La gratitud y la salud mental en las adolescentes van de la mano. El poder de la gratitud puede cambiar vidas. Puede llevarnos de la depresión a un mundo de luz y de posibilidades.
Por lo tanto, la gratitud suele jugar un papel fundamental en el bienestar mental de las adolescentes. Los estudios muestran que cuando la gratitud es parte de nuestra vida diaria, nuestra capacidad de empatizar y nuestra autoestima mejoran.
El poder de la gratitud para sentirnos bien
Estar agradecido no siempre les resulta natural a las adolescentes. En parte, ello se debe a que las jóvenes aún no poseen la experiencia o la perspectiva que mejor alimenta la gratitud. Además, muchas no tienen las herramientas adecuadas para cultivar el poder de dar gracias.
Esto puede comenzar, por ejemplo, con algo tan simple como con proponernos intenciones positivas cada mañana durante el desayuno. Prácticas como éstas les facilitan un sentido de conexión a las adolescentes y les aportan un nuevo conjunto de recursos para regular sus emociones.
Las prácticas de gratitud generan conciencia en torno a las cosas valiosas de la vida y minimizan el riesgo de perpetuar pensamientos negativos.
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Gratitud: una práctica basada en la evidencia
La investigación ha validado el poder de la gratitud para que mejoremos nuestra salud mental. Apreciar lo bueno en la vida nos produce felicidad y emociones positivas. Además, contrarresta los efectos de las experiencias adversas y fomenta la resiliencia, que nos permitirá afrontar desafíos a futuro.
El investigador Robert Emmons ha examinado de cerca el vínculo entre la gratitud y el bienestar general. En un estudio, Emmons y su equipo dividieron a los participantes en tres grupos.
A un grupo se le pidió que escribiera de manera regular sobre eventos negativos en un diario. A un segundo grupo se le pidió que escribiera sobre aquello por lo que se sentía agradecido. Y un tercer grupo escribió sobre eventos neutrales de la vida.
El grupo que escribió sobre gratitud mostró, de forma consistente, una mayor sensación de bienestar en comparación con los otros dos. Así, concentrarnos en aquello que nos lleva a ser agradecidos es capaz de modificar el modo en que percibimos nuestra vida.
Otra investigación de Barbara Fredrickson también confirmó este fenómeno. Se encontró que las personas que cultivaron actitudes de gratitud y demás emociones positivas después de los ataques del 11 de septiembre mostraron más resistencia contra la depresión.
Cómo practicar la gratitud
Emmons enfatiza que la gratitud es una elección. Es un músculo que podemos fortalecer con la práctica cotidiana. Aquí hay tres formas de incluir el poder de dar gracias como parte de nuestra vida.
- Hacer una lista todos los días. Antes de levantarte de la cama todas las mañanas, haz una lista de cinco cosas por las que puedas sentirte entusiasmada durante el día. Además, cuando te vayas a dormir por la noche, escribe otra lista de cinco cosas que hayas apreciado ese día.
- Buscar apoyo. Una parte clave de aprender a practicar la gratitud consiste en procurar el apoyo de otras personas y darlo de regreso, sean padres, amigas o compañeras. Esto genera un efecto dominó de mutuo aprecio. Y viceversa: cuanto más agradecida una está, más conectada se sentirá.
- Dar alegría feliz a alguien más. Un estudio dirigido por Martin Seligman, padre de la psicología positiva, determinó que un solo acto reflexivo de gratitud aumenta inmediatamente el bienestar general en 10 por ciento y reduce en 35 por ciento los síntomas depresivos.
Pronto te encontrarás sintiendo y expresando gratitud más allá de estos momentos programados.
En un estudio de 2007, investigadores descubrieron que las personas que practicaban dar gracias percibían niveles más altos de apoyo social. Además, tenían niveles más bajos de estrés y de depresión.
Tal es el poder de dar gracias. Practicar la gratitud te ayudará también a enfrentar el miedo a no ser “suficiente” así como cualquier sensación de aislamiento y de desconexión que pueda sobrevenir.
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