La pandemia de COVID-19 ha sido una crisis de salud pública que ha ocasionado a su vez una crisis económica, con pérdidas de empleos que en su momento excedieron las ganancias laborales obtenidas desde hace varios años y efectos negativos en casi todas las facetas de la sociedad.
La respuesta variable de instituciones como el gobierno, el sector educativo y el empresarial ha contribuido a una propagación diferencial del virus y sus efectos según geografía, género, clase social y cultura; aunque en términos generales éstos han tenido una mayor repercusión en occidente.
Y a pesar de que resulta complicado esclarecer cada una de las consecuencias políticas, sociales, económicas y psicológicas inmediatas y a largo plazo de la pandemia de COVID-19 alrededor del mundo, podemos conocer algunas de ellas y emprender la tarea de investigar otras.
A continuación mencionamos algunas y también sugerimos áreas para investigar más ahora y conforme puedan ir apareciendo.
Efectos en la economía y el trabajo
En un inicio, la pérdida de empleos alcanzó rápidamente niveles no vistos desde hace décadas en distintas partes del mundo, y la producción económica cayó más, en un lapso similar de tiempo, en el 2020 que durante la recesión económica del 2008.
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En múltiples países se aprobaron programas significativos de estímulo económico, que no obstante fueron insuficientes. Las redes de seguridad social no tuvieron la capacidad de cumplir su cometido y en los países más afectados redujeron los ingresos de millones de familias, incapaces de respaldarse en seguridad médica.
El distanciamiento social, el trabajo remoto, el empleo informal y la distinción entre trabajadores “esenciales” y “no esenciales” han tenido un marcado impacto en el ambiente laboral.
Las personas más vulnerables se han enfrentado a mayores riesgos, incluidos los trabajadores con salarios bajos, los ancianos, las personas con padecimientos crónicos y las que viven en lugares cerrados, como asilos o cárceles, y condiciones inestables.
Además, una gran cantidad de trabajadores en el sector servicios perdieron su trabajo o han sido llamados a regresar con más lentitud que empleados con salarios más altos en otras industrias.
Es probable que las consecuencias económicas duren hasta que se presente una recuperación prolongada, en particular para quienes reciben salarios más bajos, quienes recién están ingresando a la fuerza laboral y quienes están cerca de jubilarse.
Aún haría falta apreciar lo que las leyes de estímulo y políticas relacionadas pueden conseguir en torno a la distribución del bienestar económico y dificultades materiales de diversa índole.
Efectos en la política y el comportamiento político
Durante las crisis, muchos ciudadanos esperan que los gobiernos tomen medidas audaces, con inclusión de algunas que normalmente se llevan a cabo en el sector privado.
Por esto, la forma en que gobiernos locales y federales han respondido a la pandemia y la crisis subsecuente ha influido en la popularidad de varios actores políticos, así como en la participación ciudadana.
La confianza en las instituciones ha cambiado, casi siempre en términos negativos, según las percepciones sobre la capacidad de respuesta y el desempeño del gobierno durante la pandemia.
También queda por examinar más detenidamente la evaluación pública de las “élites” (políticos, líderes empresariales, medios de comunicación) y el impacto de los resultados económicos dispares en el compromiso político, la polarización o la actitud hacia los programas de seguridad social y redistribución.
Efectos psicológicos y sobre el tejido social
La pandemia obligó a que se modificaran con prontitud, hasta la fecha, los patrones regulares de interacción social que nutrían las actividades económicas y sociales.
La mayoría de la población mundial ha experimentado alteraciones en los ritmos normales de la vida cotidiana debido al distanciamiento social obligatorio, con interrupciones continuas en el trabajo, la escuela, las relaciones sociales y familiares.
En respuesta, las infraestructuras de educación, servicios, organizaciones sociales, gobierno y otras áreas que dependen del contacto interpersonal han tenido que transformar algunas prácticas al dominio virtual, retrasar o posponer otras, y clausurar por completo otras más.
Aunque la normalidad se ha restablecido de forma parcial, seguramente serán duraderas, si no permanentes.
La pandemia presenta amenazas pertinentes para la seguridad física, la seguridad económica y la confianza en las instituciones. Estas amenazas pueden afectar los resultados cognitivos, afectivos y conductuales relevantes en la toma de decisiones financieras, el comportamiento político y el trato a los demás.
Las amenazas percibidas en la salud y la seguridad, el bienestar y la posición económica, y la pertenencia a grupos sociales pueden ser causa de un decrecimiento o un aumento en la preocupación por los demás ciudadanos.
Además, tales amenazas pueden engendrar animadversión, si es que no lo han hecho, hacia aquellos que se perciben fuera del círculo de interés propio.
Finalmente, muchas de las decisiones y comportamientos necesarios para poder llegar al fin de la pandemia, como la vacunación y el distanciamiento social, dependen del cumplimiento de las personas.
No es tan claro todavía qué marcos y atractivos psicológicos pueden promover un compromiso natural y comportamientos que frenen la propagación del virus, pues es posible que ciertas iniciativas sean contraproducentes, como ha ocurrido hasta la fecha.
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