Es una idea común que los adolescentes suelen ser personas un tanto rebeldes y ariscas. En realidad, la mayoría de ellos solo quiere tener algunas amistades y cierto éxito en sus vidas.
Pero, ¿cuál es la mejor receta para el éxito? Esta es una opción: "haz lo que te digan y trata de complacer a otras personas". A primera vista, esto podría parecer sensato: una no se metería en problemas con adultos o compañeras. Muchas jóvenes intentan adoptar este enfoque.
Asimismo, algunos adultos promueven esta actitud, lo cual de algún modo está bien. No obstante, ¿dicho enfoque es el más conveniente para ellas?
Esfuerzo por complacer
No hace falta mucho para que nos demos cuenta de algunos problemas potenciales implícitos a tal actitud. ¿Dónde quedaría espacio para sus propias posturas, necesidades y valores?
No es difícil que faltemos a un compromiso u otro cuando tratamos de complacer a diferentes personas que quieren cosas diferentes al mismo tiempo: si una amiga quiere una noche de películas y otra quiere que le ayudes con una tarea, ¿a quién priorizarías para darle gusto?
Si tus maestras te han pedido que entregues tus tareas a tiempo y tus padres quieren que saques al perro y limpies tu habitación, ¿a qué reglas te adecúas? Intentar complacer a todos a cada momento es algo agotador y, en última instancia, nos condena al fracaso.
¿Cuál es una posible solución idónea?
La actitud que podemos adoptar para evitar estos dos tipos de situaciones no es ni la agresividad ni la complacencia, sino la asertividad. Este es un concepto complicado para muchas personas, entre las que se incluyen los adultos.
Cuando somos conscientes de nosotras mismas al sentirnos bajo presión, se vuelve más probable que nos inclinemos a complacer a los demás que a autoafirmarnos. Normalmente evitamos vernos como personas agresivas o desconsideradas.
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Sin embargo, resulta indispensable para las jóvenes desarrollar habilidades de asertividad, de modo que sean capaces de defender sus propias posturas y necesidades sin afectar a otras personas. Deben creer en su derecho a hacerlo, así como a reconocer el derecho de quienes las rodean a afirmar las suyas.
La asertividad es una disposición mental y existen técnicas para que podamos desarrollarla poco a poco.
Un excelente ejercicio para perfeccionar la asertividad
Antes de llevar a cabo el siguiente ejercicio, piensa en varios personajes de la televisión o de las películas. Trata de pensar en personas que a) no sean muy buenas para defender lo que quieren o cedan a la presión, b) personas que sean agresivas o abrumen a los demás, y c) las que manejen bien estas situaciones.
¿Qué personajes se te ocurren capaces de defender lo que quieren sin perjudicar a los demás?
Ahora, el ejercicio. La mejor manera de hacerlo es practicando con otras personas (puede ser con familia) y frente a un espejo, o tomándose fotos en un teléfono.
1. Primero, -sólo con tu cuerpo y la expresión en tu rostro- intenta parecer como alguien que no quiere darle peso a sus propias opiniones o ideas. ¿Qué te encuentras haciendo?
Fíjate en todo, desde la posición de tu cuerpo hasta donde está tu cabeza: ¿qué podrías hacer con las manos, estás mirando a la gente, qué expresión tiene tu rostro?
2. Ahora, sin hacer contacto con la otra persona, trata de lucir agresiva. Intimídala sólo con tu lenguaje corporal. Observa qué tan cerca estás de ella.
¿Qué expresión tiene tu cara? ¿Dónde están tus brazos? Quizás los hayas cruzado y pareces hermética y a la defensiva, o tal vez tus puños estén cerrados y tus brazos delante de ti.
3. Por último, muéstrate con calma, siéntete con confianza y mantente firme. Procura mostrar asertividad con tu cuerpo. Una persona asertiva se mantendrá erguida pero le dará espacio a la gente, ni se acobardará ni intentará dominar a otras personas.
Tener una postura de cuerpo abierto, relajar los hombros hacia abajo, hablar con la cabeza recta y, sobre todo, sonreír: todo esto es increíblemente útil. Practica hacer contacto visual mientras sonrías o te veas neutral, sin dar impresión de amenazar a alguien o concederle un favor, sino de ser asertiva.
Al mirar el rostro de otra persona no es necesario que sostengas la mirada durante mucho tiempo. Mira hacia ella, en vez de verla directamente a los ojos, si esto te hace sentir más cómoda.
Hacer contacto visual es importante cuando buscamos que nos tomen en serio, pero mirar fijamente a alguien sin romper el contacto visual no lo es.
Haz contacto visual y luego deja que tu mirada se concentre en algún aspecto de su cara, antes de ver a sus ojos de nuevo. Esto te permitirá no desviar la mirada y evitar una lucha de poder basada en el contacto visual, lo que ciertamente puede resultar desafiante para otra persona.
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Llegar a ser una persona asertiva implica algo de práctica, puesto que es más difícil que ser pasiva o conducirse con agresividad o prepotencia. No obstante, la asertividad es un recurso clave para que podamos desempeñarnos de una forma segura y, a la vez, amable en el ámbito social.
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