sistemas para mejorar la eficiencia empresarial con la ayuda de la tecnología.
Parte de esta capacidad se basa en la anticipación a tendencias o cambios tanto en las necesidades del mercado como en el uso de nuevas herramientas para agilizar una variedad de procesos.
La investigación de mercados continua es de gran utilidad para perfeccionar la toma de decisiones estratégicas e innovar en la dirección correcta. Sin embargo, también la visión de los líderes en la organización y la disposición al cambio son ambas vitales para lograrlo.
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Relación sólida con clientes y prospectos
La relación con los clientes y los compradores en potencia es uno de los pilares fundamentales de cualquier negocio, así como de su competitividad respecto de otras propuestas de consumo.
La experiencia del cliente, cuando es excelente, suele marcar la diferencia en consolidar su fidelización. Un servicio atento, la resolución rápida de quejas y problemas y las respuestas prontas a sus comentarios inciden con fuerza en su impresión sobre las ventajas de la marca.
Resulta pertinente considerar que el aprovechamiento óptimo de esta relación se da a través de diferentes medios: en tiendas físicas, sitios web, vía telefónica, redes sociales, correo electrónico, plataformas de servicio y eventos promocionales, por nombrar algunos.
Diferenciar el producto de modo que presente una oferta única, contratar y retener capital humano efectivo, innovar en línea con tendencias y predicciones certeras, y construir un vínculo difícil de quebrantar con clientes y prospectos son cuatro factores imprescindibles que impulsan la competitividad empresarial.
Lo anterior se traduce en una mayor resiliencia organizacional y en más oportunidades para alcanzar un posicionamiento líder en un mercado multifacético, así como beneficios significativos en estabilidad, rendimiento de los recursos y proyección financiera.
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