La preparatoria es una fase crucial en el desarrollo de todas las personas, pues sienta las bases para una edad adulta saludable. Es durante estos años que las jóvenes maduran su pensamiento, se vuelven más responsables y aprenden a cultivar relaciones sociales por cuenta propia.
También son los años en los que comienzan a consolidar sus habilidades principales o las "competencias blandas" que dan forma a su personalidad y potenciarán más tarde su perfil laboral.
Tales competencias, que son competencias interpersonales no medibles y características individuales, son tan importantes como las "competencias duras", que se cultivan a través del estudio y de esforzarse por tener un buen rendimiento académico.
Las preparatorias deben priorizar tanto el desarrollo de estas competencias blandas como las calificaciones y los logros académicos de las estudiantes. Aquí describimos diez de ellas que adquirirás y mejorarás en la preparatoria siempre y cuando pongas tu empeño en ello:
1. Colaboración
El trabajo en equipo suele ser mucho más relevante en la preparatoria que en etapas anteriores y sus aportaciones son genuinamente formativas. La colaboración que implica ayuda a las estudiantes a identificar sus propias fortalezas y debilidades y a reconocer en ellas aptitudes de liderazgo.
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2. Confianza en uno mismo
De manera similar, las jóvenes de preparatoria invierten buena parte de su tiempo en tareas exploratorias que conllevan niveles altos o bajos de confianza en ellas mismas.
El refuerzo positivo y el fomento del autoconocimiento las impulsan a convertirse en adultas fuertes y seguras de sí mismas siempre que se ven inmersas en situaciones nuevas. Los deportes, los pasatiempos y el tiempo con amigas son inmejorables para que adquieran más autoconfianza.
3. Pensamiento crítico
El pensamiento crítico tiene que empezar a incorporarse en las decisiones personales durante los años de adolescencia, y es importante que padres y maestras lo fomenten.
Aspecto inseparable del pensamiento crítico es la capacidad de cuestionarse a uno mismo y a los demás, así como de comprender que no todo es lo que parece. mejor toda su vida, incluso después de graduarse.
4. Ética de trabajo
Incluir la ética de trabajo en la formación de las adolescentes casi siempre conduce a una mayor responsabilidad de su parte en la edad adulta.
Los años previos a la universidad son determinantes para que mantengan una disposición positiva hacia las actividades que no necesariamente quieren realizar (tareas domésticas, deberes, etc.), lo cual las motiva a encontrar satisfacción en ellas para que continúen haciéndolas.
5. Liderazgo
Aún se debate si el liderazgo es una competencia que depende, o no, de la naturaleza o de la crianza.
Independientemente de que ocurra de una u otra manera, toda estudiante tiene el potencial de convertirse en líder a lo largo de los años formativos de la preparatoria, en especial a través de los programas extraescolares.
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6. Comunicación
La comunicación es indispensable en la vida social de las jóvenes y en el aula de preparatoria. Las buenas habilidades de comunicación se practican a través de la conversación, la escucha, el habla y la escritura, pero también de la empatía y la introspección.
7. Creatividad
Aunque las personas aprenden y exploran conceptos creativos mucho antes de llegar a la preparatoria, en esta etapa tienden a manejar ideas y técnicas de creatividad mucho más complejas.
Debe alentarse a las estudiantes que muestran interés en dar salida a sus esfuerzos creativos, mientras que quienes tienen dificultades en esta área deben saber que vale mucho la pena encontrar al menos una vía que despierte su interés para explorar la creatividad.
8. Saber escuchar
Ser un buen oyente es un rasgo de personalidad que pocas personas realmente aprenden. Pero también es uno que marca una diferencia significativa en las relaciones interpersonales, la madurez emocional y la capacidad de sentir empatía.
La escucha activa también va más allá de la conversación. Las conferencias y presentaciones largas requieren un oído atento, y eso es imprescindible en varias circunstancias de la vida adulta.
9. Conciencia de uno mismo
La conciencia de uno mismo se refiere a la capacidad para medir y comparar los comportamientos propios con un estándar y hacer esfuerzos para cambiar o controlarlos (si son negativos). También repercute en qué tan bien un individuo puede adaptarse a situaciones sociales.
En otras palabras implica tener el deseo de mejorar constantemente y satisfacer los requerimientos sociales de una situación. La capacidad de autoevaluar el comportamiento y abordarlo con pensamiento crítico favorece el liderazgo, las habilidades sociales, la regulación emocional y la adaptabilidad.
10. Aceptación de uno mismo
Tan importante como es saber adaptarse a ciertos entornos y emociones es que las estudiantes aprendan a aceptarse a sí mismas en su totalidad, especialmente si no encajan en el molde o estándar de lo que perciben a su alrededor.
Aceptarse a uno mismo se traduce en niveles más altos de autoestima, lo que a su vez se traduce en una mayor motivación y una actitud más positiva.
Tener en cuenta estas competencias es esencial al seguir una carrera o tratar de alcanzar una meta de cualquier tipo. Sin embargo, la diferencia entre las competencias blandas y las duras es que las blandas no se miden ni dominan fácilmente, pero al igual que las duras requieren práctica y pueden perfeccionarse.
Para la mayoría de las personas contar con un repertorio formidable de competencias blandas es un esfuerzo de por vida que comienza en los primeros años de preparatoria y continúa a lo largo de la vida.
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