Para que las estudiantes y las profesoras puedan trabajar con éxito las unas con las otras es determinante que aquéllas aprendan a desempeñarse de forma independiente y también con esfuerzo y constancia en el colegio.
La única solución sostenible para que esto ocurra está en que las alumnas formen buenos hábitos. Si han aprendido a esforzarse de manera habitual, no es necesario que las profesoras las presionen o regañen para conseguir que cumplan con su trabajo.
Pero es poco probable que una estudiante que nunca ha tenido que desarrollar buenos hábitos de pronto decida hacerlo. El papel de las profesoras en formarlos brinda una ayuda incomparable entonces y a futuro.
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Las personas crean hábitos al repetir una acción por suficiente tiempo en un contexto específico para que ese contexto propicie la acción. Por ejemplo, si siempre salgo a correr el sábado a primera hora, con el tiempo dejaré de limitarme por el clima o el cansancio: el sábado por la mañana será mi señal para correr.
Los hábitos pueden llegar a ser poderosos propulsores del aprendizaje. Al formar hábitos en torno al aprendizaje es importante simplificar una acción, relacionarla con un contexto específico y repetirla suficientes veces.
1. Las acciones se simplifican
Cuanto más complicada es una acción, más difícil se torna convertirla en un hábito. Con la ayuda de las profesoras, las estudiantes aprenden a alcanzar sus objetivos de una manera sencilla y clara cada vez que avanzan en el estudio de las materias.
Así, por ejemplo, las metas pueden estructurarse en pasos realizables: “primero revisar los temas vistos con una autoevaluación, luego hacer las lecturas del nuevo tema y finalmente completar las preguntas de hoy”.
Tal estructura podría aplicarse a cada lección: si las estudiantes la repiten durante el tiempo suficiente, comenzarán a asumirla de modo automático.
Esto hace que el trabajo se vuelva mucho más fácil: continúan cómo siempre se desempeñan en lugar de verificar qué hacer, decidir cómo lo completarán y preguntarse si su plan es correcto. Cuando trabajan de forma independiente, las direcciones claras son de inmensa ayuda.
Aunque la repetición suela considerarse como algo aburrido, la verdadera fuente de interés y variedad en el aprendizaje se halla en el tema en sí. Si las estudiantes han encontrado una forma clara de abordar el tema, pueden disfrutar del aprendizaje, o al menos, desempeñarse bien al aprender.
Es más probable que enfrenten dificultades si aún deben resolver qué hacer cada vez que comienzan a trabajar.
2. El contexto les aporta las claves para la acción
Al formar un hábito, algún aspecto de cierta situación funciona como la clave para que las estudiantes actúen. Esto puede observarse en cualquier hábito: si nos comemos un bocadillo la mayoría de las veces que entramos a la cocina, ¡entrar a la cocina empieza a motivar la tendencia y no el hambre!
Casi cualquier cosa, si se presenta de manera consistente, puede constituir una señal para determinada acción. En el caso de las alumnas, les es posible guiarse por una señal adecuada en función del día de la semana y la hora, del lugar, de la rutina diaria o de los eventos en el hogar.
Más allá de lo que las estudiantes elijan, la clave está en que consigan apegarse a ello. Una vez que se construye el vínculo entre la señal y la acción, la acción se vuelve más automática.
3. Se promueve la constancia
Toma tiempo formar nuevos hábitos: puede tomar alrededor de ocho semanas, según se repita una acción varias veces a la semana.
En ocasiones las estudiantes no son capaces de crear nuevos hábitos de inmediato, o, bien, surgen irregularidades en el camino: esta es una parte natural del proceso de formación de hábitos.
Las profesoras necesitan recurrir a algún modo de monitorear el progreso de las alumnas y la entrega de sus trabajos es un buen indicador. Si enfrentan dificultades, pueden reiniciar su cometido: elegir un punto de referencia distinto y comenzar de nuevo, hacer nuevos compromisos y cambiar los detalles que no funcionan.
La conclusión es que las mismas claves pueden contribuir a deshacerse de los malos hábitos: señal, contexto y acción. Si levantarse de la cama funciona como la señal para comenzar a usar el celular, habría que cambiar la señal, el contexto y/o la acción al retirar el celular o cambiar las rutinas de la mañana.
Al igual que con todo aspecto de la influencia positiva de la escuela en las estudiantes, el apoyo de los padres es invaluable. Vale la pena compartir estas ideas con padres y alumnas para que sepan qué deben hacer y por qué.
Si ellas comprenden esto ahora, estarán bien preparadas para el éxito futuro. Incluso aunque para algunas requiera un mayor esfuerzo, cuantas más cultiven buenos hábitos, más fácil es para las profesoras concentrarse en aquéllas.
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En la Preparatoria Panamericana tanto nuestras profesoras como las asesoras personales de las alumnas las ayudan a formar hábitos personales con el objetivo de mejorar su preparación para el futuro y su rendimiento académico en la prepa.
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