La corrupción moderna, en el contexto de México, se refiere a las prácticas fraudulentas, indebidas y deshonestas que han marcado el devenir del país principalmente desde los siglos XIX y XX, mismas que han confluido para sentar las bases de la estructura de actividades inmorales políticas que ha sufrido la Nación hasta la actualidad.
Actualmente, existen diversas estrategias en contra de la corrupción y conocer las raíces de del fenómeno nos presenta un camino valioso para combatirlo.
A lo largo de este artículo, exploraremos los orígenes de la corrupción moderna desde factores políticos y eventos históricos que han influido en su arraigo y expansión dentro de la sociedad mexicana.
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La Independencia y la herencia cultural colonial
La lucha por la independencia de México marcó un hito en la historia del país. Sin embargo, la falta de una estructura de gobierno sólida y la ausencia de un Estado de Derecho efectivo crearon un ambiente propicio para el surgimiento de actividades ilícitas.
Además, se heredaron algunas de las prácticas indebidas del periodo colonial que tuvieron sus propias transformaciones para ajustarse al nuevo modelo y organización política. Así lo fue el reparto ilegal de tierras que desterraba a poblaciones indígenas.
Otro ejemplo son los sobornos y cohechos, en que los funcionarios coloniales a menudo extorsionaban a la población exigiendo pagos ilegítimos a cambio de servicios o permisos, o de perdonar represalias.
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El Porfiriato
El régimen de Porfirio Díaz (1876-1911) se caracterizó por su autoritarismo y la concentración del poder en manos del gobierno.
Esto condujo a la consolidación de un sistema patrimonialista en el que la corrupción era moneda corriente, lo que incluía el patronazgo, el nepotismo, el clientelismo, etc.
De este modo, se gesta un mecanismo en el que el Estado se considera un patrimonio personal de los líderes políticos y se beneficia a un pequeño grupo de elites en detrimento de la población en general.
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Reformas liberales
A finales del siglo XIX, las reformas liberales intentaron modernizar México, pero también dieron lugar a una interacción más estrecha entre el gobierno y el sector privado.
Desafortunadamente, esta relación estableció un terreno fértil para la corrupción. Los intereses empresariales influyeron en las políticas públicas, lo cual minó la transparencia y la ética en la toma de decisiones.
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Industrialización y urbanización
La industrialización y urbanización trajeron consigo una mayor complejidad en la administración pública y la regulación de empresas aunada a múltiples prácticas que conllevan excesiva burocracia y poca transparencia.
A raíz de dicha situación, se mermó la capacidad del Estado para mantener el control y se abrió la puerta a movimientos ilegales recurrentes.
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Falta de confianza del pueblo mexicano
Se dejó de confiar en el buen obrar de las instituciones y líderes políticos, hecho que contribuyó a la perpetuación de la corrupción como un círculo vicioso.
El ciudadano común pensaba que nada se podía hacer, puesto que concluía que los políticos eran dueños del poder y que si alzaba la voz sería silenciado con violencia, o porque pensaba que no habría recurso efectivo para revertir la situación.
La opción más viable para muchos fue y ha sido la de cometer injusticias en vez de sufrirlas y se adhirieron a la corrupción.
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Globalización
La apertura de la economía al mercado global y las políticas económicas orientadas hacia la desregulación y la privatización, produjeron nuevas oportunidades para prácticas deshonestas sistemáticas.
La presión por competir en el mercado global ha llevado a situaciones en las que se ha favorecido intereses privados a expensas del bienestar público.
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La corrupción moderna en México no puede entenderse desde una única perspectiva. Es un fenómeno complejo y multifactorial que involucra aspectos económicos, sociológicos, psicológicos, filosóficos y eventos históricos. Por lo que requiere de un estudio exhaustivo, a pesar de tener un acercamiento como el que se ha descrito.
Comprender las raíces de la situación presente podría arrojar luz sobre cuáles estrategias serían más efectivas para erradicar este flagelo y así sentar las bases de un futuro más transparente y justo para todos los mexicanos.
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La lucha contra la corrupción es un enorme desafío, pero es uno que México no puede darse el lujo de evadir.
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