El impacto de las redes sociales sobre los procesos políticos no se reduce sólo a una cuestión de contenido, que incluye, por ejemplo, desinformación y argumentos sesgados que se dirigen a un público específico.
El problema también subyace en la estructura de estas aplicaciones digitales. La propaganda no es un fenómeno nuevo; ha aparecido en folletos, libros y periódicos desde la invención de la imprenta. Pero las redes sociales son especialmente susceptibles a la difusión de desinformación.
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Esto se debe a que las redes sociales atraen al espectador de un modo que los diseñadores llaman "flujo" (flow en inglés), un concepto psicológico adoptado como estrategia de diseño digital en los videojuegos. En este artículo mencionamos 3 efectos del flujo en redes sociales en el discurso político.
1. El flujo es un recurso inadecuado para la política
El flujo se centra en mantener al usuario interactuando de manera repetitiva con los elementos disponibles, de uno al siguiente, en busca de gratificación por el acto de consumir medios en lugar de digerir su contenido.
Cuando se transmiten mensajes políticos por medio de programas como Facebook, Twitter y YouTube, aportan flujo a la dinámica política, aunque los mensajes sean veraces y no carezcan de fundamentos. Esto hace que tales medios se conviertan en una amenaza para el discurso político coherente desde la era de la imprenta.
En la década de 1970, el psicólogo Mihalyi Csikszentmihalyi acuñó la palabra flujo para describir un estado de interacción que surge cuando las personas se encuentran completamente concentradas en una actividad, como el deporte o la cocina.
Casi al mismo tiempo, el sociólogo Raymond Williams también usó el término para describir la forma en que se calcula el ritmo de los programas y la publicidad en la televisión con el fin de mantener a los espectadores en la pantalla. Más recientemente, el flujo ha llegado hasta el ámbito del diseño de videojuegos.
Las redes sociales combinan el flujo de la televisión y el de los videojuegos para mantener al usuario desplazándose de una publicación a otra. La motivación aquí es obvia: Facebook, Twitter e Instagram sólo obtienen dinero cuando nos quedamos a ver más anuncios.
Todos los medios que emplean el flujo involucran a las personas mediante la repetición y la asociación. Idealmente, para las empresas que los dirigen, su atracción debería ser interminable.
A pesar de que las redes sociales puedan tener algo de adictivas, como entretenimiento el flujo no parece amenazar el tejido de la sociedad.
El problema se halla en que las redes sociales han llegado a ser una plataforma relevante para la información y el debate políticos. Tanto los personajes políticos dominantes como los grupos radicales usan Facebook y Twitter para difundir mensajes.
Aplicado a la política, el flujo sepulta las discusiones en torno a la acción cívica bajo un sinfín de hilos de texto, imágenes y videos.
2. Las redes sociales anulan las posturas reflexivas
Las posturas que se basan en desinformación y opiniones viscerales también florecen en las redes sociales. En parte, eso se debe a que son fáciles de expresar en breves publicaciones. De hecho, la estructura de las redes sociales -orientada al flujo- las fomenta.
No es posible contar historias coherentes en tweets de 280 caracteres, pero sí lo es proporcionar afirmaciones sugestivas o aludir a fragmentos de historias compartidas, en particular si se usan términos populares y acrónimos o imágenes icónicas.
La obsesión con los hilos de información, en lugar de contenido más elaborado, también ha repercutido sobre el escenario de la política en el gobierno. Muchos políticos se han vuelto consumados expertos en utilizar el flujo a su favor.
La presencia en Twitter se ha convertido casi en requisito de trabajo para columnistas y expertos. YouTube también puede ser un recurso educativo valioso debido a sus videos de paneles políticos, conferencias y entrevistas.
Pero el diseño orientado al flujo de estos medios inhibe la posibilidad de que se dé un debate profundo. Un gran número de comentarios son simplemente mensajes de apoyo o, bien, denostativos sin sustancia ante publicaciones que propician el placer de la respuesta inmediata en vez de la defensa de una posición particular.
Por el contrario, las publicaciones en blog y los artículos de periódicos y revistas en línea no son medios de flujo; son extensiones digitales del tipo de escritura política que caracterizó a los periódicos y revistas impresos en los siglos XIX y XX. Las respuestas de los lectores no contribuyen al flujo de la misma manera.
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Incluso las noticias y los comentarios formales a menudo se usan como material de flujo. Esto ocurre cuando las personas publican respuestas meramente intuitivas en las redes sociales sobre artículos que ni siquiera han leído, basándose sólo en los titulares.
3. ¿Ocupación permanente del flujo en el contexto político?
La política del flujo plantea ahora un serio desafío a la tradición anterior del debate político. Aunque no presente una agenda coherente, resulta convincente para una parte considerable del electorado, que ya no parece preocuparse por la coherencia de la retórica política.
Aun cuando se utilizan para fines constructivos, los medios de comunicación de flujo siguen fomentando un enfoque superficial y afectivo de la política que socava el juicio crítico respecto al discurso.
Es probable que la política del flujo continúe redefiniendo los discursos políticos. El flujo hace que los videojuegos y los sitios de redes sociales sean más dinámicos, pero tal vez el fenómeno ya haya modificado el ámbito político y cambiado de forma permanente las instituciones que dependen del debate razonado.
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