Las adolescentes tienen que tomar decisiones todos los días y algunas importantes con frecuencia, pero a muchas no se les enseñan las habilidades que necesitan para hacerlo de una manera sabia e informada.
Esto a menudo resulta en decisiones apresuradas o equivocadas al encarar dilemas o situaciones difíciles.
Somos conscientes de la prioridad de tales habilidades y de cómo pueden ayudar a las jóvenes, ahora y más tarde en la vida, por lo que aquí hay cinco pasos que pueden aplicar y practicar para aprender a tomar mejores decisiones.
1. Pedir orientación de los padres y otros adultos de confianza
Una de las formas más efectivas de tomar decisiones sabias es pidiendo orientación y consejos a los padres, en primera instancia, y a otros adultos de confianza, en segundo lugar.
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La meta sería, no adoptar sus recomendaciones sin cuestionarlas, sino usarlas para conocer su parecer y reflexionar con el fin de aprender poco a poco a volverse más independientes en sus decisiones.
También es bueno que las jóvenes se reformen gracias a sus errores de vez en vez, siempre y cuando no pongan en riesgo su integridad o su salud. Además, los errores también son oportunidades para seguir el consejo de personas más experimentadas que se preocupan por su bien.
2. Identificar opciones
Siempre que estén por decidir algo importante les convendrá tratar de identificar las opciones antes. Aunque hay quienes suelen creer que solo hay una solución, en realidad la mayoría de las veces hay múltiples posibilidades a elegir para resolver una situación.
Este paso puede abordarse primero con una lluvia de ideas para una lista de opciones en torno a un problema en particular. Es recomendable escribir numerosas opciones y después examinar cada una con cuidado.
3. Escribir una lista de ventajas y desventajas
Una vez que se haya escrito una lista de opciones para un problema específico, es preciso sopesar las posibles ventajas y desventajas de cada una. Esto es muy útil para aprender a discernir cuáles serían las mejores decisiones a tomar y puede hacerse en compañía de los padres.
Si surgen dificultades, hay que profundizar e intentar visualizar con ellos cuáles podrían ser los diferentes resultados.
4. Hablar sobre las emociones
Una excelente manera en que las adolescentes pueden ser más conscientes de cómo tomar mejores decisiones es comprendiendo el papel primario de las emociones en el proceso.
Por ejemplo, el miedo podría impedirles intentar algo nuevo y positivo para sus vidas, mientras que el entusiasmo podría llevarlas a subestimar los riesgos reales. Escribir una lista de pros y contras es una de las formas más efectivas de abordar un problema con lógica en lugar de un exceso de emoción.
La clave se halla en pensar a fondo y reflexionar en una posible solución antes de comprometerse con ella.
5. Comprender que nunca hay una mala elección en sí
Finalmente, para tomar buenas decisiones debemos tener presente siempre que no existe una mala elección en sí. Incluso aunque se haya elegido una opción que no haya funcionado tan bien, hay que reparar en que ello siempre es una oportunidad para aprender y asegurarnos de no cometer el mismo error dos veces.
También es crucial recordar que la adolescencia es una etapa de transición y que no se espera que las jóvenes acierten en cada una de sus decisiones, pero con la guía de los padres y otros adultos responsables podrán orientarse con sabiduría y volverse más independientes a la par.
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